En las antiguas instalaciones de la “Pereyra Grande”, ubicadas en la colonia Torreón Jardín, hace tres años aproximadamente, confundido con el bullicio y la jovialidad propia de la juventud, un perro de aproximadamente dos años de edad, de una altura alrededor de 50 cm. y de colores gris, negro y café, se relacionaba con la multitud de muchachos, al salir de clases. Este singular ejemplar a quien le apodaban el pirata por tener un parche negro en el ojo izquierdo y también, por estar cojo de una de las patas traseras, algunos de los alumnos, a la salida de clases, le compartían de lo que ellos comían y también le hacían caricias, por lo que el pirata lógicamente estaba muy encariñado con su entorno, es decir tenía comida, compañía y atención de parte de los alumnos que eran como su familia y también sus benefactores.
Al parecer el pirata no le iba mal en cuanto alimento se refiere, pues se veía un poco gordito y lustroso de su piel y pelo.
Me comentaba una vecina de por ese rumbo, que seguido veía al pirata, cuando pasaba por la escuela caminando, y que él, al paso de los días se hizo su amigo, pues cuando la veía le movía la cola alegremente demostrándole cariño, en reciprocidad a que ella lo acariciaba cada vez que pasaba por la Pereyra.
En dos ocasiones se salvó de que se lo llevara la “perrera” por el delito de ser un perro de la calle, delito que a mí me parece, que más bien es culpable quien lo abandonó, al igual que a muchos otros perros que deambulan sin rumbo por la cuidad.
El pirata había tenido hasta el momento mucha suerte, al escaparse de la muerte cuando fue atropellado y en otras ocasiones, que también estuvo a punto de que lo hicieran. Algunos alumnos lo protegían y le prodigaban atenciones a diario al salir de sus clases, y debido a estos pocos cuidados y atenciones la vida le iba muy bien al pirata, ya que él requería de muy poco para vivir.
Un buen día, la suerte le cambió al pirata, regresó a buscar a sus benefactores y ya no encontró algarabía, ni bullicio, ni nadie que lo alimentara, esperó y esperó, dispuesto a no darse por vencido, regresó al día siguiente, sin encontrar de nuevo a nadie, las aulas lucían vacías, no había nada ni nadie, ni una sola persona, el perro no comprendía, los ciclos crueles de la vida, pues como bien lo sabemos las personas, todo lo que empieza, algún día termina.
Con una fidelidad propia de su estirpe siguió esperando por sus amigos, notándose en él las huellas del abandono, adelgazó al grado de que se le veían las costillas, su pelo se hizo áspero e hirsuto y su piel se torno grisácea y escamosa, sus ojos que antes denotaban vida y un brillo propia de la salud y la alegría que tenía, ahora lucían hundidos y secos.
Los días se hicieron semanas, y las semanas meses, el pirata esperó y esperó, y los alumnos, sus amigos ya no regresaron a esas instalaciones, y aún sin entender el porqué, el pirata prefirió esperar por sus “antiguos benefactores”, aun a costa de su propia integridad.
La vecina que de cuando en cuando veía al pirata, que por ese tiempo estuvo fuera de la ciudad por vacaciones, regresó y al pasar por la “Pereyra” vio al pirata, y se apiadó de él adoptándolo y lo llevó a su casa, donde lo aseó y le dio de comer, y así día tras día el pirata recuperó su peso y su aspecto anterior, físicamente se recuperó por completo no así su carácter alegre, que nunca volvió a ser el mismo a decir por la señora que lo adoptó quien me comenta que seguido saca a caminar al pirata, y cuando pasa por la antigua “Pereyra grande” el perro se para un rato a oler y observar. Con toda seguridad me dice, que el perro, ella cree que se siente afortunado por su vida actual, pero que también al ver la “Pereyra” vacía recuerda con tristeza el lugar donde fue feliz en una época, época que nunca jamás regresará.
Y ahora para terminar una gota de filosofía.
La mala suerte, llega sola.
La buena suerte, hay que salir a buscarla.
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Si tu intención es adoptar una mascota y no te contestamos de inmediato, deja un mensaje corto y tan pronto sea posible nos comunicaremos contigo. Este número telefónico es para personas interesadas en adoptar, no contamos con un refugio físico para recibir animalitos. Esteriliza a tu mascota.
No olvides llevar al día el esquema de vacunación de tu mascota. Identifícala con una placa que contenga información básica en caso de extravío, no permitas que se convierta en una estadística más de muerte en la calle. Si por alguna razón tienes una mascota no deseada no la abandones en la calle, no la condenes a muerte si ésta no logra encontrar un lugar seguro donde no la agredan, donde pueda protegerse del frío, y donde pueda encontrar agua y alimento. Demos el ejemplo a nuestros hijos, tomemos decisiones responsables.