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La estrategia| No hagas cosas buenas...

Enrique Irazoqui

La historia ridícula sigue, nadie ha dado su brazo a torcer (yo tampoco lo daría, no hay nada que perder en lo personal), pero todo ahora es un pleito entre el profe Moreira y el empresario Pérez. Lo malo es que el profe es el gobernador del Estado en el que está la ciudad que preside el empresario y las fichas de pelea entre ellos son los recursos públicos y las facultades que se les ha conferido por mandato democrático.

Todo empieza con las posiciones ideológicas de las partes en conflicto. Humberto Moreira proviene de las estructuras del priismo. Para labrarse el largo camino para convertirse en gobernador, tuvo que aprender hasta lo más recóndito de las artes políticas y politiqueras. El gobernador proviene de un ala de su partido muy enfocado al ángulo social, donde los priistas se movían como peces en agua, nadie como ellos para trabajar con las masas populares en pos de sus objetivos, enfocados más a la conquista del poder y la manipulación electoral y política, pero al fin con cimientos sólidos en las bases de la sociedad.

El alcalde en cambio, es el vivo ejemplo de la parte más conservadora del panismo. Nacido en una familia acomodada, estudioso, trabajador y exitoso en los negocios, José Ángel Pérez incubó en su cerebro esa tesis que circuló por mucho tiempo entre los panistas, en la cual ellos eran puros y santos y los rivales políticos eran todos corruptos y malvados. Con el tiempo, cuando el PAN tuvo cada vez más acceso al poder y al dinero del Gobierno, se comprobó que la corrupción no era posesión de carácter monopólico de los priistas. Sin embargo, esa postura hipócrita de muchos miembros de Acción Nacional persiste en el propio alcalde de Torreón. Llegan incluso a juzgar que los errores de los demás son porque son corruptos, pero cuando los yerros los cometen ellos, son simples cosas que suceden.

La historia hostil comienza desde sus raíces y de sus temperamentos. La controversia constitucional para combatir las acciones de la Secretaría de Desarrollo Regional fue ya la declaración formal de guerra del Municipio contra el Gobierno del Estado de Coahuila.

Nadie puede ignorar que la decisión de crearle a Eduardo Olmos esa posición, para que compitiera burdamente en las tareas naturales de Gobierno Municipal, es una muy mala pasada. Reprobable, pero legal.

Ya con el conflicto estallado, esta semana estamos viviendo un nuevo episodio. La ubicación de lo que será el edificio que albergará el Centro Regional de Control de Crisis. La lógica elemental es que la sede se construya en el centro urbano de mayor densidad: Torreón. Pero Moreira y sus huestes rápido y veloz lograron que los miembros del fideicomiso decidieran que la obra se llevara a cabo en unos terrenos del vecino municipio de Matamoros, argumentando que el lugar ofrecido por Torreón es propiedad federal, lo que hizo estallar la ira de Pérez, que decidió abandonar la reunión donde se tomó la decisión.

Pero los panistas no se quedaron cruzados de brazos y atizaron un añejo conflicto de ejidatarios para impugnar también el terreno de Matamoros.

Ayer, el municipio de Torreón interpuso un recurso a la Suprema Corte de Justicia de la Nación para que levante la suspensión impuesta al Gobierno del Estado, específicamente la construcción del Paso a Desnivel Centenario, sito en el famoso Nudo Mixteco. En plata, ya recularon de su primer planteamiento, la guerra frontal con el gobernador a cualquier precio.

Al final, esa lucha incoherente que José Ángel decidió emprender contra un poder de mayores recursos, en la práctica no permite ver utilidad alguna para los habitantes de Torreón y el escrito interpuesto ayer para que la Corte les autorice reanudar la obra del Nudo, es el primer síntoma del fracaso de la estrategia elegida.

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