CONTINUACIÓN
Dr. Ignacio Orona Castillo
Cuando el negocio agrícola fue suyo, Don Amador Cárdenas principió su acción de hombre de empresa construyendo por el año de 1876 la presa derivadora El Realito, sobre el Río Aguanaval y dos años después ya irrigaba una extensión aproximada de veinte lotes de tierra.
El cultivo era el algodón y su despepite se hacía en un molino de ruedas de piedra situado en Sombreretillo, Durango, por un procedimiento enteramente primitivo, que consistía en un mecanismo impulsado por un sistema de aspas, con cajones, mismo que se movía al golpe de una pequeña caída de agua derivada del río Aguanaval. Hecho el despepite, se enviaba el algodón por tierra a Durango, consignado a don Emilio Stanley, dueño de la Fábrica de Hilados “El Tunal”.
Con el advenimiento del ferrocarril, pudo ampliarse los cultivos y su sistema, empleando semillas importadas y operando despepitadores modernos; con la apertura de nuevas tierras, se crearon las entidades agrícolas anexas, siendo la primera y principal la hacienda de “La Flor”.
La construcción del ferrocarril en la región demandó un lugar para concentrar material necesario para ello, así como infraestructura de vivienda para los que en la obra trabajarían, lo que trajo como consecuencia el nacimiento y crecimiento de la Estación Jimulco, donde Amador fincó hoteles y casas de renta, ya que esas tierras pertenecían a su ahora hacienda Ximulquillo.
Tuvo, sin embargo, que vender al Gobierno de México parte de sus tierras para el paso del tren y el desarrollo de actividades relacionadas al ferrocarril, el cual fue construido por norteamericanos.
Así pues, en Jimulco se construyó y desarrolló lo que llamaban la Casa Redonda, donde componían y daban mantenimiento a máquinas y carros del ferrocarril. Se hizo y funcionó también una escuela para maquinistas, garroteros y conductores de ferrocarril. A los pobladores de Jimulco, integrados por gringos y mexicanos en capacitación para operar el ferrocarril, así como algunos moradores del pueblito que se dedicaron a vender su fuerza de trabajo al ferrocarril, al comercio y los servicios, Don Amador les vendía el agua que requerían, traída desde el manantial de Ximulquillo en tubería de acero.
La mejor administración de sus propiedades lo llevó finalmente a construir su hacienda en lo que es ahora La Flor de Jimu1co, hasta donde condujo el agua de la fuente de la Hacienda de Jimu1co (Ximulquillo).
En 1885 Amador Cárdenas fue invitado por los hacendados y coroneles del Gobierno en turno, Bernardo Saldaña (dueño de Santa Rosalía) y Felipe Rodríguez (dueño de la hacienda El Zacate, hoy Santo Niño Aguanaval) a saludar al presidente Porfirio Díaz en el tren presidencial en su paso a Ciudad Juárez por la recién inaugurada vía de Ferrocarril, en la estación La Mancha, donde les pidió lo acompañaran en su visita, éstos aceptaron con gusto la invitación y debido a la facilidad de relaciones sociales que Amador Cárdenas poseía, enseguida se hizo amigo de Don Porfirio Díaz.
En parte de sus tierras, ubicadas en La Flor, rentó terreno para la construcción de una Fábrica de Guayule operada por alemanes, la cual estuvo funcionando al mismo tiempo que la Casa Redonda y la escuela de capacitación para ferrocarriles en Jimulco. A los alemanes poseedores de tal factoría, les vendía también el agua que necesitaban para ello. Asimismo, los minerales de San José de Alférez los rentó a la American Smelting Co.
En 1909, el presidente fue invitado por Don Amador Cárdenas a visitar su nueva Casa Grande, por lo que el tren presidencial se detuvo en La Flor. Se dice que fue recibido muy en grande por Don Amador, con una alfombra desde su bajada del ferrocarril hasta la entrada de la Casa Grande y con pacas de algodón formando un arco para que a su compadre Porfirio Díaz no le diera el sol.
En dicha visita Don Amador le pidió al presidente que cambiara a otro lado la fabrica de guayule que se encontraba funcionando en La Flor y también La Casa Redonda y la escuela para operadores del Ferrocarril que existía en Jimu1co, ya que para ese entonces los trabajadores agrícolas y de fabricas de La Flor y de Jimu1co se querían agregar a las Fuerzas del Revolucionario Don Francisco Villa; por tanto, el presidente ordenó tales cambios, de tal forma que la fábrica de guayule la movió a la capital del estado de Coahuila, Saltillo y la Casa Redonda y la escuela para operadores de ferrocarriles para Gómez Palacio y Torreón respectivamente. De esta forma, se disolvió la idea de “jurar Villa”.
Para este año, Juan Cárdenas, hijo de Don Amador fue presidente municipal de la ciudad de Torreón, en aquel entonces los presidentes duraban sólo un año en funciones.
Los pueblos anexos de Jimulco
Durante el siglo XIX se continuó explotando los fondos mineros, aunque en pequeña escala. En 1900 se fundó la primera negociación guayulera del país en La Flor, compañía que llevó el nombre de “La Anglo-Mexicana”.
Por muchos años, los campesinos de la región de Jimulco explotaron por su cuenta el corte y tallado de ixtle, pagando una pequeña renta a los propietarios de la tierra.
Se fabricaba también vino conocido bajo el nombre de sotol, extraído del agave que se reproduce abundantemente, y a las “vinatas” de Jimulco venían de lejanos lugares por su producto.
Los anexos de Jimulco, además de la Hacienda “La Flor”, fueron la Trinidad, Pozo de Calvo, Juan Eugenio y Jalisco, pertenecientes al municipio de Torreón y Nazareno y Picardías, pertenecientes a Durango.
Cabe aclarar que durante el periodo 1884-1912 Don Amador Cárdenas no abrió ninguna labor a excepción de La Flor. Las labores fueron abiertas por arrendatarios.