Secándose las lágrimas con pañoletas andrajosas, las madres de decenas de guardaespaldas muertos en un atentado contra Benazir Bhutto a su regreso a Pakistán del exilio se aferran a su convicción de que sus hijos no murieron en vano.
Muchas de ellas no sabían que sus hijos formaban parte del contingente de guardaespaldas asignado a proteger a Bhutto, que fue blanco de un ataque suicida en el que fallecieron por lo menos 136 personas, incluidos unos 50 guardaespaldas.
"De haber sabido lo que estaba haciendo, se lo hubiese impedido", expresó Sugra Bai Agria, madre de Abdul, de 27 años, muerto en el ataque. "Pero su sacrificio no será olvidado".
La esposa de Abdul dio a luz el tercer hijo de la pareja, una niña, pocas horas antes del atentado. Sus otros dos hijos acompañan a la frágil abuela, que le dijo a los pequeños que su padre había iniciado un peregrinaje a La Meca.
Bhutto, que regresaba luego de ocho años de exilio, era protegida por cientos de guardaespaldas voluntarios, procedentes de distintos sectores del país. En total murieron medio centenar, incluidos 40 del barrio marginal de Lyari, en Karachi, donde Bhutto es muy popular.
Bhutto heredó allí la popularidad de su padre, Zulfikar Ali Bhutto, un primer ministro socialista que alivió las condiciones de los pobres creando empleos, dando viviendas y atención médica, y quien fue ahorcado tras un golpe militar que lo derrocó.
Los guardias voluntarios, que lucían una camiseta con el cartel "Leales hasta la muerte", mantuvieron a raya a la multitud que se congregó para seguir el paso de la caravana de Bhutto, quien a su llegada inició una larga procesión del aeropuerto hacia la tumba del fundador de Pakistán, Mohammed Ali Jinnah.
Hacia la medianoche estalló una granada al paso del vehículo de Bhutto y cientos de guardias rodearon el bus y formaron un escudo humano. Segundos después, un atacante suicida hizo detonar un poderoso explosivo que mató a más de un centenar de personas.
La extrema pobreza de Lyari ayuda a explicar el hecho de que tanta gente esté dispuesta a dar su vida por Bhutto.
"La gente de Lyari vive un infierno y apoya a cualquiera que le dé alguna esperanza", expresó un residente de la zona de 34 años que se identificó solamente como Sarbazi.
"Estamos dispuestos a dar la vida por ella porque va a ayudar a los pobres. Lo haría de nuevo", manifestó un hermano de Abdul, Rahim, de 32 años, quien integró también el grupo de guardaespaldas de Bhutto y resultó herido en un pie.
Rahim estaba junto al conductor del autobús cuando se produjo el primer estallido. Perdió el contacto con su hermano y lo halló desfigurado en un hospital.
Bhutto dijo que había recibido información de que cuatro escuadrones suicidas intentarían asesinarla, dos pro-Talibán y dos pro-al-Qaida.
El gobierno del general Pervez Musharraf dispuso amplias medidas de seguridad y decenas de agentes de la policía fallecieron también en el ataque.
"El escudo humano formado alrededor de mi vehículo se llevó la peor parte", declaró Bhutto después del ataque. "No habrán muerto en vano".
Dos días después del ataque Bhutto visitó a algunos de los heridos en un hospital y les entregó sobres con dinero.