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La crisis real| Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Hay dos maneras seguras de llegar al desastre: una, pedir lo imposible; otra, retrasar lo inevitable”.

Francisco Cambó

Las inundaciones no son el verdadero desastre para Tabasco. La tragedia real se empezará a manifestar en las próximas semanas. Cuando bajen las aguas y los tabasqueños se preparen a reanudar su vida, se darán cuenta de que las estructuras económicas del estado están destrozadas.

La agricultura y la ganadería, que representan cerca de un 5 por ciento del producto interno bruto del estado (según cifras del INEGI de 2004), han quedado virtualmente destruidas. Las cosechas de maíz y de trigo se han perdido. Pero también los cultivos perennes, que requerirán de varios años para renovarse, se han perdido bajo las aguas. El ganado que no ha perecido ahogado o de enfermedad morirá de hambre ante la pérdida de la vegetación que le servía de alimento.

El comercio, los restaurantes y la hotelería han representado en los últimos años cerca del 15 por ciento de la actividad económica de Tabasco, mientras que otro 15 por ciento les corresponde a los servicios financieros e inmobiliarios. Villahermosa ha sido siempre un importante centro comercial y de servicios para toda la región del sureste. Pero la industria turística reconoce que la temporada turística navideña “ya se acabó”.

Los servicios sociales, comunales y personales representan el 30 por ciento de la actividad económica del estado, lo cual no sorprende en una economía relativamente poco desarrollada. Pero muchos de los servicios personales que otorgan los tabasqueños se contraerán de manera muy importante debido a la falta de clientes que puedan pagarlos.

La minería, especialmente la extracción petrolera, representa casi el 12 por ciento de la actividad económica de la entidad. A esto hay que añadir otro 3 por ciento de producción de gas y electricidad. El problema es que la riqueza generada por estas actividades se la quedan los monopolios del Gobierno Federal, Pemex y la Comisión Federal de Electricidad, los cuales se llevan los recursos a la Ciudad de México.

La industria manufacturera, que representa el 5 por ciento del producto interno de Tabasco, tendrá también dificultades para recuperarse, aunque quizá no tanto como el resto de la actividad económica. El transporte, almacenaje y comunicaciones representa un 7 por ciento y en este campo, de hecho, los trabajos de reconstrucción pueden ser positivos. La construcción, que ha sido un 8 por ciento del PIB estatal, seguramente aumentará conforme se lleven a cabo trabajos de reparación por los daños generados por la catástrofe.

El impacto en la economía tabasqueña por las inundaciones, sin embargo, terminará siendo realmente dramático. La peor situación, sin duda, se registrará en el campo, el cual está simplemente devastado. Ahí hay que empezar de cero. La agricultura sólo tendrá la ventaja de que los aluviones deben haber fertilizado la tierra por lo que la tierra será mejor en el futuro. Los ganadores tendrán que empezar desde reconstituir los hatos, lo cual se llevará tiempo y dinero.

El químico Andrés Granier, gobernador del estado, ha declarado que las pérdidas económicas hasta ahora ascienden a 50 mil millones de pesos, siete veces el presupuesto anual de Tabasco. Pero esta cifra no incluye escuelas, agricultura, industria y carreteras. La verdad es que el costo real del desastre es incalculable. El presidente Felipe Calderón ha anunciado, por lo pronto, un fondo de 200 millones de pesos para apoyar a empresas pequeñas y medianas. Pero todos sabemos que eso es una mínima parte de lo que se necesita.

Cancún tuvo una rápida recuperación después de haber sido golpeada por el huracán Wilma en 2005 debido a que muchos de los daños fueron en hoteles y restaurantes debidamente asegurados. Los dueños de los comercios y hoteles afectados, por otra parte, estuvieron dispuestos a aportar recursos frescos con la certeza de que los turistas seguirían llegando.

La zona chiapaneca de Tapachula, desvastada por las lluvias que acompañaron al huracán Stan ese mismo 2005, permanece, sin embargo, con serios problemas a dos años de distancia. Esto mismo puede pasar en Tabasco. No sólo son superiores los daños materiales, sino que hay poca claridad sobre las posibilidades de recuperación de cualquier inversión que se haga en la zona.

Hay el riesgo de que Tabasco sufra la suerte de Nueva Orleáns. Después del huracán Katrina de 2005, la ciudad simplemente no ha podido recuperarse. Hoy es una mera sombra de lo que fue en años anteriores. Cientos de miles de sus antiguos pobladores no han regresado a lo que fue un centro turístico pujante.

Ante la extensión de la devastación de Tabasco, y el riesgo de que las inundaciones se hagan más comunes por el calentamiento global, lo mismo podría ocurrir con este estado al que durante tanto tiempo se vio como un edén.

BARRIL DE 100 DÓLARES

Parece ser sólo cuestión de unos días para que el precio internacional del petróleo alcance los 100 dólares por barril. En términos reales, aun descontando la inflación acumulada, la cotización está a punto de alcanzar los niveles más altos de la historia, superiores a los producidos por la revolución islámica iraní de 1979. Esta nueva bonanza petrolera, sin embargo, nos llega en un momento en que ya casi nos quedamos sin petróleo.

Página de Internet: www.sergiosarmiento.com

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