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La familia más pobre del DF, el extremo de la marginación

El universal

Ellos no disfrutan de bienes, una vivienda adecuada, servicios básicos y no tienen acceso a la educación.

Viven en un terreno prestado, en su único cuarto, con piso de tierra, tienen tres camas, una mesa, un anafre y dos roperos sin puertas. Consumen el agua que les lleva la pipa, se colgaron de un poste para tener luz y su único electrodoméstico es una grabadora de casetes sin tapa.

La casa y los integrantes de la familia Hernández Cruz huelen a leña.

Así viven en el paraje La Mora, en Milpa Alta, Félix Hernández, de 28 años de edad, Petra Cruz Alvarado, de 32, y sus cuatro hijos: Imelda (12), Julio César (10), David (6) y Félix (4).

Al no tener nada o casi nada, el Consejo Nacional de Población (Conapo) clasificó a los pobladores de La Mora, junto a los del paraje Lila (o El Ladrillo), en Xochimilco, como los más marginados entre los ocho millones 720 mil 243 de personas que habitan en el Distrito Federal.

El desayuno de los Hernández Cruz es ligero: té de canela o refresco. A veces bolillos.

Si graniza o llueve mucho, usan su ropa para tapar los hoyos del techo o las paredes de su casa hecha con láminas de cartón y madera.

De esta familia, el papá nunca aprendió a leer ni escribir. La mamá no terminó la secundaria. Julio César y David van en la primaria, pero Imelda no la concluyó, “no me entraban las letras”, comenta ruborizada. Dicen que Félix irá al kínder el próximo año.

Según Conapo en ambos parajes viven las 23 personas con el índice de marginación más alto de toda la Ciudad de México; 12 están en La Mora y el resto en Lila, de acuerdo a su estudio “Índices de marginación a nivel localidad 2005”.

Los más marginados son los que no disfrutan de bienes, una vivienda adecuada, servicios básicos y no tienen acceso a la educación.

En la búsqueda de los capitalinos que viven en la marginación extrema, sólo se localizó a los habitantes de La Mora.

Del paraje Lila nadie sabe dónde está. Autoridades de la delegación Xochimilco dicen que en sus casi 13 mil hectáreas no existe ese lugar. Se buscó en mapas, se recorrió la demarcación y nada. Nadie lo conoce.

Se solicitó a Conapo -a través de la Ley de Transparencia- la ubicación exacta del paraje Lila, pero ni ellos saben dónde está.

“En los Índices de Marginación por Localidad 2005 no se encontró la Localidad de Lila, Milpa Alta. Ni tampoco Lila (en) Xochimilco”, respondió.

Tan lejos y tan cerca

Es fácil llegar al paraje La Mora, en Milpa Alta. Se toma la carretera federal a Oaxtepec pasando el pueblo de San Pedro Actopan. Al final de la única calle Buenavista, donde termina el pavimento, está la casa de la familia Hernández Cruz.

Los cuatro niños se asoman por la única ventana que da al patio. De la puerta de madera, roída, sale Petra Cruz esquivando gallinas, polluelos y perros.

Apenada y rodeada de sus hijos, acepta se recorra su casa y se tomen fotos.

Ellos comen frijoles y tortillas. Otros días sólo sopa o papas. A veces huevo con longaniza, y si les va bien con la venta de quelites, hasta dos kilos de pollo compran.

Petra e Imelda cortan quelites en las milpas y parcelas donde les dan permiso. Pero no son bien pagados.

Un manojo de quelites se vende en cinco pesos, pero cuando tienen competencia dan hasta tres manojos por 10 pesos.

El papá aún no se recupera de una fractura en su mano derecha hace ya casi un año y le es difícil conseguir alguna chamba.

Sus parientes viven casi igual. En la casa contigua, que más bien es un cuarto, vive sola la mamá de Félix. A unos 100 metros está la vivienda de su hermano, que con su esposa, hijos y nuera suman 6. Pero no todos en La Mora viven así.

La casa de la señora Alberta Roa (38 años) está bien construida, incluso ya está echando un segundo piso. Todos sus hijos estudian, menos el chiquito que apenas y habla.

Su piso es de loseta, el agua se las pasan (entubada) del pueblo de San Lorenzo e instalaron una letrina (“pero bien construida”, dice orgullosa) en una de las esquinas de su casa.

Estos parajes con altos niveles de marginación en su mayoría están conformados por personas de otras delegaciones o estados como Hidalgo y Oaxaca, asegura Jorge Rivera Olivos, director de Gestión Social de Milpa Alta.

Pero hay otro factor que también influye: la ampliación natural de las familias (nacimientos o bodas) y la invitación a otros parientes de vivir en la misma zona.

A unos cinco kilómetros de La Mora, sobre la misma carretera federal a Oaxtepec, está el paraje El Potrero, en el pueblo de Santana Tlacotenco.

Para entrar hay que saltar charcos y esquivar perros. Caminar es riesgoso, el piso es irregular y resbaloso. Huele a abono.

Ahí casi nadie quiere platicar de cómo viven. “No sé... No sé...”, alcanzan a decir las señoras, la mayoría, antes de encerrarse en su casa. Unas dejaron el lavadero lleno de ropa.

A la mitad del callejón está la casa de Judith Madrid Romero (30 años), hecha de tabique y lámina. Sólo uno de sus dos cuartos tiene piso firme, de cemento. El de la cocina es de tierra. Colocó una tabla para pasar del lavadero a la cocina y no ensuciarse con el lodo.

Sus dos hijos, Uriel (9) y Jazmín (7) van a la escuela. Tienen televisión, pero no refrigerador y “nomás dos camas”. La letrina está en la mera entrada de su casa y viven en un terreno prestado.

En contaste, en Xochimilco, en Santa Catarina Piedra Blanca, las viviendas reflejan un mayor poder adquisitivo. Pero algunas no tienen drenaje y están en proceso de regularización porque se construyeron en suelo de conservación.

Es difícil hablar con los moradores. Sólo se ven las altas bardas y algunos segundos o terceros pisos desde la calle principal sin pavimentar, llena de piedras y hoyos.

Se hizo un último intento por localizar el paraje Lila. Se consultó a funcionarios de Desarrollo Urbano de Xochimilco, quienes conocen la ubicación y nombres de los barrios y parajes.

“Chance los de Conapo se equivocaron al poner el nombre del poblado. Por ejemplo, ellos manejan ´Cocopalcuautla´ y se dice ´Copalhuacan’. Pudo haber sido un error al apuntar el nombre del paraje”, explicaron.

Los mejor ubicados

La mayoría de habitantes del Distrito Federal vive en un nivel muy bajo de marginación. Con Coahuila, Aguascalientes, Nuevo León y Colima tiene la mejor situación del país, señala el estudio Índices de marginación por localidad 2005.

Los más de 8.5 millones de capitalinos tiene acceso a la educación, una vivienda adecuada y puede adquirir algunos bienes, indica el análisis.

Los parámetros analizados en este documento del Consejo Nacional de Población (Conapo) para medir el nivel de marginación en 104 mil 359 localidades del país para determinar su nivel de marginación tomó en cuenta si la población mayor de 15 años es analfabeta o no haya concluido la primaria, la falta de drenaje, electricidad, agua entubada, si la vivienda tiene piso de tierra y el nivel de hacinamiento.

Según el organismo, las poblaciones sin servicios básicos “están expuestas a mayores impedimentos para gozar de una vida larga y saludable y dificulta el aprendizaje de los menores de edad”.

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