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La monotonía

Gilberto Serna

Nada nuevo bajo el Sol. Es una frase trillada, leída y releída infinidad de veces, queriendo decir que las cosas aquí en la Tierra no han cambiado en lo más mínimo, que tanto los fenómenos naturales como los atribuidos al ser humano continúan igual. Un día es semejante al que le precede y así sucesivamente uno tras otro, hasta llegar a la pesadez. El domingo hubo comicios en tres entidades federativas. Los partidos políticos que habían permanecido quietos casi sin ánimo, impasibles ante el transcurso de los días, de pronto cobraron vida y durante varios meses realizaron llamados a la ciudadanía para que acudiera a votar. Los ciudadanos que desconfían de que la boleta electoral unida a las demás traiga como consecuencia se borren las distancias entre lo que es y lo que no debe ser, en su mayor parte decidieron quedarse en sus casas a disfrutar del día de descanso, viendo y oyendo los juegos de futbol. No los culpo. Al día siguiente, por lo que ve a las elecciones a alcaldes y diputados locales, se leyó que el partido enviado a un tercer lugar en las pasadas elecciones federales regresó llevándose carro completo en una incipiente democracia que sus candidatos festejaron con gran rebombo proclamándose ganadores.

Estábamos mejor cuando estábamos peor, parecen exclamar las boletas electorales al presentarse con el escudo priista cruzado por dos líneas en equis. No le encuentro otra explicación. Es un voto de censura que debe hacer que los expertos, que cobran en la nómina, paren las orejas. Al parecer no supieron cómo acabar con el crimen organizado que ufano y coqueto durante algunos meses atrajo la atención social. Lo más que se les ocurrió fue crear en la realidad un estado de guerra en la que a poco pusieron en peligro a las instituciones de ser rebasadas. No se pensó en otra forma de combatirlo que no fuera a balazos. El miedo se apoderó del país dando lugar a que se creara un ambiente de incertidumbre. Los alzados, aunque en esencia no lo sean, se dieron el lujo de seguir en sus nefandas actividades sin el más mínimo respeto o temor a los cuerpos de seguridad. Hubo abusos contra la población civil, por parte de los encargados de la seguridad que dio lugar al desencanto expresado, en el dicho coloquial, de no me defiendas compadre. Eso demostró debilidad o, peor aún, falta de oficio en las fuerzas llamadas del orden.

Al final de cuentas resulta fortalecido el gobernador Ismael Hernández Deras, al llevarse su partido la mayoría de los distritos, por lo que tendrá un Congreso local a modo. Sin casi despeinarse no paró su ritmo de trabajo a pesar de las críticas de los partidos contrarios quienes lo acusaron de actuar con parcialidad en el proceso electoral. Es evidente, si atendemos a las grandes ojeras que mostraban su rostro, pues los nervios no lo dejaron dormir tranquilo durante los días en que se desarrollaron los acontecimientos. No era para menos. Las elecciones fueron pacíficas a pesar de que no faltaron hechos lamentables como el que protagonizaron personas en el interior de una casilla donde patearon urnas, tiraron mamparas y arrojaron papelería por los suelos retirándose sin llevarse nada. Ese acontecimiento tuvo lugar en Gómez Palacio. ¿A que obedeció ese desmán? Lo único que puede hacerse para desentrañar el misterio que rodeó el caso es elucubrar al respecto. Se trató, ni más ni menos, que de un rechazo a las políticas que han seguido los gobiernos en materia electoral.

Por otro lado, las imágenes en los periódicos nos dan cuenta de que el movimiento encabezado por AMLO no ha muerto. Como la demostración plena de que aún está vivito y coleando. Una plaza llena de simpatizantes nos dice que esto no se ha acabado. La gente en este caso no olvida. Esa sería la lectura que se antoja la más seria para descifrar el por qué los votantes escogieron a abanderados priistas y no a los panistas para ocupar las casas consistoriales. Aclaremos esto que parece un contrasentido. El PRI ha vuelto por sus fueros ante la duda de si las pasadas elecciones presidenciales fueron o no limpias. ¿Y en todo caso, por qué no el PRD? bueno ese es otro cantar. Los electores parece que quieren elegir a un partido que le pueda hacer frente al Gobierno. Los que tienen una sólida estructura proveniente de muchos años de ejercer el poder público sin lugar a dudas son los priistas, con todo y sus defectos. ¿En este momento quién puede convertirse en el fiel de la balanza? sin temor a equivocarme es el PRI. El voto en contra es, en cierto sentido, una abierta y cruda recriminación a cómo se está llevando la cosa pública en este país. Total, nada nuevo bajo el Sol, sólo la misma monotonía de siempre.

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