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La lista de hule

Gilberto Serna

Era de esperarse, no hubo sorpresa alguna. El país desde hace tiempo ha venido cayendo en una frenética espiral en el que la política con principios se retira como si fuera una línea curva que da indefinidamente vueltas alrededor de un punto, alejándose cada vez más de él en cada una de ellas- es el caso de los caracoles, o de las hélices. El punto en los asuntos públicos es la decencia que dejó de existir antes de nacer a la vida pública, alejándose cada vez con mayor insolencia a distancias astronómicas. No se explica de otra manera, a mi modo de ver las cosas, lo que ocurre con el cambio de hombres en el Instituto Federal Electoral, IFE, que contrariando la autonomía y la inamovilidad de que por ley fue dotado, se consideró que había cumplido un ciclo completo por lo que sus hombres deberían ser cambiados, pero a decir verdad se había perdido la confianza de un desempeño imparcial requerido. Según versiones, el problema era de origen pues los nombramientos de los consejeros no atendió a sus cualidades personales sino a las recomendaciones. Lo que trascendió dejaba en duda si el comportamiento de los consejeros obedecería a la necesidad de airear los asuntos a su cuidado o seguirían prevaleciendo los acuerdos en el retrete, sin otro objetivo que acatar, con férrea disciplina, las directrices de quienes tenían en sus manos las riendas del poder público.

La historia nos dice que el hombre es el único animal que se tropieza dos veces en la misma piedra. Apenas se dejaron de oír las palmas con las que se premiaba a quienes decidieron sacar de su puesto al consejero presidente Luis Carlos Ugalde, cuando el gran dedo hacía su aparición para ensuciar el proceso de donde saldrían el nuevo presidente y el relevo de dos consejeros más. Lo primero fue elaborar un procedimiento para la designación de los nuevos consejeros que a la postre resultó un fiasco. Se abrió un registro de aspirantes que en apariencia daría lugar a que se inscribiera quien tuviera el antojo de hacerlo, ya sea por sí mismo o por alguna organización ciudadana. Ello dio lugar a una verdadera romería en que la devoción no era a otra cosa que a la nómina en que bastaba el sentido común para obtener un resultado mejor que el obtenido por los defenestrados, los que después de pasar por varios filtros de un poco más de 500, sólo quedaron 39, que fueron previamente palomeados por los partidos políticos no sin que se dieran los incluidos de última hora que, se dice, no habían aprobado la evaluación de la Comisión de Gobernación de la Cámara de Diputados que estuvo dividida en cuatro grupos de trabajo encargados de entrevistar a los aspirantes.

Esos últimos pusieron en claro lo que desde un principio se sabía, que ocuparían su lugar los propuestos por los partidos políticos, sin otro requisito que la aprobación soberana de quien tiene interés en conformar los cuadros que vigilarán en su favor los comicios en el año de 2012. ¿Entonces, para qué tanta vuelta y revuelta si de todas maneras Juan te llamas? Los electos como consejeros obedecerán la línea que les marque su partido o aun mejor, la que les indique la persona a la que le deban el cargo. Una copia al carbón de lo que pasaba con los consejeros que participaron en los pasados comicios. La diputada Layda Sansores Sanromán denunció que la Comisión confeccionó “una lista de hule, que se fue estirando a capricho, para que entraran los amigos, sin importar su calificación”, agregando “Ésta es la farsa perfecta”, relatando que panistas, priistas y perredistas “se fueron a un rincón” a negociar. Esa es la manera de hacer política, ¿por los rincones? En los rincones hay basura, las arañas tejen su telaraña, los tratos se dan en una especie de clandestinidad, los acuerdos no son claros requieren que no haya testigos, se dan entre unos cuantos, la asamblea no participa. ¿Es así como queremos abrirle las puertas a la democracia?

Lo menos que se puede decir es que se pretende partidizar el proceso. Las acusaciones van y vienen en un ambiente que amenaza con tensarse aun más, tanto que ayer estaba a punto de prorrogarse el plazo de los actuales que se quedarían hasta que los partidos den su consentimiento. No obstante lo hasta aquí dicho, si por una causa o por otra los partidos no rompen las diferencias que han ido surgiendo durante este inútil proceso de elección, sería el asunto aplazado hasta nuevos acuerdos. Ayer el coordinador en la Cámara de Diputados reconocía que la elección de los consejeros no estaba determinada por la calificación que obtuvieron los candidatos sino que lo estarían hasta que los partidos políticos llegaran a un acuerdo. En la sala se escuchó una carcajada. Ni dejándolos solos resuelven sus fricciones. Se reía un hombre de espejuelos y grandes entradas.

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