“Recesión es cuando un vecino pierde su empleo. Depresión es cuando tú pierdes el tuyo”.
Ronald Reagan
Desde principios de los años ochenta no ha habido en los Estados Unidos una verdadera recesión, esto es una caída en el Producto Interno Bruto del país de cuando menos dos trimestres consecutivos. En algunos casos se han registrado desaceleraciones o trimestres aislados en que la actividad económica se ha contraído, pero desde 1982 el crecimiento económico ha sido sostenido. Incluso después de los atentados terroristas de septiembre de 2001 se produjo una desaceleración, con caídas en algunos trimestres aislados, pero no una verdadera recesión.
Hoy, sin embargo, los economistas se preguntan si se aproxima finalmente una recesión en Estados Unidos y reflexionan sobre cuáles serán las consecuencias en México si ésta ocurre.
Algunos de los indicadores que suelen presagiar una recesión se encuentran ya presentes. Las bolsas de valores, por ejemplo, han perdido terreno de manera importante en las últimas semanas. El precio del petróleo crudo ha estado rondando los 100 dólares por barril a lo largo de varias semanas; y mucha gente recuerda que la última vez en que el petróleo tuvo un alza tan espectacular, a fines de la década de 1970, se produjo la mayor recesión en Estados Unidos desde la Gran Depresión de los años treinta. La crisis del sistema financiero producida por los préstamos hipotecarios promueve una recesión porque reduce el crédito disponible y porque castiga a la industria de la construcción. El dólar de los Estados Unidos, por otra parte, ha perdido un 50 por ciento de su valor frente al euro desde el año 2000.
Estados Unidos es un país que tiene muchos años con un ahorro negativo: esto es, los estadounidenses gastan más de lo que ganan y compensan el faltante con crédito. Esta situación puede ser sostenible durante algún tiempo, pero tarde o temprano cae por su propio peso. La deuda adquirida se vuelve imposible de aguantar.
Pero no sólo las personas físicas han incurrido en este pecado. Si bien Bill Clinton logró durante los años noventa equilibrar el presupuesto gubernamental al tiempo que impulsaba una saludable tasa de crecimiento económico, George W. Bush ha llevado a los Estados Unidos a un déficit tan grande o más que el que tuvo el país en los años setenta y ochenta. El gobierno estadounidense, en consecuencia, también se está endeudando de manera importante.
Dos circunstancias han coincidido para que los estadounidenses hayan podido vivir más allá de sus medios durante años. Una es la aceptación del dólar como divisa de intercambio y ahorro en muchos lugares del mundo a pesar del deterioro en su tipo de cambio. Los bancos centrales de países como China, Taiwán, Corea del sur y México, entre otros, mantienen enormes reservas en dólares que constituyen una especie de subsidio al valor de la divisa estadounidense. Si el dólar empezara a ser rechazado como divisa de reserva, su cotización en el mercado se desplomaría de inmediato.
Otro factor ha sido la creciente participación de China en los mercados internacionales. A pesar de que el petróleo, los metales y las demás materias primas han subido fuertemente de precio en los últimos años, las manufacturas chinas han permitido mantener la inflación oficial bajo control. De no haber ocurrido este fenómeno, la Reserva Federal de los Estados Unidos se habría visto obligada a subir las tasas de interés de manera radical para contener el alza de los precios. Esto habría frenado el consumo y la actividad económica, pero también habría elevado el ahorro y habría disminuido, por lo tanto, los desequilibrios que hoy se registran en la economía estadounidense.
De momento las señales sobre una posible recesión en la Unión Americana son mixtas. Por una parte, la crisis hipotecaria y el alto precio del petróleo hacen prever una caída importante en la actividad económica; por la otra, los estadounidenses siguen manteniendo un consumo excesivo, como si realmente no hubiera futuro.
Todos los analistas están previendo una desaceleración en la economía estadounidense en 2008, pero pocos se atreven a prever una recesión formal, con una caída real de cuando menos dos trimestres en el producto interno bruto. El problema es que entre más tiempo transcurra para que se registre esa recesión, la cual ayudaría a limpiar muchos de los problemas de la economía estadounidense, hay razones para pensar que cuando finalmente llegue será mucho más fuerte de lo que habría sido de otra manera.
La recesión en Estados Unidos tendría consecuencias enormes en México. Ya sabemos que cuando la economía estadounidense estornuda, a la mexicana le da pulmonía. Más nos vale estar preparados.
REFORMA DEL ESTADO
Los diputados y senadores de nuestro país han inundado los tiempos de radio y televisión con una campaña en apoyo a la reforma del Estado, pero la avalancha de comerciales no ha logrado siquiera que la gente se entere del asunto. Una encuesta de BGC, Ulises Beltrán y Asociados, señala que el 60 por ciento de las personas no sabe que se está realizando una reforma del Estado, contra un 32 por ciento dice que sí y un 8 por ciento no sabe o no contesta. De quienes dicen estar enterados, la enorme mayoría no identifica qué medidas, como la reforma electoral, forman parte de esta reforma del Estado.
Página de internet: www.sergiosarmiento.com