BUENOS AIRES NO ES COMO LA FLOR DE LA CANELA
En las clases de Geografía Universal de cuarto año de primaria, cuando uno empieza a tener una visión panorámica del mundo entero, es cuando te empiezas a dar cuenta que existen ciudades con nombres muy característicos y, lo lógico es que te imagines que en Aguascalientes hay muchas aguas calientes y que en Buenos Aires soplan buenos aires.
Luego ya de grande te das cuenta de que no necesariamente es así, pero siempre te queda la impresión de que Buenos Aires es tan airosa como Pachuca o como la Flor de la Canela cuando caminaba del puente a la alameda.
Por eso ahora te traumas al enterarte de que el nombre de la capital argentina no tiene relación meteorológica alguna, sino que se le bautizó así en honor de Santa María de los Buenos Aires, que era la protectora de los marinos, una santa a la que le rezaban ellos devotamente porque si no había aire las velas no se impulsaban y el barco no se movía. Era tan lógico como que ahora resultara una Santa Juanita de la gasolina o Santa Marta del diesel.
Lo peor del asunto es que el origen de Santa María de los Buenos Aires tampoco se relaciona con los aires o los vientos sino que se ubica en la Isla de Cerdeña, porque en la época precristiana existían ahí unos baños termales denominados los balnearios (en latín balnearia) que luego pasaron de ser Balnearia a Bonaria y ya perdido el antiguo significado, el nombre se convirtió de Bonaria en Buenos Aires.
Los topónimos son nombres de lugares geográficos y a veces surgen de la manera más increíble. Budapest, la capital de Hungría, por ejemplo, debe su nombre a la fusión de tres ciudades Buda, Obuda (o la Buda Vieja) y Pest.
Puerto Rico era la capital y San Juan era el país. Pero el error de un cartógrafo hizo que se intercambiaran los nombres y así se quedaron.
Río de Janeiro se llama así también por un error. Río de Janeiro quiere decir Río de Enero pero su descubridor se equivocó porque cuando lo encontró estaban en marzo de 1565. Brasil se llama así porque en su suelo abunda el palo de Brasil, un árbol de madera roja, tan roja como la brasa, a lo cual debe su nombre.
Imagínese qué pasaría si tratáramos de traducir los topónimos del inglés. Con North Carolina no hay problema porque pasa a ser Carolina del Norte y ya. Pero Hollywood tendría que llamarse Acebal. ¿Cómo dijo? Acebal o Bosque de los Acebos. Es que Holly en español es un árbol que se llama acebo y wood ahí se traduciría como bosque.
En la frontera entre México y Estados Unidos a la altura de las Californias hay dos ciudades que intercambiaron nombres: del lado mexicano está Mexicali, palabra formada por los nombres de México y California y del lado estadounidense está Calexico, una palabra formada por los nombres de California y México. Interesante ¿verdad?
PREGUNTA: ¿Es correcto decir “dame un poquito de azúcar” aunque el azúcar sea un nombre femenino? pregunta Ma. del Socorro Gaytán.
RESPUESTA: El azúcar admite ambos géneros. Puede ser la azúcar o el azúcar. Lo correcto es decirlo así, como usted lo propone: “dame un poquito de azúcar”. También en otras cosas, aunque sean nombres femeninos, por ejemplo en el caso de la sal, debe decirse “dame un poco de sal” y no “una poca de sal”.
FRASE SEMI FILOSÓFICA PARA TERMINAR: Lo que le pasa al mundo es que hay demasiados “Don Nadie” tratando de ser “alguien”.
Las palabras tienen la palabra. ¡Hasta mañana!
POR SI LAS DUDAS Escriba a: donjuanrecaredo@gmail.com