George W. Bush abandonó la relación con el sur del continente Americano. Si algún presidente de AL quería tratar asuntos con él tenía que ir a territorio estadounidense o esperar topárselo en alguna cumbre.
Los creadores mexicanos salieron de la alfombra roja del Chandler Pavillion en Los Ángeles con tres estatuillas del Oscar ¡Bravo! Si tan sólo pudiéramos celebrar más esfuerzos colaborativos de este tipo entre Estados Unidos y México en los ámbitos de la economía, la política o los campos sociales a lo mejor los mexicanos no pensaríamos que nuestra relación bilateral es como una mala película de vaqueros.
George W. Bush empezó su primer periodo presidencial ofreciendo a México y América Latina una ?Historia de Amor?. La recepción de Vicente Fox en septiembre de 2001 fue impresionante, fuegos pirotécnicos, cena de Estado, foto en primera plana del Washington Post, todo. Hasta que llegaron los terroristas. El presidente que vivió y murió por las encuestas, el que pidió en sesión de Congreso, en Capitol Hill ?confianza? repitió inercialmente el antiyanquismo de pacotilla y escatimó una llamada, una muestra real de solidaridad.
La película cambió entonces a Lo que el viento se llevó, Bush abandonó la relación con el sur del continente Americano. Si algún presidente de América Latina quería tratar asuntos con él tenía que ir a territorio estadounidense o esperar topárselo en alguna cumbre para tratarlos en sus 15 minutos de atención. Hasta ahora, en el séptimo año de su mandato, es cuando el presidente número 43 de los Estados Unidos con una aceptación en la opinión pública de su país menor al 35 por ciento decide realizar una gira a Brasil, Uruguay, Colombia, Guatemala y México.
No es inusual que ante el final de su mandato un presidente viaje frecuentemente al exterior, lo sorprendente es que Bush pensara que iba a encontrar en esos países latinoamericanos algún tipo de calidez.
El lenguaje corporal de una fotografía tomada el viernes después del encuentro entre George W. y Lula lo dice todo: el presidente de los Estados Unidos abraza efusivamente al de Brasil, como si fuera uno de los personajes de Los Tres Amigos camino a Río, mientras, tieso, el presidente de Brasil ni siquiera lo toca, se deja dar palmadas en función del deber de Estado, después de todo acababan de firmar un acuerdo de cooperación energética que beneficiará a su país, pero su disgusto es evidente.
En México tampoco hay porqué pensar que la recepción irá más allá de la cortesía diplomática. No es una cuestión ideológica por parte del presidente Felipe Calderón Hinojosa lo que puede trabar el encuentro, sino una pragmática, tres asuntos espinosos conforman la agenda: narcotráfico, inmigración y terrorismo.
FALTAN ACCIONES CONCRETAS
Vamos por orden, el narcotráfico es un asunto en el que Calderón ha invertido su escaso capital político de los primeros 100 días pero hasta ahora no ha habido una acción concreta, específica por parte de los Estados Unidos.
La respuesta de muchos será que teníamos que hacerlo de todas maneras porque pedazos enteros del territorio nacional estaban ya fuera de la Ley. Cierto, desde 1985, con el asesinato de Enrique Camarena Salazar, agente de la DEA el narco escaló en México y cada día pone más en peligro nuestra seguridad nacional. Hay que hacerlo por nosotros, pero al norte algo también tienen qué hacer con su consumo. ¿Dónde están nuestros brillantes colegas periodistas de investigación estadounidenses documentando el narcotráfico en sus propias ciudades en Washington, en Nueva York en Los Ángeles, en Seattle, en todos lados?
Sí sé donde estamos nosotros, con un saldo de 26 periodistas muertos en los últimos cinco años. Aquí se siembra, se cosecha, se trafica y se consume. Allá se vende, se ?lava? el dinero, se queda la mayor parte de la ganancia ¿Quién lo está documentando?
En cuanto a inmigración parece que es el ámbito en el que se pudiera dar finalmente un avance porque los partidos Demócrata y Republicano evalúan si hacer algún tipo de programa de trabajadores huéspedes y cierto tipo de legalización condicionada les atraerá el voto de los ciudadanos de ascendencia hispana que pueden sufragar.
En competencias presidenciales cerradas el pequeño porcentaje, entre tres y cuatro por ciento que representa el electorado hispano o latino, puede hacer la diferencia. Ambos compiten por ese segmento, los demócratas lo tienen en su bolsa históricamente, pero los republicanos saben que el conservadurismo de algunos hispanos, los ?valores familiares compartidos?, como ellos le llaman, están más cerca ideológicamente de sus plataformas que de la de los demócratas y pretenden explotarlo.
ASUNTO MIGRATORIO
Después de la visita de Bush, mañana martes 12 de marzo a Mérida, vendrá un grupo de senadores encabezados por su líder, Harry Reid (D-N), hacia el 14 de marzo, para tomar la temperatura local del asunto migratorio.
Finalmente, el tema del terrorismo. Hace tres semanas el mensaje en una página de Internet frecuentemente usada por Al Qaeda fue que Canadá, México y Venezuela serían blancos de ataque legítimos para los luchadores de la guerra santa porque hacerlo dislocaría el suministro de petróleo a Estados Unidos.
La próxima vez que un estadounidense llene el tanque de su camioneta Hummer debería pensar en el mundo de problemas que representa su adicción al petróleo para todos.
Nosotros no escogimos como enemigo a Al Qaeda, ellos nos escogieron a nosotros y lamentablemente podemos quedar como ?daño colateral? en la torpe guerra que definirá la Presidencia de George W. Bush.
Cien mil millones de dólares lleva invertidos Estados Unidos en Irak, de acuerdo a la revista Foreign Policy, que publica un muy buen texto donde entre los beneficiados de la extensión de la guerra de Afganistán (proporcional y de autodefensa) a Irak, ubica precisamente a Al Qaeda.
Cien mil millones de dólares es mucho dinero como quiera que se vea, para un asunto que Bush puede negar que sea ayuda par reconstrucción, pero que en parte es eso.
Todo mientras en México no se atreven a hablar ni de casualidad de fondos compensatorios de inversión en infraestructura en la frontera norte, rebasada por un comercio boyante derivado del TLC o menos aún ¡Dios no lo quiera! De invertir de verdad en esquemas de alivio a la pobreza en el sur de México, no, eso nunca.
Que los mexicanos nos arreglemos solos, si permitimos que en nuestro país convivan la fortuna del segundo hombre más rico del mundo, Carlos Slim, 49 mil millones de dólares con los 50 millones de pobres, allá nosotros y nuestra mala conciencia.
¿A quién le importa lo que México necesite? se pueden preguntar con justicia los contribuyentes estadounidenses y tendrían razón si no fuera porque sería más deseable para ellos tener como vecino inmediato a Portugal en lugar de Pakistán.
Por supuesto que los mexicanos tenemos que arreglar nuestros asuntos internos, pasar las reformas que no se han concretado, el pacto fiscal, la energética, la laboral y tantas otras cosas.
Pero lo menos que necesitamos es que como derivación de la fallida política de la Presidencia de Bush se vaya a dar en nuestro territorio una película de terror, Pakistán está lleno de espías de todo tipo, Portugal no. Pakistán tiene un ingreso per cápita muy bajo. Portugal más porque quintuplicó el suyo desde que ingresó a la Unión Europea en 1986.
La película de las relaciones entre México y Estados Unidos puede alejarse a pasos agigantados de un final hollywoodense si no hay conciencia del otro lado del Río Bravo de que México está en una encrucijada donde podemos ir en cualquiera de las dos direcciones hacia un antiamericanismo profundo o hacia una mayor cooperación regional. Difícil que George W. Bush que vive en perpetuo estado de negación entienda lo que esto implica, esperemos que quien lo suceda en la oficina Oval sí quiera escribir un guión diferente.
