La afición animó en todo momento al Santos Laguna, con pañuelos blancos que hicieron vibrar las tribunas del Estadio Corona. (Fotografías de Ramón Sotomayor Covarrubias)
Torreón, Coah.- Un juego de lujo. Ayer, la noche de La Laguna por fin empezó a sentir el Centenario, la fiesta y el reconocimiento de que somos gente de lucha y entrega. Eso lo tenía entendido Santos Laguna y qué mejor que demostrarlo ante el América, equipo que produce más sentimientos de amor y odio.
El conjunto albiverde salta a la cancha con un mensaje para Oswaldo: “Estamos contigo”. El primer encontronazo fue en medio campo, Guerreros y Águilas salen al mismo tiempo y se aglomeran en el centro para saludar al público.
Entre ambos conjuntos miles de caras conocidas, Vuoso saluda a todos sus ex compañeros, mientras que realizan el cambio de cancha.
De inicio Santos intenta imponerse en el área azulcrema con arribos que emocionan a la tribuna, y el América opta por buscar una oportunidad para aprovechar y mantener el dominio ante los Guerreros en su casa.
Miguel Becerra tiene una gran responsabilidad y sabe que no debe titubear. Oribe Peralta se mueve pero aún no se encuentra.
El que está de regreso es Matías Vuoso, quien lucha, dribla y busca conseguir su gol, así era antes de irse al América. Pero sería Daniel Ludueña quien haría que el júbilo explotara, ante la mirada atónita de los cientos de americanistas. La porra del América parece que no trae la energía de otros días, pues se encontraban muy calladitos.
Casi al final Becerra demuestra su calidad, al sacar un cabezazo de Rodrigo López. El portero se lleva su primera ovación de muchas que va recibir en el torneo.
Las Guerreritas muy festivas bailan la Filomena, “Torreón, Torreoooooooón...”. Por fin el “Lorito” Jiménez, quien durante la semana estuvo fino en los tiros hacia el marco, aprovechó un pase de Ludueña y empalmó de derecha para hacer que en los aficionados estallara la alegría. Mientras en las tribunas había problemas con algunos americanistas desesperados, Ludueña madruga a todos y hace que la locura explote en toda La Laguna.
América se desdibuja y el “ole” aparece en el Corona. Ahora sacan a los rijosos de entre la multitud, y de la cancha sale de cambio Germán Villa.
Lorito es otro, pero no sólo él, todo el equipo, hasta la tribuna apoya con todo como siempre lo había esperado hacer. Aún faltaba más, Matías se reconcilia con su pasado, es más guerrero que nunca, provoca penal, lo anota y lo celebra en la banca visitante. Los aficionados saltan, se animan, exigen el quinto, pero no hay problema, con los cuatro clavos que se lleva el americanismo es suficiente.
Los laguneros en todo el mundo estarán contentos por este resultado histórico. Al final la alegría va a durar por muchos años, Torreón celebrará un aniversario redondo. Fue una noche que bien vale guardar por un centenario.