Asumiendo que Felipe Calderón llegó para quedarse, que el PRI es inmortal y que el PRD transitará por cambios que le llevarán algo más de siete días resolver, bien podríamos ignorar a la política durante la Semana Santa y refocilarnos con algunas lecturas cómplices del bronceado playero y equivalentes.
Mi revelación del año es el autor hindú Vikas Swarup, con su primer y único libro publicado, ¿Quiere ser millonario?, de editorial Anagrama. Una verdadera delicia de ingenio, de buena escritura y continuos giros sorpresivos. Rama Mahoma Thomas, un camarero poco menos que analfabeta, se presenta a un concurso de televisión y logra responder a lo largo de trece programas a preguntas que ningún erudito podría resolver. Como resultado se lleva el multimillonario premio ofrecido, que originalmente estaba destinado a nunca ser entregado. Los empobrecidos organizadores llevan a Rama Mahoma a la cárcel, convencidos de que orquestó alguna forma de fraude. Así inicia la novela y el resto es una divertida y conmovedora narración de las razones por las cuales el camarero conocía las respuestas. Cada capítulo es más sorprendente que el anterior lo cual conduce a un suspenso creciente con un final que no defrauda. Pero en el recorrido nos habremos integrado a la historia y a la vida social de la India y a la manera en que viven sus hijos en el nuevo milenio. Una novela sin desperdicio.
El resto de mis propuestas no son sino reincidencias con los nuevos títulos de autores muy probados. La belga japonesa, Amelia Nothomb, ofrece un libro provocador e inquietante bajo el título Ácido sulfúrico, también de Anagrama. Al igual que el anterior, toma a la televisión como punto de partida, pero su historia no es amable ni conmovedora. Una televisora organiza un reality show límite: un campo de concentración tipo nazi, con prisioneros que son capturados por la fuerza y llevados al show para ser televisados. La autora no explica los procedimientos legales que habrían permitido tal cosa, simplemente nos confronta con el hecho de que desde el inicio de la transmisión el programa alcanza un raiting histórico. Las pocas voces que se alzan para protestar por esta aberración pronto son apabulladas por la fascinación que la crueldad gratuita ejerce sobre el auditorio. En pocas semanas es el público el que escoge a la víctima para el horno crematorio de cada día. La novela relata la manera en que CKZ114, una hermosa prisionera, resiste las infamias y torturas televisadas y termina subyugando al público. La víctima se convierte en la verdadera dueña de la audiencia en contra del deseo de los productores, quienes a su pesar la necesitan. Es entonces que comienza la verdadera batalla.
Paul Auster, publicó este año Viajes por el Scriptorium. Un libro extraño al que cuesta trabajo engancharse, pero que está lleno de guiños hacia los lectores recurrentes de este aclamado escritor newyorkino. Un anciano encerrado en una prisión es visitado por distintos personajes de las propias novelas del autor de la trilogía de Nueva York. La entrañable Ana Blume, John Trause, Sophie, Fanshawe, James Flood y muchos otros personajes de sus anteriores libros, participan en esta elaborada parodia entre el autor y sus creaciones. Un libro indispensable para los fans de El Palacio de la Luna y La música del azar.
Pero si hubiera que hablar de libro extraños, nada supera a Kafka en la orilla, de Haruki Murakami, publicado por Tusquets Editores. No está claro que fue lo que se fumó este increíble narrador japonés, pero el resultado es un libro mágico, absurdo a ratos, pero imposible de dejar pese a sus 584 páginas. No hay manera de racionalizar a un personaje que habla el lenguaje de los gatos o a una piedra que opera como puerta para otra dimensión. Leer a Murakami es una experiencia estética más que intelectual. Una ceremonia de té tan incomprensible como fascinante; un hermoso Haiku indescifrable, pero igualmente irresistible. Es cierto que en una ceremonia de té podríamos terminar bostezando. No es el caso de Kafka en la orilla. Un libro perturbador al final del cual no nos queda claro qué cosa asimilamos o que aprendimos, pero estamos ciertos de que no volveremos a ser los mismos que éramos cuando comenzamos a leerlo.
Ian McEwan también incursiona, por vez primera, en el mundo mágico aunque con resultados totalmente opuestos a los de Murakami. El escritor inglés, autor de Primer Amor o los Perros Negros, entrega un delicioso relato de un niño de diez años que gracias a su portentosa imaginación piensa mundos paralelos, mientras el resto de los seres humanos debe conformarse con la realidad pedestre y cansina. En las nubes, ofrece siete episodios cualquiera de los cuales puede leerse por separado. El capítulo “El Gato”, que inspira la portada del libro, es altamente recomendable para leerlo al oído de alguien “a quien le tengas mayor confianza”.
Otro escritor inglés consagrado, Julian Barnes se ha salido de sus eruditos ensayos y novelas, para escribir un texto sobre Sir Arthur Conan Doyle, el creador de Sherlock Holmes. En Arthur y George, recrea el extraño caso, documentado históricamente, en el que el escritor fue buscado por una víctima para que aplicara en la vida real los recursos deductivos del imaginario detective. Una historia folletín que mezcla los datos históricos y la mente deductiva de Sherlock. Julian Barnes también es autor de un curioso libro recientemente publicado, indispensable para los amantes de las estufas y los hornos. Un divertimento intitulado El perfeccionista de la cocina, que ofrece una muy literaria reflexión sobre el arte culinario. Después de leer este pequeño tratado los corn flakes que prepare serán dignos de un chef.
(www.jorgezepeda.net)