Ana de la Reguera vive ‘de sus rentas’. (Fotografía de El Universal)
Los artistas deben cuidar sus ingresos como ‘cualquier mortal’ ya que también se quedan sin ‘chamba’
MÉXICO, DF.- Dice el refrán que no todo lo que brilla es oro y en México, a quien hace cine, se le da toda la razón... Cuando una actriz pasea sobre la alfombra roja con vestidos costosos y joyas, siempre son prestados, o si un actor como Damián Alcázar filma dos películas al año y un cortometraje, lo más seguro es que al llegar diciembre, sólo tenga tres mil pesos en el banco, y deba pedir apoyo a la familia o amigos.
“El problema es que uno lo sabe y de repente uno cree que la gente también, pero no... el público piensa que somos ricos”, dice Alcázar. El actor filmó durante 2006 las cintas Satanás, en Colombia y El Viaje de Teo, en México, más el cortometraje Señas Particulares.
En su haber tiene siete premios Ariel, uno de los cuales, en 2006, recibió portando un traje prestado y una playera recién comprada, pero es uno de los millones de mexicanos que día a día tiene que ahorrar hasta el último centavo.
“Hace unos días le decía a mi hijo que tengo una calculadora intuitiva, sé qué gastos hacer y en qué momento. En Hollywood a lo mejor ganas bien, en México no. Claro, hablo por mí, igual hay otros compañeros que les va bien haciendo tele”.
El caso de Ana de la Reguera es similar. Ella puede decir que vive de sus rentas. Aprovechando sus ahorros, se compró una bien raíz que cuida con todo.
“No recibo un sueldo fijo, como la gente normal. Por ejemplo, cuando hice Capadocia (para HBO), sólo recibí dinero de febrero a mayo, ahorita estoy desempleada, no tengo ningún proyecto, quien sabe cuándo habrá otro.
“La gente dice: viajo a Los Ángeles, así que tengo dinero, pero no es así. Las clases de actuación, un curso, cuesta mucho, y si tienes que volar pues ves cómo te lo puede pagar una agencia (como patrocinio), si no fuera así, ya estaría quebrada”, dice la protagonista de Ladies’ Night.
Así que cuando desfila en una premier, su bello vestido y las joyas que porta, al igual que Bárbara Mori (Inspiración y La Mujer de mi Hermano), sólo los disfruta por unos minutos.
“¡Siempre hay un diseñador que te quiere vestir!”, dice Mori, quien lleva casi tres años sin hacer una telenovela, enfocando su carrera en el cine.
“Todo nos los prestan, las joyas no son nuestras, por eso cada que podemos, decimos quién hizo el vestido y otras cosas, es una manera de retribuir”, añade.
Hay quien para la ropa es muy cuidadoso. Francisco Athié, realizador de Lolo y Fibra Óptica, acepta que cada que hay una oferta en alguna tienda departamental, compra por decenas playeras.
“Y se deben lavar con mucho cuidado, para que duren más”, expresa.
Y si alguien se encuentra a un actor en un restaurante medianamente lujoso, lo más seguro es que esté comiéndose sus ahorros de mucho tiempo.
“Al día siguiente no tengo empacho en irme a una comida rápida, para eso me alcanza. Diariamente viajo en el metrobús y si la gente me reconoce, es nada más porque llevo la cachucha de Kilómetro 31 (que protagonizó)”, narra Raúl Méndez.
Y es que como todos, agrega Fernando Cámara, sonidista nominado al Oscar hollywoodense por su trabajo en Apocalypto, en el cine nacional uno se preocupa más porque el refrigerador esté lleno, que por el glamour. “¡Hay que alimentarse sanamente!, y para eso hay que trabajar. Después de Apocalyto hice comerciales, que me ayudaron mucho, porque a mí, como a otros compañeros con los que he platicado, esos ahorros ya están en las últimas”, recuerda.
Ellos sobreviven así
Hay múltiples funciones además de la actuación que los famosos deben hacer para ‘ganarse el pan diario’.
-Los profesores: Luis Felipe Tovar, Alberto Estrella y Patricia Reyes Spíndola.
-Los que hacen comerciales: Carlos Carrera (El crimen del Padre Amaro); Salvador Aguirre (De Ida y
Vuelta); Juan Carlos Martín (Gabriel Orozco).
-Los que hacen videos: Ángel Flores (Piedras Verdes); Jorge Aguilera (Seres Humanos).