Democracia en el Gobierno del pueblo, contestan algunos estudiantes encuestados.
P. ¿Y cómo se da?
R. Votando… (pero no van más allá, tampoco lo hacen mayorías de no estudiantes) y usted, conciudadano, qué piensa que es la Democracia, término tan llevado y traído, tan sobrevalorado en el discurso por los Imperios, sobre todo el norteamericano, como para imponerla por la fuerza a todo el mundo, ‘quesque’ por ser la salvación del hombre en el planeta.
¿Puede haber Democracia cuando mundialmente el capital ha tomado las riendas de la política? Claro que no. ¿Por qué? Porque el capital para su génesis y supervivencia necesita de ser acumulado, y el capital no se acumula por sí mismo, sino por la explotación y sobreexplotación del trabajo y de los bienes ajenos o comunitarios. La enorme acumulación actual de capital en poquísimas manos ha permitido a sus detentadores poner a su servicio la confección, interpretación y aplicación de las leyes. Estas manipulaciones imposibilitan, de todas, todas, el ejercicio democrático en cualquier Estado, tampoco permite un Estado de Derecho y una mínima gobernabilidad, sumando desgraciadamente la confusión, la desesperanza y el caos social cuyos escenarios a futuro se ensombrecen día con día.
La democratización mesiánica que aportan los poderosos no es más que palabrería embaucadora para propios y extraños. En la nación más democrática del mundo, el pueblo pide a gritos que los fondos públicos se dediquen a servicios sociales. La camarilla gubernamental los destina a las guerras expansionistas, imperiales desestabilizadoras sociales, políticas y económicas de los pueblos no alineados o rebeldes, disminuyendo así para el suyo propio los satisfactores más necesarios.
Los países del Tercer Mundo y aquéllos en vías de desarrollo han sufrido siempre las imposiciones políticas y económicas imperiales. En estos territorios se negocian los puestos de mando y los programas nacionales de trabajo siempre bajo amenaza, boicot o castigos a quienes incumplan acuerdos. Pero éstos funcionan unilateralmente: la obligación de cumplimiento corresponde siempre a la parte débil. Ejemplos mundiales sobran, empezando por México lindo y querido, pero jamás libre y soberano. No sé sí Fox a su llegada al poder tenía claro y deseó plasmarlo, lo intuyó o se lo soplaron, pero consagró simbólicamente el fenómeno quitándole la mitad al águila del Escudo Nacional, lo que a muchos disgustó, pero como Fox nos trajo la Democracia, el pueblo mexica no supo o no quiso exigir la restauración de tan significativo emblema patrio, en vista de la llegada ¡al fin! –de tan ansiado estado de cosas.
Quizá lo único que faltó para que fuera reflejo fiel de la verdad, es que debajo de la ondeante tira tricolor, sostén de la figura aguileña mutilada, hubiera exhibido en letras de oro “Made in USA”, después de todo, dicho por él públicamente, el sueño de Fox es el sueño americano, y sus amigos Bush, Blair y Aznar. Con ellos y bajo su amistad contractual, ahora sí va a hacer por México lo que no pudo durante su mandato. Si Santa Ana fue once veces presidente de la República a exigencias y rechazos eclesiales de ese tiempo, por qué no podría ser reelecto Fox a exigencias del imperio más extenso y bien armado de la Historia (y sus secuaces), siendo unos y otros democráticos, justos y morales fuera de toda sospecha.
En fin, conciudadano, con Fox u otros, mejores o peores, el presidente puede facilitar los procesos democráticos, pero la Democracia en todas partes exige el interés y la presencia diaria y activa del ciudadano en la cosa pública. Mientras la devastación de bienes humanos y naturales (la riqueza nacional) sea permitida por la ciudadanía, no se puede vivir para la libertad y sí para una cada vez más consolidada dependencia. Enmudecer ante los hechos como la tala inmoderada de bosques y la deshonestidad pública, no consolida el bien común. Imagine, los grandes taladores tienen toda la impunidad oficial, en cambio, los pocos defensores de que tal cosa no suceda, han sido encarcelados. Si las ofensas se permiten a escala nacional, se está buscando su agravamiento, haciendo cada vez más irreversible tan descomunal agravio. El ¡Viva México! emocionado no es suficiente, “hechos son amores y no buenas razones”. La libertad necesita de una conciencia de la necesidad. Los mexicanos sufren las necesidades, pero no exigen ni se exigen la actuación que las abola o por lo menos las mitigue.
Es necesario al ciudadano informarse, estar pendiente de realidades, no de las palabras más bonitas y prometedoras. Ya es centenaria la experiencia para los mexicanos de subsumisión ante distintos y egocéntricos poderes. Si se anhela la Democracia hay que pelear por ella, no sólo mediante el voto sino practicando individual y colectivamente la justicia, la equidad, el respeto y exigiendo a la administración pública las mismas conductas.
Si la representación comunitaria se elige en individuos es para que defiendan los bienes públicos y la justicia. Si no lo hacen, no deben ocupar tales puestos y la comunidad puede y debe reclamar su incumplimiento y en último caso, destituirlos.
Tal declaran, conformes, las personas electas para el servicio público. ¿lo cumplen?