Lo mejor que le pudo pasar a la profesora Elba Ester Gordillo es que llegara a la Presidencia Carlos Salinas de Gortari. No obstante a la hora suprema, cuando se le pidió se sumara a la campaña a la Presidencia, se negó dejándose llevar tanto por su animadversión al candidato del PRI, con el que había chocado en varias ocasiones, como por la preeminencia a que había llegado dentro del sindicato de maestros, estimando que no podía ser relegada a ocupar un papel secundario, llegando el momento en que sus diferencias con el número uno de su partido político, la hicieron despotricar hasta llegar al grado de decir que haría lo que fuera necesario para que Roberto Madrazo, ya entonces elevado a la categoría de candidato, no ganara la elección. La maestra estaba muy resentida, quizá con razón, además había fortalecido su liderazgo por lo que podía darse el lujo de rechazar propuestas de reconciliación, que incluían varios ofrecimientos. Por otra parte, ya había establecido lazos con quienes finalmente le redituarían mayores beneficios, por lo que estuvo dispuesta a hacerle la vida de cuadritos al abanderado de su partido político.
Lo que siguió es del dominio público. Roberto perdió. Andrés Manuel en un cierre de nariz con nariz, resultó derrotado por Felipe. Lo interesante de este asunto, para los efectos de esta colaboración, es que trajo como consecuencia que la profesora obtuviera como ganancia efectiva, por su cercanía con Los Pinos, mayor control del gremio que le entregó en charola de plata el entonces huésped de la casa presidencial y ese mayor control, provocó a su vez una sinonimia al hacer subir sus bonos en la oficina del Presidente. Podría decirse que desde ese entonces la maestra se encuentra en los cuernos de la luna. Tan es así que acaba de obtener un resonante triunfo.
Creo que la maestra está dejándose llevar, al permitir se le mantenga per secula seculorum como dirigente sindical, junto a sus gentes, para lo cual la lideresa a la par de ser nominada para ocupar permanentemente la plaza de mandataria en calidad de presidenta del sindicato, se dio un voto de confianza para decidir quiénes se quedan en los comités seccionales. Eso lo votaron los consejeros reunidos en Rosarito, Baja California el 6 de julio pasado. Hay varios puntos en donde está claro que pudo haber una violación al procedimiento para la renovación de las autoridades interiores del sindicato. La profesora no estaría cometiendo el pecado de soberbia si, ajustándose a los estatutos que rigen esa organización, en un Congreso Nacional citado ex profeso, los maestros decidieron como lo hicieron, pues la asamblea es soberana y puede decidir por unanimidad de votos, los cambios a sus Estatutos que la ley les autorice.
La maestra Elba Ester decidió aceptar quedarse de manera perpetua, pues los agremiados a su sindicato así se lo pidieron. Además, su trabajo le ha costado maniobrar en una organización donde, más que en cualquier otra agrupación, abundan las personas pensantes. Si los maestros consideran que es conveniente se quede hasta el día del juicio final, por algo será. Son las masas las que en último caso resuelven. La democracia en eso consiste: en que las mayorías se manifiesten libremente y las minorías se conformen, a eso se reduce todo. Es un paso que para ella debió serle difícil. Es el caso de los reyes en los países donde existe una monarquía. Es común y nadie se sorprende de que los mantengan durante el resto de sus vidas. Nadie se queja de que así ocurra y de lo que se ha visto, sus súbditos están orgullosos de que así sucedan las cosas. El pueblo en diversas épocas ha mostrado su beneplácito aun para que la misma rama familiar a la que pertenece el monarca hereden sus títulos. Eso acaba de acontecer, guardando las debidas distancias, cuando Napito ascendió al trono de su papá, en el gremio minero. La democracia no consiste, se debe concluir, en que forzosamente haya cambio de líderes sino en que se respete la voluntad de quienes integran una comunidad.
