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Las pulgas

Gilberto Serna

Los que señalan que en la XX Asamblea Nacional ganó el grupo afín al presidente Felipe Calderón Hinojosa hace que uno se rasque la nuca, con esa expresión corporal que suele ser un gesto, por lo común, de incredulidad. ¿En verdad estaba en disputa alguna cosa que no fuera el nombramiento de Consejeros Nacionales? ¿Era necesario que los asistentes llegaran al uso de letreros, al parecer preparados con antelación, denostando a su actual dirigente? A eso llamaría darse de coscorrones en cabeza propia. Una demostración que debe considerarse poco inteligente de quienes prepararon ese vodevil político. Eso es querer preparar un soufflé con la hornilla de la estufa apagada. Los daños indican que la tundida no sólo se la llevó Manuel Espino Barrientos sino también el partido que encabeza. Cuál es el caso de alborotar la gallera cuando ¿lo que hace falta es demostrar unidad? Los abucheos, la rechifla, los gritos que se escucharon en el salón donde se celebraban los trabajos, demostraron una división en el seno del PAN que no tiene razón de ser. A menos que se quiera, además de sacar al dirigente nacional, con el voto mayoritario de los consejeros, aplastarlo con la suela del zapato, como se hace con una pequeña cucaracha que suele encontrarse en desaseadas cocinas.

Lo que por de pronto puede provocar es que los partidarios de Espino, que los tiene sin lugar a duda, pretendan parar las críticas a base de demostraciones, como la muy lamentable que hemos visto, en que masas de panistas, fácilmente manipulable, son enviados a vociferar. Si ya lo tienen de espaldas al paredón ¿cuál es el caso de deshonrarlo?, hay la aplicación de un criterio que no se alcanza a comprender. La exhibición que acaban de dar los partidarios del presidente me parece asaz criticable. Es cierto que Espino en los preliminares de la sucesión tenía sus simpatías por otro pre candidato, también que ha venido discrepando públicamente con un mandatario que se ve debilitado por una reñida elección, y lo que es más grave, que ha llegado a la mayor indisciplina al mostrar trapos sucios que debió lavar en casa. Que además parece chiva loca en cristalería desde que, ayudado por el foxismo, arribo a la dirigencia de su partido. Que tampoco se ha querido someter confiado en su alianza con organizaciones ultraderechistas. Pero, me pregunto, ¿para que manchar la limpia trayectoria democrática del partido al que pertenece? O simplemente el asunto se reduce a una revancha del equipo cercano al presidente Calderón que fue ventaneado al airear Espino una presunta participación de aquellos en los recientes comicios de Yucatán. Sea lo que sea se denota poco oficio político en los que prepararon la celada enseñando las orejas, el cachete y hasta sus trompas bisoñas. Esperemos que no se convierta en una costumbre que para quitar a un dirigente político se utilicen acarreados a los que se premia, como antaño se dice lo hacía el PRI: con cien pesos y una torta.

El año próximo habrá un cambio de dirigentes en el Partido (de) Acción Nacional. No falta mucho. A algunos se les queman las habas por sacar de su silla a ese dirigente que se ha venido convirtiendo en un molesto moscardón para la vida pacífica de su instituto político. Habría que decirle que no coman ansias. La política aconseja esperar con paciencia lo que forzosamente ha de suceder. Ya se advierte la proximidad del año entrante, no es conveniente adelantar vísperas. Esos métodos de apabullar al adversario se parece a los que se utilizaban cuando no había democracia en este país. Tratar de arreglar los desfiguros de Manuel Espino, montando una campaña tendiente a mostrar que carece de simpatías entre los afiliados al panismo, no tiene caso si se parte del principio de que por encima de cualquier cosa hay que mantener la unidad. No obstante, visto desde el exterior, los siseos indican un golpeteo dentro del organismo, que habla de inconformidades y divisiones. En el mes de marzo de 2008 se elegirá al sucesor de Manuel Espino, si es que antes no sucede un cambio de planes o Manuel Espino extiende su periodo; después de la gritería cualquier cosa puede pasar. Los descalabros no se detienen ahora anunciándose que el secretario particular del jefe del Ejecutivo se prepara para relevar al actual presidente del partido en el poder.

Las crónicas del evento narran que la relación entre el ex presidente Vicente Fox Quesada y el actual mandatario no es exactamente de lo mejor. Los juegos de poder en que su pupilo ha metido a Fox dejan en claro el por qué del poco interés que le demostró el michoacano. Hubo en el encuentro un saludo distante que no dejó lugar a dudas de que se tiene la sensación de que el ex es quien mueve a Manuel Espino. De ser verdad que se está entrometiendo en las actividades del Gobierno, quien ha dejado de ser presidente, corre el peligro de ser invitado a que se vaya a un puesto lejano de este país, con lo que se disfrazaría una expulsión por motivos políticos, lo que en el argot de los muelles sería que se vaya a echar pulgas a otro lado. Urge que se ponga orden dentro del PAN, lo que a su vez es poner orden en casa, evitando que se siga encismando al partido. El ex presidente Vicente Fox no es precisamente un sucesor de Fouché, ni Manuel Espino de Robespierre. Lo que aconteció el sábado invita a la reflexión ya que atenta contra los principios democráticos que sustenta el PAN. En fin, que por el ansia que muestran sus enemigos, lo paradójico sería que resultará fortalecido. En política, golpe que no destruye, a la larga fortifica.

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