El título de este artículo corresponde a la obra de teatro que popularizó durante años el actor Gonzalo Vega y cuya trama se ha vuelto cada vez más común en el mundo actual.
En pocas semanas tocará a los argentinos estrenar de nueva cuenta el título de la Señora Presidenta en la persona de Cristina Fernández de Kirchner, ni más ni menos la esposa del presidente Néstor Kirchner y senadora en funciones.
Cristina, una abogada de 54 años de edad, atractiva y de recia personalidad, será a partir de diciembre la primera mujer en Argentina en llegar a la Presidencia por la vía democrática.
Y a unos cientos de kilómetros de Buenos Aires, otra Señora Presidenta despacha ya en el Palacio de la Moneda, en Santiago de Chile, desde el año 2005. Michelle Bachelet, una doctora pediatria de ideas socialistas, obtuvo el poder por la vía democrática y gobernará su país hasta el año 2010.
Es probable que en enero de 2009, por primera vez en la historia, una Señora Presidenta de nombre Hillary Clinton pudiera ocupar la Oficina Oval de la Casa Blanca en Washington, en donde vivió ocho años al lado de su marido William Clinton.
Las señoras presidentas han sido más comunes en los países europeos e incluso ha habido casos muy exitosos como en Inglaterra con Margaret Thatcher y en Israel con la ex primera ministra Golda Mier.
En América los casos de mujeres presidentas son más escasos y quedan todavía muchos países, entre ellos Estados Unidos y México, que nunca han sido gobernados por una representante del llamado sexo débil, término que parece ser ya cosa del pasado.
Entre otras presidentas latinas recordamos a Violeta Chamorro en Nicaragua, ex esposa del periodista asesinado Pedro Joaquín Chamarro.
En México varias mujeres han contendido para la Presidencia, entre ellas Rosario Ibarra de Piedra, Cecilia Soto y recientemente Patricia Mercado, pero nunca han logrado estar cerca de ganar una elección.
En el sexenio pasado se vio cercana la posibilidad de contar con una Señora Presidenta cuando la maquinaria oficial intentó llevar al poder a Marta Sahagún de Fox.
Recordamos como en marzo de 2004, cuando la carrera presidencial estaba por iniciar, la señora Sahagún se presentó en una reunión de periodistas mexicanos y extranjeros, investida con una aureola casi presidencial.
En aquella ocasión y ante la sorpresa de los propios periodistas la estructura de comunicación de Los Pinos dio más relevancia al discurso de la controversial Martita que al del entonces presidente Vicente Fox.
Pero huelga decir que las diferencias entre Marta Sahagún y la futura presidenta de Argentina son abismales, sin descartar que se trata de un fenómeno que no se había visto en las democracias modernas en contraste a las monarquías en donde por tradición las esposas reinas asumen el poder a la muerte del rey.
Cristina Fernández se ha dedicado a la política desde su juventud y con mayor intensidad a partir de su matrimonio con Néstor Kirchner. Ambos ocuparon puestos electorales en sus primeros años como profesionistas y luego se dedicaron a la abogacía privada, pero sin quitar el dedo del renglón para regresar a su verdadera pasión: la política.
Marta Sahagún, en cambio, no tenía carrera política ni preparación académica sólida. Llegó al Gobierno de Guanajuato como asesora de comunicación en tiempos de Vicente Fox y de ahí en adelante su historia ya todos la conocemos.
A pesar de que Cristina ganó la elección por un margen considerable, en Argentina hay temor de que la dinastía Kirchner perdure en el poder durante muchos años para perjuicio de la democracia y la estabilidad del país.
Habrá que estar muy pendientes de este nuevo e interesante fenómeno de la pareja Kirchner que por lo pronto mantiene –en buena parte- seducidos a los argentinos. Ya veremos cuánto dura esta luna de miel.
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