En la guerra frontal contra el narcotráfico que ha emprendido el Gobierno del presidente Calderón hay muchas preguntas por hacer, que no necesariamente tienen una sola y fácil respuesta.
¿Está la batalla contra el narcotráfico perdida de antemano o se puede ganar? Al ver la experiencia de otros países que tuvieron o que siguen teniendo redes y operaciones importantes de narcotraficantes en su territorio, la respuesta es pesimista. Sólo Europa ha sido exitosa en su lucha contra el narcotráfico y aquí hay que hacer una precisión. Europa no ha desterrado las operaciones del narcotráfico, sólo ha disminuido la violencia que dichas operaciones inyectaban en sus sociedades, en parte porque ha flexibilizado el consumo de la marihuana y de otras “drogas suaves”. En caso extremo, Holanda ha legalizado el consumo de la marihuana, sin que ello resultara en un incremento en el consumo de esa droga.
Por el contrario, los países asiáticos y latinoamericanos no han desterrado al narcotráfico y la violencia en ellos es un flagelo constante contra la sociedad. En Colombia el narcotráfico es combatido por el Gobierno del presidente Uribe con un apoyo multimillonario del Gobierno estadounidense, pero la violencia ocasionada por narcotraficantes y grupos paramilitares no ha cesado. Allá los grupos del crimen organizado no sólo se mandan mensajes entre ellos a través de ejecuciones, sino que asesinan indiscriminadamente a civiles mediante atentados terroristas. Tailandia, Vietnam e Indonesia son países asiáticos productores de drogas que penalizan severamente su consumo y que registran índices de violencia muy altos relacionados con el narcotráfico.
En otras palabras, nadie ha logrado terminar con el narcotráfico. Al respecto hay muchas explicaciones, como los recursos del narco que los dotan de capacidades para corromper a las autoridades, pero ninguna parece tan poderosa como la ley del mercado: mientras continúe existiendo una demanda importante de drogas, los productores la seguirán ofertando.
Otra pregunta más que se puede formular es si ¿debe ser el Ejército mexicano el actor que ponga la vida en combatir al narco? Aquí la respuesta parece sencilla, ya que en países como el nuestro o como Colombia no hay otro actor que equipare los recursos bélicos y la capacidad de organización y disciplina que tiene el Ejército. En Estados Unidos hay un sinnúmero de agencias especializadas que combate el narcotráfico en territorio estadounidense, al tiempo que el Ejército no se mete de lleno en estas actividades, pero ante la ausencia de agencias capaces y ante el enorme poder de corromper que tiene el narco en México, por el momento parece ser el Ejército el actor natural para enfrentar al narco,
¿Ahora bien, es una batalla que merece la pena luchar? Ante esta pregunta no hay respuesta fácil. Muchos de los expertos en el tema coinciden en que la mejor estrategia para combatir el narcotráfico no es enfrentándolo, sino legalizándolo. Sin embargo, aunque el PRD quiera discutir en el Congreso de la Unión la legalización, la razón principal por la que en México no legalizarán las drogas ni en el corto ni en el mediano plazo es porque Estados Unidos no la considera una alternativa y si en México se optara por ese camino, Washington iniciaría una serie de sanciones contra nuestro país, como el cierre de la frontera, sanciones económicas, recorte de ayuda al desarrollo, etc.
Por lo anterior, la única respuesta fácil y viable hoy sigue siendo la guerra frontal contra el narcotráfico, pese a que el combate a la pobreza debería ser más prioritario que la lucha contra el narco con sus limitados alcances, la espiral de violencia que genera y a las situaciones violatorias de los derechos humanos que conlleva.
Politólogo e internacionalista
Comentarios: genarolozano@gmail.com
