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La última morada, un negocio con futuro

Héctor Jaramillo, admite que el negocio de los ataúdes es muy estable, aunque tiene cierta estacionalidad.

Héctor Jaramillo, admite que el negocio de los ataúdes es muy estable, aunque tiene cierta estacionalidad.

EL UNIVERSAL

Héctor Jaramillo logró prolongar un negocio familiar y encontró en la fabricación de ataúdes una actividad estable. Dice que la mejor época inicia en noviembre y concluye en junio.

MÉXICO, DF.- En esta vida lo único seguro es la muerte, dice el fabricante de ataúdes Héctor Jaramillo. Sin embargo, admite que sólo fallecemos una vez y por lo tanto el crecimiento del negocio está íntimamente relacionado con la tasa de mortandad, que en el país ronda las 500 mil personas al año, según cifras del Instituto Nacional de Estadística, Geografía en Informática (INEGI).

Héctor Jaramillo es la tercera generación de fabricantes de ataúdes. Su abuelo Silverio inició el oficio en un pequeño taller en Ciudad Nezahualcóyotl, Estado de México: “En esa época se vendían bien las cajas de madera. Sin embargo, el negocio no prosperó en esta primera etapa y cerró”.

Pese a ello, el padre de Héctor —Tomás— confió en el negocio y en la década de los 60 lo reabrió. Ataúdes Jarquín introdujo nuevos diseños y forros para la madera. Gracias a ello tuvo un auge durante los años 70 y 80. Sin embargo, la entrada de las cajas de metal vino a poner en crisis el negocio a finales de los 80.

“Yo entré al negocio como a los 21 años. En ese momento éste ya venía a menos, por lo cual tomamos la decisión de diversificarlo y comenzamos a trabajar de manera semiartesanal los ataúdes de metal”, indica.

Héctor explica que contrataron a un especialista en fabricar ataúdes en metal, gracias a lo cual afinaron su propio método de manufactura.

“Supimos adaptarnos a los nuevos cambios, en un negocio donde hay grandes empresas que utilizan maquinaria especial para hacer cajas en metal”, refiere.

La actualización implicó retos. “Teníamos nuevos productos, pero no se vendían”, expone. Ante ello, la empresa decidió contratar a un vendedor, el cual abrió terreno en el sureste mexicano.

El resultado fue que este vendedor dejó “colgados” a los dueños de Jarquín con algunos clientes, por lo cual Héctor se vio en la necesidad de ir a algunos puntos del sureste para resolver problemas de incumplimiento.

“Esa experiencia fue un contraste. Por un lado nos abrió camino, pero por otro nos dejó mal parados. Pese a ello logré mantener los clientes y comenzar a abrir nuevas rutas. Hoy tenemos relaciones desde hace 18 años con algunos clientes. Entendimos que debíamos adaptarnos a ellos, cumplirles con lo que pedían y darles un buen servicio”, dice.

Héctor Jaramillo admite que el negocio de los ataúdes es muy estable, aunque tiene cierta estacionalidad: “Nuestra temporada alta se inaugura en noviembre y acaba en mayo o junio. Hemos identificado que en estos meses se muere más gente. Nosotros lo atribuimos a que hay un periodo de muchas fiestas y vacaciones, de donde surgen accidentes y decesos”.

Explica que durante todo el año fabrican las cajas, pero en temporada alta es cuando se dedican a distribuirlas más en diferentes puntos del país: “Diariamente fabricamos entre 60 y 70 ataúdes, tanto de madera como de metal. Tenemos clientes en diferentes estados del país, sobre todo en el centro y sureste”.

Afirma que en la fabricación de ataúdes hay entre siete y diez empresas grandes y unas 300 medianas y chicas en todo el país. Pese a ello, Jaramillo revela que no todos sobreviven: “Muchas veces se cree que este negocio los va a hacer ricos, pero no es así. Hay que trabajar duro, no endeudarse de más, evitar gastos innecesarios y ante todo reinvertir, pues eso ayuda a consolidarse y crecer”.

Hoy, Ataúdes Jarquin está a punto de abrir una nueva planta en San Luis Potosí, hacia donde mudarían toda su producción: “Creemos que podemos mantenernos en este negocio pese a embates que vienen de fuera como productos chinos y españoles”.

En el caso de los españoles, hace como tres años vendieron muchos ataúdes en el país. Sin embargo, es difícil importar, pues las piezas ocupan un gran volumen. Respecto de los chinos, dice que todavía no llegan al país, pero en Estados Unidos ya están afectando a los fabricantes.

“Nosotros tratamos de adelantarnos a ellos mediante alianzas para traer insumos asiáticos. Los vemos más como socios aunque no descartamos que en un futuro lleguen cajas chinas al país”.

Jaramillo afirma que este negocio tiene futuro, pese a nueva competencia como son las cremaciones: “Este tipo de prácticas va en aumento, pero esperamos que ya no se use una sola caja para varios cuerpos, con lo cual nuestro negocio tendría un nuevo nicho en cajas de madera”.

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