La desalinización del agua para hacerla potable es una forma errada de combatir la carestía de ese producto vital y podría empeorar el cambio climático.
La desalinización utiliza enormes cantidades de energía, emite gases que causan el efecto invernadero y destruye la vida marina en algunas zonas costeras, dijo el grupo ecologista World Wide Fund for Nature.
"El índice de construcción de estas plantas desalinizadoras parece haber aumentado exponencialmente", dijo Jamie Pittock, director del programa de agua dulce de la WWF. "De continuar aumentarán las emisiones causantes de los gases causantes del efecto invernadero y aumentarán dramáticamente el cambio climático", indicó a The Associated Press.
La WWF calcula que hay unas mil plantas desalinizadoras en todo el mundo, dijo Pittock, y agregó que es difícil obtener información fidedigna.
La desalinización es una tendencia creciente en Australia, el Medio Oriente, España, Gran Bretaña, Estados Unidos, India y China, dijo el informe.
El Golfo Pérsico obtiene el 60 por ciento de su agua potable por medio de la desalinización. La ciudad australiana de Perth desea cubrir un tercio de su demanda de agua fresca mediante la desalinización.
En España, el 22 por ciento del agua desalinizada es utilizada en la agricultura, según el documento de 52 páginas.
"En la mayoría de las ciudades no son necesarias las plantas desalinizadoras", indicó Pittock.
Además, el producto secundario de las plantas, principalmente sales marinas, vuelve mayormente al mar, donde aumenta la salinidad del agua restante, lo que amenaza la vida marina y el ecosistema.
La desalinización del agua de mar debería estar limitada a lugares en los que no es posible una solución mejor, indicó el informe.
"Debe haber una verdadera valoración de si estas plantas son realmente necesarias", dijo Pittock.