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La propiedad| Jaque mate

Sergio Sarmiento

“Los ladrones creen en la propiedad; lo malo es que les inspira un excesivo amor”.

G.K. Chesterton

En un momento en que la izquierda en países como el Reino Unido, España y Chile se vuelve más moderna, rechaza el autoritarismo y acepta las reglas del mercado, en México parecería a primera vista que estamos yendo para atrás.

El año pasado pudimos ver el rostro de esa nueva izquierda en los campamentos de la CNTE y de la APPO en Oaxaca y en los plantones del PRD y sus aliados en el Paseo de la Reforma. En todos ellos se exhibían imágenes de Marx, Lenin, Stalin, Fidel Castro y el “Che” Guevara, al tiempo que se coreaban lemas en contra del capitalismo y de la propiedad privada.

Pero no creamos todo lo que escuchamos. La verdad es que esta nueva izquierda mexicana, esa que no se avergüenza de desplegar imágenes de Stalin, no se opone tanto a la propiedad privada como uno pudiera pensar. De hecho, muchas de las luchas de sus militantes no pretenden otra cosa que reivindicar el derecho a la propiedad privada.

Sí, es verdad, los nuevos comunistas defienden la propiedad privada, aunque parezca difícil de creer. En el año 2001, por ejemplo, unos 500 ejidatarios de San Salvador Atenco crearon el Frente del Pueblo en Defensa de la Tierra para oponerse a una expropiación de sus tierras ordenada por el Gobierno Federal con el fin de construir un nuevo aeropuerto. Si bien el ejido no es propiamente una propiedad privada, lo interesante del movimiento es que cuestionaba la prerrogativa que siempre ha asumido el Gobierno de expropiar cualquier propiedad que se le antoje. Al final, el movimiento logró derrotar al Gobierno y obtuvo la cancelación de la expropiación. Los derechos de propiedad triunfaron sobre la prerrogativa de expropiación del Estado.

El movimiento de la CNTE y la APPO el año pasado en Oaxaca no buscaba otra cosa que reivindicar también la propiedad privada. Por eso los miembros de estos movimientos tomaron las calles y las plazas del Centro Histórico de Oaxaca y establecieron ahí sus campamentos. Su propósito, claramente, era reclamar un derecho de propiedad privada sobre las vías de comunicación, que a su juicio no tiene por qué seguir siendo públicas.

Una situación similar ha ocurrido con los perredistas y sus grupos afines en la Ciudad de México. El año pasado mantuvieron un prolongado movimiento para declarar la privatización del paseo de la Reforma, avenida Juárez y la calle de Madero en el Centro capitalino. Durante varias semanas establecieron campamentos en estas calles con la idea de convertirlas en propiedad privada. Desafortunadamente el movimiento desfalleció y esas vías de comunicación volvieron a ser públicas.

En los últimos días hemos visto un plantón de un grupo de maestros de la CNTE en la Plaza de la República frente a las instalaciones del ISSSTE. Es tan fuerte el sentido de propiedad privada de este grupo que ha pretendido edificar unas casitas en los predios antes públicos de los que han podido apropiarse. El perverso Gobierno del Distrito Federal, siempre tan opuesto a la propiedad privada, siempre tan presto a expropiar casas y vecindades, les ha impedido hasta ahora construir sus casitas con tabiques. Pero la propiedad privada ha prevalecido de cualquier manera, ya que los nuevos propietarios han podido edificar sus casitas con madera sin ser molestados por la Policía.

Hay una larga tradición capitalista en nuestro país que se niega a aceptar que los espacios públicos puedan seguir siendo públicos. Basta pasear un día por el Eje Central de la Ciudad de México o por algunas de las calles detrás de la Catedral Metropolitana o del Palacio Nacional para ver la enorme fuerza del movimiento privatizador en México. Las aceras y las calles, antes espacios públicos, han sido convertidas en comercio privados. Partidos políticos como el PRI y el PRD, fuertemente comprometidos con la propiedad privada, los apoyan en estas acciones privatizadoras.

Tenemos en otras zonas un movimiento de privatización de las calles. Grupos de franeleros, protegidos también por partidos políticos, han hecho suyos los lugares de estacionamiento, los cuales alquilan a los automovilistas como cualquier propiedad privada.

No hagamos, pues, mucho caso a los retratos de Marx, Lenin, Stalin o el “Che” Guevara en los campamentos y reuniones políticas de la nueva izquierda mexicana.

Quizá éstos sean los rostros que han heredado de sus predecesores y sobre los que tengan los derechos de comercialización. Pero los verdaderos héroes de esta nueva izquierda no son otros que Adam Smith, Ludwig von Mises y Milton Friedman. De hecho, esta nueva izquierda capitalista va mucho más allá de lo que habrían imaginado estos viejos liberales. Ni siquiera ellos habrían soñado con privatizar las aceras y las calles de las ciudades.

OBRADOR DICE QUE NO

Andrés Manuel López Obrador quiere dejar en claro que sigue siendo el líder de la izquierda de nuestro país. Este fin de semana, desde El Naranjal en Veracruz, dictó línea a los legisladores del Frente Amplio Progresista: “Nosotros no aceptaremos esa reforma. Desde aquí, desde El Naranjal, mando decirle (sic) a nuestros legisladores que no queremos ninguna concesión, que por ningún motivo vayan a prestarse para que se cobren más impuestos a la mayoría de los mexicanos”. Curiosamente, la misma reforma fiscal ha sido rechazada por los empresarios porque ellos dicen que el cambio de reglas afecta de manera indebida a las empresas y no amplía realmente la base de contribuyentes.

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