Es para estar gratamente sorprendidos. Lo hicieron morder el polvo. Una tras otra recibía el respaldo a sus propuestas en diversas consultas que se hizo al pueblo de Venezuela. Había tensión en el ambiente que se disipó al reconocer el presidente Hugo Chávez que su propuesta de reforma constitucional había sido rechazada por el 50.7% de los votantes que dijeron “No”, en tanto el “Sí” recibía sólo 49.29% de sus partidarios. Esto es, aunque sus arranques viscerales lo han ido dibujando como un político contrario a la democracia, acaba de aceptar el resultado del referéndum que le era adverso o quizá por eso mismo, con la complacencia de sus enemigos que no lo bajan de dictadorzuelo, con esos aires de megalomanía que se le asoman por todos los poros de la piel en cuanto toma un micrófono. En 1992 encabezó un fallido Golpe de Estado. Desde entonces vino de menos a más hasta convertirse en el hombre fuerte de su país, lo que se reforzó con su retorno después de que fuerzas políticas contrarias lo hicieron caer por breve lapso en el año de 2002.
¿Pero quién es este hombre que lo mismo sube al tablado para entonar canciones mexicanas, que para alardear que está construyendo el socialismo dentro de un régimen de Derecho? ¿Quién es este iluminado, como hay muchos en la historia del mundo, que anda de un lado a otro pregonando que estará en el timón del mando hasta el año 2050? La pregunta que se formulan, los que se hallan a distancia, es ¿si se trata de un político desquiciado o de un patriota que quiere para el pueblo venezolano un mejor status de vida? ¿Es un revolucionario que surge a consecuencia de la distancia económica que existe entre gente pobre y los poseedores de la riqueza del país? ¿Es el resultado de una necesidad social que vota entusiasta por quien dice defenderlos de un capitalismo voraz o es un aprovechado que medra con las diferencias sociales, sin que hasta ahora se haya visto que haga prácticos sus planes de reivindicación? Veamos, lo que se advierte es que ha abierto una gran polémica en las que ha llevado las de ganar por que ha actuado dentro de la Ley. Aunque su tosquedad en el quehacer político, son responsables de que haya una campaña permanente para sacarlo del poder.
Usa el cabello muy corto, de miliciano, que lo es. Su mandíbula revela una terquedad extrema. Las orejas son grandes, lo que junto con su barbilla, avizoran una larga vida (siempre que no sea interrumpida abrupta y violentamente). Es bueno para la chacota, a pesar de que sus labios demuestran dureza. Está orgulloso de sí mismo, lo cual no lo distrae de la meta que se ha fijado. Le agradan los aplausos. Los que dicen conocerlo de cerca avizoran que si lo dejan, buscará que se apruebe la reforma electoral a troche y moche, o sea de manera disparatada y sin consideración al sentir de la ciudadanía que votó en contra en el pasado referéndum. Su pasado lo muestra como un rebelde que no está dispuesto a transigir. Ya anuncia, pese a todo, que seguirá con su proyecto político.
No se atina a dilucidar si la derrota es el principio de su decadencia. Tres aliados, el socialista Podemos, el Partido Comunista de Venezuela y el PPT, rechazaron la creación de un partido único que planteaba Chávez. Su actual mandato fenece en 2012. Después de ser avasallado por sus contrarios está en duda que pueda obtener los votos suficientes para reelegirse si decide seguir jugando democráticamente. Hasta el momento ha actuado con estricto apego a la Ley. Eso es algo que lo adorna. Desde luego los gritos de la derecha, interna y externa, a consecuencia de aceptar con mansedumbre su descalabro electoral, ya no podrán acusarlo de ser enemigo de la democracia. Aunque desde ahora se dice, en una estrategia propagandística de sus detractores, que tiene intenciones de usurpar y confiscar la voluntad popular. La moneda está en el aire. La Oposición tendrá, de aquí en adelante, la vía libre para hacerle la vida de cuadritos. Le restregarán en el rostro, cuantas veces sea necesario, que el pueblo lo desairó. Mientras, con sus pequeños ojos redondos, mira con nostalgia por un ventanal desde el Palacio de Miraflores, recordando que cuando era niño Santa Claus no le traía juguetes por su mal comportamiento. Aún tiene pesadillas, que no le dejan dormir en paz, en las que un rey, que no es de chocolate ni tiene nariz de cacahuate, con gesto agrio y evidente impaciencia, le dice: ¡ya cállate!