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La presea Saltillo 2007| Hora cero

Roberto Orozco Melo

Ayer se cumplió el impreciso 430 aniversario de Saltillo y como lo hemos hecho desde el año 1977, en que esta ciudad llegó a los 4 siglos de existencia, los saltillenses nos reunimos en sesión abierta de cabildo para celebrar la efeméride y presenciar la entrega de la Presea Saltillo 2007 ahora discernida a tres ciudadanos aborígenes y una institución educativa cuya vida y trabajo probó merecerla. Felicidades al Cabildo por la selección de premiados y al gobernador Moreira por su agradable discurso en la ceremonia.

Los homenajeados en vida son la profesora Cecilia Rodríguez Melo y el licenciado Armando Javier Guerra Guerra; la Presea post-mortem fue dedicada a honrar al gran matador de toros, Fermín Espinoza “Armillita”, oriundo del entrañable barrio saltillense “Águila de Oro” La presea de carácter institucional correspondió al centenario Colegio Zaragoza, el cual ha sido servido por varias generaciones de hermanos de la orden que fundó el eminente pedagogo francés San Juan Bautista de La Salle.

Homenaje justo, en grado de excelencia, es el otorgado al maestro de maestros, Fermín Espinoza Saucedo, más conocido como Armillita en el mundo del toreo. Hay en Saltillo una estatua dedicada a honrar sus merecimientos taurinos y muchos tendría pues en el mismo sitio en que fue colocada, en la plaza San Francisco, estuvo por casi un siglo, de cuerpo entero, la efigie en bronce de don Benito Juárez García, padre del federalismo, inspirador de la Constitución de 1957 e impulsor del moderno Estado mexicano.

Cecilia, mi querida prima hermana, mantiene una fecunda hoja de servicios en la educación preescolar y en las bellas artes. Se recibió como educadora en la Escuela Normal de Coahuila hace 55 años y desde 1977 es directora del Centro Cultural Santa Anita, en el edificio que antes fue la Quinta veraniega de la familia de don Vicente y doña Aurelia Ferrara, llegados a Coahuila finales del siglo XIX, después radicados en Cuatro Ciénegas, creo que también en Monclova y finalmente asentados en Monterrey. La Quinta, duplicado de una residencia italiana de verano, fue construida precisamente para ese fin: descansar del agobiante calor de la capital de Nuevo León, donde don Vicente tenía una empresa de fundición.

Uno de los últimos dueños de la antigua Quinta Ferrara fue el conocido empresario saltillense José Antonio Villarreal Acosta, quien la vendió al Gobierno del profesor Óscar Flores Tapia para que allí erigiera un centro dedicado a la enseñanza de las bellas artes, tarea que fue encomendada a Cecilia.

Tan bien lo hizo ella que al empezar el Gobierno de José De las Fuentes fue ratificada como Directora y lo mismo acordaron los subsiguientes gobernadores: Eliseo Mendoza Berrueto, Rogelio Montemayor Seguy, Enrique Martínez y Martínez y el actual, Humberto Moreira Valdés.

No ha sido menos meritoria su tarea como educadora: Cecilia logró la construcción de veinte edificios que albergarían a sendos Jardines de Niños, gestionó las plazas correspondientes ante la Secretaría de Educación y dirigió varios de estos kindergardens hasta su jubilación, hace algunos años.

Siempre ligada por vocación personal al arte escénico, Cecilia Rodríguez Melo fue activa participante en los tres importantes grupos teatrales que tuvo Saltillo a partir de los años 50 del siglo pasado: El que dirigió Héctor González Morales, el dirigido por doña Carmen Aguirre de Fuentes y el de Lourdes Valdés, del Centro Regional de Bellas Artes, de gratísimos recuerdos para los que estuvimos cerca del movimiento cultural de aquellos años.

Armando Javier Guerra Guerra tiene, así mismo, una activa hoja de servicios a favor del arte y de la cultura en general. Lo recuerdo cuando contaba apenas veinte años: era un muchacho inquieto y beligerante, nerviosamente preocupado por la organización de clubes de cine, conferencias y presentaciones de grupos teatrales, entre los que presentó, él mismo lo evoca, algunas obras del viejo teatro griego en el valiente empeño de culturizar a los obreros siderúrgicos de Monclova, luego a los “cinseros” (de la Cinsa) en Saltillo y finalmente a las comunidades del estado de Coahuila: todos los municipios y todas las colonias urbanas y pequeñas localidades.

Armando se conserva en el mismo humor irónico y tono jovial que le ha caracterizado: aquél insensato que un día logró que la Editorial Novaro publicara un volumen antológico con primigenios textos de narrativa de varios aficionados a la literatura de Coahuila: “Todos Juntos” Terco y empeñoso, Armando no descansó hasta que el pintor José Luis Cuevas diseñó la portada para aquel libro con el cual quienes participamos tuvimos una probadita de gloria literaria. Felicidades, Chino, por este merecido premio.

En lo que toca al Colegio Zaragoza la Presea Saltillo de 2007 quedó en justas y merecidas manos. La institución lasallista es parte activa de la historia de Saltillo desde el año 1907. Muchas generaciones de saltillenses aprendieron lo esencial de la vida y de la educación en sus aulas y con esas armas éticas y culturales emprendieron las carreras profesionales con las cuales sirvieron a su comunidad y fueron, ellos mismos, hombres de bien y de éxito.

Felicidades, señor director Gaytán, para usted, para los maestros y para los alumnos que el colegio Zaragoza continúa formando en modo incesante. Que así siga y así sea la flamante Universidad Lasallista que ahora tenemos en Saltillo.

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