NO BASTA SER CHARRO EN UN CHURRO
El dólar, la figura más representativa de los Estados Unidos, no nació en tierras del Tío Sam. ¿Le parece que ése es un dato sorprendente e insólito?
Es más o menos la misma sensación que me produjo saber que el tango más representativo de los tangos no es argentino. El autor es Gerardo Matos, uruguayo.
Pues de la misma manera, aquí le voy a revelar y ya le estoy revelando, que el charro, la figura folclórica más representativa de México, tiene un nombre extranjero.
La palabra charro viene del vasco y quiere decir tosco, rústico o defectuoso. O sea que aquello de los líderes charros tenía su razón de ser.
El charro, si nos basamos en la figura del charro cantor Jorge Negrete, es un tipo con gran habilidad para las labores del campo, incluyendo las facultades necesarias para ir a cantarle una serenata a la muchacha de la película:
Mujer abre tu ventana, para que escuches mi voooooz.
Te está cantando el que te ama con el permiso de Diooos...
Por supuesto que esto es folclore, lleno de color y fantasía, pero en la realidad, el trabajador del campo es otra cosa.
Sucede algo parecido o tal vez peor con los “cowboys”, que incluso han dado origen a un género cinematográfico arraigadísimo en el público que es el western o película del oeste, en donde el muchacho es bueno y noble y tiene una franca disposición hacia la heroicidad.
Además todo el tiempo anda muy bien rasuradito, muy limpio y se comporta muy educado.
La realidad es muy diferente. El vaquero o cowboy –cowboy proviene de cowvaca y boymuchacho- era un tipo solitario que se pasaba la vida errabundo, montado en su caballo, esperando la oportunidad propicia para asaltar una granja y robarse el ganado.
Dicen que, después de la guerra entre México y Estados Unidos, los cowboys aprendieron las costumbres, el modo de vestir y el modo de hacer las cosas de los vaqueros mexicanos. Que los nuestros fueron los que les enseñaron a florear la reata, dicho sea sin ánimo de alburear.
Les enseñaron también a manejar el lazo y el hierro de marcar ganado. También a montar en silla española e incluso los vaqueros de Estados Unidos incorporaron a su vocabulario algunas palabras del español como estampida a la que ellos llaman stampede y también las chaparreras, que se llaman así porque son para protegerse de los chaparros...
¡Ay, y de los “altos” quien nos salva! Preguntó alarmado el mariconcito.
Los chaparros son arbustos llenos de espinas que rasguñan mucho al jinete. A las chaparreras los vaqueros del otro lado les llaman chaps, porque ya ve que ellos siempre están abreviando todo.
POR SI LAS DUDAS
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PREGUNTA DEL PÚBLICO: Me escribe Isaías Valdés de la bella Zacatecas y pregunta: ¿qué es un albaricoque? ¿Es una fruta? Ya van varias veces que me encuentro esta palabra en los libros y no sé qué es.
RESPUESTA: El albaricoque es una fruta parecida al durazno que nosotros llamamos chabacano, aunque en algunos diccionarios dicen que el albaricoque es el durazno mismo o la ciruela. Yo creo que corresponde más exactamente al chabacano. La palabra albaricoque, según sus raíces latinas significa “el que madura temprano”.
Me voy, pero le dejo esta frase que dicen que le dijo el genial comediante Groucho Marx a un tipo que no “le caía” muy bien: “Nunca olvido una cara, pero en el caso suyo, haré una excepción”. ¿Cómo dijo? ¡Hasta mañana!
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