Mañana es un día peligroso, lo mejor será rentar una película o empezar un buen libro y quedarse en casa para no arriesgarse a ?salir con un domingo siete?.
Reflexionar bien antes de que empiece la primera semana real de trabajo del 2007, ya que apenas mañana termina, oficialmente, el indestructible e inamovible puente de Guadalupe Reyes.
Atrás, en el año pasado, quedaron meses terribles que parecían interminables: los de después del accidente en la mina Pasta de Conchos; los previos a las elecciones (eternos); los de después; las tomas ?pacíficas? de Reforma y las no tanto de Oaxaca y los que faltaban para que llegara el primero de diciembre. Allá quedaron, en ese año pasado la ?pareja presidencial?, Andrés Manuel, Flavio Sosa y tantos otros que, finalmente, salieron con su ?domingo siete?.
Allá quedaron errores y vacilaciones (nuestros y de autoridades); oportunidades que se nos fueron, no porque faltaran voluntad y entereza sino por mil y una circunstancias; ?ene mil?, (como dicen ahora los jóvenes) formas de perder vilmente el tiempo; inmejorables intenciones que no se concretaron, por falta de compromiso (en el caso de las autoridades) y porque la situación estática del país (caso de muchos mexicanos) impedía cualquier avance, mientras que las economías de países tan ajenos y lejanos como China, Estonia, Irlanda, la India y Chile, por citar a unos pocos, crecieron y crecieron.
Allá, en ese horrible año pasado de hace una semana, quedaron para siempre jamás Augusto Pinochet y Saddam Hussein, dos dictadores de la peor calaña que han respirado el aire del planeta. Dos dictadores que en circunstancias previas y diversas, tuvieron el apoyo de los Estados Unidos y que como país y respecto a este par, también terminó saliendo con su ?domingo siete?.
En este lado del mundo aún quedan dictadores: ahí están Hugo Chávez y Fidel Castro. Muchos creen que éste ya se murió y que se está preparando al pueblo cubano para no salirles con ?domingo siete?. Al menos eso cree Yuzkeny, una joven cubana de 24 años, radicada en México desde hace poco más de dos y con quien coincidí en un viaje reciente. Ella tiene una estética de uñas en San Juan Iztapalapa. (A ver, ¿por qué no la abrió en Cuba?) Sus padres siguen allá; les ha ofrecido sacarlos, pero no han aceptado porque piensa que les sería difícil adaptarse a otra forma de vida. Yuzkeny (¿cubanización de Yevgeny?) está segura de que Fidel ya está muerto. Adora México pero dice que ?Fidel es un personaje; nadie ha hecho lo que él. La verdad es que las cosas en Cuba estaban muy bien hasta que Gorbachev cambió las cosas; a la caída de la Unión Soviética es cuando le empezó la crisis a Cuba?. Muy satisfecha con esa justificación, se toma una ?Cuba Libre? y dice sonriendo que en México sus amigos le llaman a esa bebida ?Una Mentirosa?.
Los venezolanos han ratificado a Hugo Chávez, quien se dice gran amigo de Fidel; los brasileños han hecho lo mismo con Lula, a quien se consideraba ?castrista? no hace mucho. Ahora, han surgido nuevos líderes en América Latina: Daniel Ortega en Nicaragua; Rafael Correa (segundo lugar en elecciones recientes) en Ecuador; el boliviano Evo Morales. Esta nueva ola de líderes de la izquierda ha capitalizado a un segmento que en América Latina vive por debajo de la línea de pobreza y representa a un 40 por ciento de la población. Los índices de desigualdad siguen siendo de los peores a nivel mundial: la quinta parte más baja de la población recibe el 4.5 por ciento del ingreso nacional, mientras que la quinta parte más alta percibe el 55 por ciento.
Según estos datos, reportados por el Banco Interamericano de Desarrollo (y citados en un artículo del Washington Post el pasado 13 de diciembre de 2006, por Jaime Daremblum, ex embajador de Costa Rica en Estados Unidos y actualmente director del Instituto Hudson para Estudios Latinoamericanos), ?a través de la democracia, este sector de la población menos privilegiado económicamente y desilusionado de las tradicionales élites gobernantes en América Latina, se ha convertido ahora en una fuerza política poderosa?.
Los nuevos líderes de izquierda ya no se publicitan demasiado como amigos de Chávez; ahora se les debe considerar izquierdistas pragmáticos, interesados en quedar bien con Estados Unidos para rescatar verdaderamente a estos sectores tan abandonados de sus países.
En México estamos estrenando año con un presidente nuevo. Lo bueno de que termine un año y empiece otro es que se renuevan, no solamente las intenciones, sino las oportunidades. Éstas son enormes, verdaderamente importantes. Lo que se necesita ya se ha repetido hasta el cansancio. En las pasadas elecciones, a un alto porcentaje de mexicanos le pareció que estuvimos ?así del precipicio?, si el otro candidato hubiera ganado la Presidencia; a casi todos nos lo confirmó por todo lo que ocurrió después.
Pero estamos a tiempo; cada año es nuevo y nos quedan seis. Los buenos propósitos y las mejores intenciones están a la orden del día. Con que cada quien haga lo que le corresponde, un pequeño cambio que sumado al de otros muchos resultará en una gran diferencia: un cambio paulatino, pero verdadero y sobre todo, real.
Aunque se tarde un poco, pero por favor, no nos vayan a salir otra vez con ?domingo siete?.
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