Qué exhibida le acaba de dar el gobernador Humberto Moreira al alcalde José Ángel Pérez, por la omisión del segundo en una participación activa de solidaridad con los ciudadanos de Piedras Negras, Coahuila, que el pasado 24 de abril sufrieron un tornado en carne viva.
El meteoro, con vientos de 180 hasta 250 kilómetros por hora y una duración de seis minutos, fue devastador, ya que el saldo fue de cuando menos tres muertos y centenas de damnificados, causado por un tipo de fenómeno que tenía más de veinte años de no ocurrir y que tuvo su origen del lado norteamericano, en la ciudad fronteriza de Eagle Pass.
El gobernador Moreira reportó que hay un registro total de mil 206 viviendas con daños, de las cuales 209 son pérdida total, 403 con daños graves, 379 con daños parciales y otras 215 con daños menores; por lo que fácilmente se puede estimar alrededor de cinco mil personas quienes en instantes perdieron su hogar de manera total o parcial.
Sin duda que este hecho es de lo más relevante que ocurre en el escenario regional y que tal vez por la distancia física, en La Laguna no ha sido ponderado como se debiera, ya que la magnitud de los daños fue más que considerable.
El asunto de Piedras Negras, que sí es una desgracia, se presentaba como oportunidad para que los laguneros de Coahuila se unieran al resto del estado en la asistencia urgente que requería la situación que se vive en aquellas tierras. Que permitiera de alguna forma, integrarnos en algo común, que tanta falta hace, ya que la división que guarda La Laguna, es más sensible que nunca. Sin embargo, sucedió lo contrario.
Amén de que el titular del Ejecutivo lanzó una advertencia de vetar a las compañías que les fue solicitada su cooperación para las labores de reconstrucción y que sencillamente optaron por hacerse guajes, cuando era importante la colaboración de todos, señalándolos como personas que sólo responden a intereses personales; que cuando Coahuila los necesita, ellos dan la espalda, de la misma manera –señaló el gobernador- el Gobierno los tratará: volteándoles también la espalda cuando pretendan lograr obras de asignación directa.
Lo malo es que dentro de esa declaración, Moreira habló de los alcaldes que tampoco se dignaron a participar y apareció el nombre del torreonense José Ángel Pérez, para que con ello se incrementara el fuego velado que se guarda entre el Gobierno Estatal y el Municipal; que al final sólo perjudica a los ciudadanos comunes de Torreón, porque los de la política están interesados en otras cosas que en realidad a servir, así que los errores si los pagan los comunes, al final qué importa, dirán en los hechos.
“Ni una llamadita nos echó”, espetó Moreira al referirse que el presidente municipal de Torreón no fue ni para tomar el teléfono y ofrecer ayuda. El día de ayer el alcalde reviró y dijo que había hablado con su homólogo de Piedras Negras, Jesús Mario Flores Garza e incluso había enviado víveres a través de la unidad de Protección Civil, pero la declaración denota cierta gana de escapar del tema.
Al final, los fregados son los siempre –los de clase humilde- y tal vez en el corto plazo no nos pase nada a los de Torreón, siempre y cuando no caiga algún desastre.
Por lo pronto le han ganado la partida a Pérez en el escenario mediático, ya que se llevó una balconeada que no se puede calificar de justa.
Lo que sí se puede uno preguntar, es que de tantos viajes que ahora hace nuestro edil para su trabajo de control partidista en el estado, ¿por qué ahora no dedicó tiempo con los jodidos del desastre de Piedras Negras? ¿Será que ellos no votan al interior del PAN? ¿Por eso es que no le interesó tanto?