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La dialéctica, chico...| Hora Cero

Roberto Orozco Melo

Un cubano, hombre maduro, fue a nadar a la playa solitaria en uno de aquellos días en que Fidel Castro, ya primer ministro, solía explicar en reuniones multitudinarias el valor de la dialéctica marxista leninista. Tumbado a la bartola estaba cuando lo sorprendió un elemento de la Policía política de la Isla: “A ve camarada, vámo a ve, ¿por qué uté etá aquí, ganduleando, en vez de en la plaza a ecuchar el mensaje del camarada Fidé?…

“Bueno, amigo, primero poque toy fatigao y segundo poque no entiendo pa naa eso que el comandante cuenta de la dialética por aquí y la dialética por allá”. El vigilante pensó remitirlo a la guardia acusado de traidor a la causa, pero lo vio tan tranquilo que mejor optó por adoctrinarlo: “Mira chico, ve tú, te la voy a poner claritíco. Tú fíjate y reponde con atención: dos cubanos van a un retorante a comer. Uno con las manos sucias y otro con las manos limpias ¿Cuál de los dos se lava las manos?”. Sin mucho pensar respondió el interrogado, “hombre, autoridad, pues el que las lleva sucias”. El vigilante sonrió y aclaró: “Pues no, chico, se las lava el otro, porque tiene la costumbre. Y el primero no, pues no la tiene”. ¡Aaah vaya y vaya: dijo el ciudadano... “Y pon atención chico: que lo mimos negritos llegan a un cafetín: uno con manos limpias, otro con manos sucias. ¿Cuál crees que las asea?” El hombre repuso entonces: “Pues el que está acostumbrado, claritico”. Y el guarura le aclara, “Otra vez te equivocaste: Ahora se las lava el que las tiene sucias, pues el otro para qué, chico”. ¡Aaaah repitió el interrogado. Y mira tú la tres, camarada: “Los mimítos llegan a otro lugar, uno de manos sucias, otro de manos limpias: ¿Quién se las lava? “Ora sí, compadrito, ya no me gana: ninguno se las lava; uno porque no tiene el hábito, el otro porque las lleva limpias”. Oye compare, volviste a estar mal: ¡los dos se las lavan! Y aprende, bien chico: ¡Eto e la dialéctica marxita leninita!...(¿....?)

Recordé el chascarrillo ahora que el Partido de la Revolución Democrática va rumbo a la elección de un líder nacional. Quien sea electo, si es una persona de mente abierta y sensato pensar, dará respuesta a la duda que los políticos y los comentaristas de la actividad nos planteamos desde su nacimiento como asociación política: ¿El movimiento cardenista de 1989, hoy transformado en partido político, será capaz de remontar el estigma del divisionismo que ha causado la fatal desaparición de los partidos de izquierda en México? ¿desaparición?...

Ahora qué si el nuevo líder del PRD resulta ser un tipo obsecuente al radicalismo extralógico de las masas y los liderazgos intermedios, su estructura militante tenderá a dividirse y se derrumbará fatalmente. Bueno…¿y a qué viene esto? ¿Y qué tiene que ver con la dialéctica, el cubano y Fidel Castro? En la última sesión plenaria del Congreso Nacional del PRD se aprobaron dos decisiones inconexas y contradictorias: un resolutivo “ordena” a los perredistas impedir que el presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, acceda a la tribuna de la Cámara de Diputados a leer el mensaje del Primer Informe de Gobierno; otra aprobó que los legisladores pueden debatir con el presidente pero hasta que la Reforma de Estado, que traen bajo las axilas los diputados perredistas, sea aprobada para modificar, a su gusto, otro formato para el informe presidencial.

El propio senador Carlos Navarrete, cabeza de la fracción perredista en el Senado de la República, lo explicó a los medios con apropiada dialéctica marxista, versión cubana: “Los legisladores del PRD no aceptarán la presencia en la tribuna del Congreso de quien no cuenta con la legitimidad que sólo da una elección democrática pero abriremos una puerta para debatir con el presidente en los próximos años bajo un condicionante “la sustitución del llamado Informe presidencial por un debate parlamentario y republicano entre poderes sobre el estado de la Nación en el marco de un nuevo régimen político”.

Esto nos hace concluir dos cosas: 1) que el presidente Calderón permanecerá ignorado por la izquierda hasta que se apruebe el proyecto perredista de Reforma de Estado; y 2) que eso no sucederá hasta que el debate diputados-presidente se pueda llevar a cabo en el marco de un nuevo régimen político. (¿Será hasta que Andrés Manuel López Obrador triunfe en una subsiguiente elección presidencial?) Vaya pues, que tendremos para un gran rato...

Ahora ustedes dirán, lectores amigos: ¿Le entendieron a esto? Yo tampoco, así que sugiero tramitar un pasaje a la bella Isla de Cuba para que nos lo explique alguien...

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