Desde finales del siglo XIX, los laguneros han buscado, sin éxito, llevar más allá de lo geográfico la integración de esta comarca dividida política y administrativamente en dos estados, Coahuila y Durango. Los intentos van desde la creación de comisiones interestatales para solucionar problemas comunes, hasta la propuesta de formar el Estado de La Laguna, pasando por la idea de homologar varios reglamentos municipales, además de la firma de convenios para el reconocimiento del área conurbada de la región como zona metropolitana para acceder a recursos federales, como la que se llevó a cabo el pasado lunes 11 de junio en el lecho seco del río Nazas y en la que participaron los alcaldes de Torreón, Gómez Palacio y Lerdo.
Pese a las distintas posturas y enfoques, el objetivo principal de quienes han manifestado su interés en la integración de La Laguna es poder dar una solución regional a los problemas que afectan a los municipios que la conforman, para lo cual es de vital importancia la participación de los gobiernos estatales y locales. Pero aunque alcaldes y gobernadores parecen siempre mostrar, al menos en el discurso, un denodado interés en el acercamiento institucional que lleve a alcanzar el mencionado objetivo, lo cierto es que muy poco se ha avanzado hasta ahora.
Es una verdad de Perogrullo y gastado discurso de campaña la frase ‘lo que sucede de un lado del río Nazas repercute en el otro’. En entrevistas y conferencias, los políticos presentan como sesudo diagnóstico o profundo análisis aquello que resulta, a todas luces, evidente: que no puede haber seguridad en un municipio mientras en la ciudad vecina haya inseguridad; que no es posible un crecimiento económico regional, real y sostenido, mientras existan municipios con niveles de pobreza extrema generalizados; que no se puede hacer frente a los problemas ambientales, como la sobreexplotación del manto acuífero o la contaminación del lecho seco del Nazas, sin poner a todos los ayuntamientos en la misma sintonía. Y se presentan propuestas, se hacen compromisos, se firman acuerdos, pero los problemas lejos de resolverse, crecen.
Hay varios ejemplos que ilustran cómo se aleja el discurso oficial de la realidad. Cito sólo dos: la propuesta de homologar los horarios de venta de alcohol en el área conurbada de La Laguna y la formación de la Comisión Interestatal de Desarrollo Regional (Cider), en la que participan autoridades estatales, locales e Iniciativa Privada.
El primer punto ha sido desde hace varios años una exigencia de un sector de la sociedad lagunera. Como es sabido, Torreón y Lerdo tienen medidas más restrictivas en cuanto a la venta de alcohol que Gómez Palacio, en donde bares y expendios pueden permanecer abiertos los domingos y a altas horas de la madrugada. Esta situación resulta absurda e injusta a los ojos de los restauranteros y vendedores de vinos y licores de Torreón, quienes alegan que si el objetivo es disminuir el consumo de alcohol, éste no se cumple, ya que los torreonenses que quieren comprar bebidas embriagantes los domingos o seguir tomando en un antro después de las dos de la mañana, pueden hacerlo en Gómez Palacio, en donde, como consecuencia, se genera una mayor derrama económica para bares y expendios. Cuando se ha propuesto la homologación de los horarios en las tres ciudades para evitar esta simulación, en los mismos ayuntamientos ha surgido el rechazo. Torreón quiere que Gómez Palacio aplique su reglamento y viceversa. Nadie cede y a fin de cuentas se imponen los intereses municipales sobre los regionales.
En cuanto al segundo ejemplo, cabe recordar que cuando la Cider se creó a finales de 2004, a solicitud del Consejo Lagunero de la Iniciativa Privada (CLIP), y con el aval de los gobernadores de Coahuila y Durango, se plantearon como objetivos primordiales la homologación de leyes y reglamentos, el mejoramiento de la infraestructura urbana, el desarrollo sustentable, el cuidado del agua, el empleo y la seguridad. Además, se dijo que la comisión no sería “un catálogo de buenas intenciones”. A casi tres años de su formación, ninguno de los planes presentados en las primeras reuniones se ha concretado y actualmente las autoridades muestran poco o nulo interés en darles seguimiento.
Ahora que los alcaldes de las llamadas ciudades hermanas firmaron la Carta de Intención de los Municipios de la Zona Metropolitana de La Laguna, el panorama no parece ser distinto. El mismo 11 de junio se informó que con el nuevo Reglamento de Vialidad el Ayuntamiento de Torreón limitaría la expedición de permisos para circular sin placas, por lo que solicitó al Municipio de Gómez Palacio hiciera lo propio para evitar que los que ya no puedan hacerlo aquí, vayan a la vecina ciudad a conseguirlo. La respuesta de la Alcaldía gomezpalatina, un día después de signado el documento para fortalecer el área conurbada, fue de rechazo; el argumento: la expedición de los permisos vehiculares representa un importante ingreso para la Presidencia, por lo que, se dijo, “el tema no está a discusión”. Es decir, nuevamente el interés municipal por encima del regional. Con esta clara muestra de incongruencia, no hay lugar para el optimismo y la esperanza en el nuevo intento de integración de la Comarca Lagunera impulsado por las autoridades.
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