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La maldita migra |Satiricosas

Manú Dornbierer

El domingo 15 de abril, los integrantes del grupo de 19 viajeros que terminamos un crucero de Acapulco a San Francisco, llegamos muy temprano al aeropuerto de la más interesante ciudad californiana, para regresar a casa en el vuelo 971 de Mexicana de Aviación, hoy privatizada a uno de los Azcárraga. Horarios de terrorismo, por supuesto. La empleada de tráfico, una gordita güera de rancho, medio gringa y medio mexicana, nos documentó amablemente. Le puso a las maletas la etiqueta “Importante” y nos mandó a Migración con nuestros pases de abordar “seleccionados”, es decir marcados con 4 SSSS subrayadas de amarillo. ¡Inocentes de nosotros!

Al llegar al sitio nos topamos con una mujer oriental que gritaba como sargento de película. En un principio algunos creyeron que “la china” era una histérica pelada, pero pronto nos dimos cuenta que simplemente desempeñaba su desprecitativo y comandado papel antimexicano. El ambiente en la sala era un poco caricaturesco, pero indudablemente vejatorio e intimidante.

A cuatro de los pasajeros, que por casualidad iban en primera clase, les indicó una entrada y a los demás nos señaló groseramente una especie de cabina con puertas frontales de acrílico por la que teníamos que pasar sin niguna de nuestras pertenencias, con la menor cantidad de prendas encima y descalzos. Fuimos pasando todos por el arco detector -¿estabámos en Belsen o en Dachau? - pero las dichas puertas no forzosamente se abrían una vez que la endiablada máquina hacía los ruidos necesarios y enviaba un ventarrón de abajo hacia arriba que literalmente estremecía. Una amiga mía se quedó ahí parada un buen rato con gran alarma de todos porque, dijeron, la función de la máquina consiste en detectar explosivos u otros cuerpos que pueda alguien traer en el ídem.

Por fin como la terrorista no lo era, la liberaron de la cabina y la revisaron en detalle. Pasaron por esa “silla eléctrica” personas bastante mayores, una con recientes problemas de corazón e ilegalmente resultaron también víctimas de la infernal cabina niñas de nueve y 11 años, ergo menores de 12, la edad mínima para el tormento. Otras muchachas más formaditas fueron objeto de insistente revisión manual tanto de los hombres como de las mujeres (hombrunas) del equipo de seguridad de algo que se llama “National Transportation Security Association”.

Otros tipos nos ordenaban pararnos en un lugar y también gritaban si nos movíamos un ápice. Fácilmente perdimos nuestras pertenencias de vista, todas deshechas en diferentes charolas para ser examinadas, expulgadas y manoseadas por ellos -creo que tenían guantes de hule - y sus máquinas. Después, nos hicieron sentar largamente en el molesto estado de semiencueramiento en unas sillas vigiladas, hasta que nos soltaron. Dije en español y en alta voz. “Esto es una violación a nuestros derechos humanos”. La jefa contestó también en español con leve acento y furia burlona: “Sus derechos humanos se quedan afuera cuando usted entra aquí”. Y otra agregó en inglés: “Fue su propia línea aérea la que pidió su revisión”. Y me devolvió mi pase de abordar señalando las 4 SSSS pintadas de amarillo.

Es evidente que el equipo de marras, compuesto por varias mujeres de pelo muy corto, deformadas y ventrudas (con panzas de hamburguesas que no de tacos) que hablan español, pero prefieren hablar inglés y hombres morenos y menudos, de tipo mexicano u oriental, ellas y ellos con camisa blanca, pantalón azul marino en su tono más triste y militar y zapatos negros unisex, está entrenado especialmente para maltratar a los pasajeros que embarcan hacia México en un avión mexicano. Es uno de los equipos creados por la Patriot Act, la ley antiterrorista del Terror emitida por Bush en 2001, para inventar el pánico. El Congreso de Estados Unidos, hoy demócrata, debería derogarla a la brevedad, ya que sabe sin la menor duda quién es el terrorista número uno del planeta, destructor del pobre Irak, al que tienen los gringos la desfachatez de llamar “joven democracia”. Cuestión de justicia para propios y extraños, sería la derogación de la “ley patriota”, pero también de limpieza interna de ese país suyo al que Bush ha degradado, poniendo el ejemplo y moda de las matanzas masivas.

La migra en las fronteras de tierra humilla, golpea, insulta y hasta mata a nuestros compatriotas pobres que con o sin documentos buscan trabajo en USA. A nosotros los muy documentados visitantes que vamos a gastar lana en el país del money, money, money, nos tratan en los aeropuertos como si fuéramos criminales, de esos que ha producido a pasto el terrorista W.

La empleada de CMA que nos documentó está ahora en la sala de abordaje. En el largo camino hacia la liberación me encontré al capitán y al copiloto del avión molestos también por la revisión de su maleta personal. Un equipo del Departamento de Migración de Estados Unidos realiza, cuando hay un vuelo de mexicanos en una línea mexicana, una especie de grotesco operativo intimidatorio que produce a sus integrantes orientales-gringos y gringos-mexicanos un sádico placer. Son palo de la misma cuña, estos esclavos del hoy Tío Sam personificado por W.

La güerita de rancho y otro empleado de Mexicana dijeron que se ven obligados a hacer lo que hicieron a sus pasajeros porque si no obedecen lo que manda la máquina del Departamento. de Migración y aplican “la enmienda” - ¿tachamos la segunda N?- les puede ir muy mal. No es posible que la máquina señale aleatoriamiente a los que deberán ser sacrificados ya que con los de pasajeros de primera no funcionó. Pero si la máquina se equivoca y manda niñas al tratamiento terrorista de la Migra, así como señoras mayores y enfermas, por aleatoria o ciega que sea, los empleados de CMA deben tener el criterio de salvar a personas así del ignominioso proceso dizque de seguridad de una compañía que al parecer es privada y pagada por el citado Departamento de Migración. Sería muy conveniente que se investigara esta extraña práctica de la Mexicana de Aviación.

Pero a todo esto ¿a qué rayos vamos a USA los que no necesitamos buscar trabajo allá? Y ¿por qué volamos por Mexicana si nos entrega al enemigo en vez de protegernos, para cumplir con su cuota de indignidad? Los pasajeros de aquel vuelo y otros no podemos nada contra la Migra, pero sí contra una compañía mexicana que pone a sus pasajeros en semejante situación. Viajemos sí, pero si no es indispensable, no al infierno de Bush.

www.manudornbierer.com

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