Hace mes y medio la Administración Municipal decidió modificar las rutas de los camiones Torreón-Gómez-Lerdo, que por más de cincuenta años habían transitado por los mismos lugares, ingresando a Torreón por la calle Múzquiz para cruzar toda la Alianza y regresar por la calle Acuña. La modificación recortaba entonces el recorrido tradicional y el Centro de la ciudad en definitiva dejaba de ser presa de las decenas de camiones que congestionaban el tráfico en el corazón añejo de la recién centenaria Perla de La Laguna.
Así pues, la medida era razonable para efectos viales y de calidad de vida. Sin embargo, el cambio mismo al ser reducido el tránsito de los buses por uno de los polos –el más tradicional de todos- de comercio de toda la Comarca, inmediatamente resintió una presunta caída en las ventas, con lo que la presión hacia las autoridades crecía con el paso de los días.
Es difícil gobernar sin duda alguna y se puede aventurar que la esfera municipal es la más complicada de todas, ya que el alcalde tiene contacto directo con la ciudadanía, resuelve para bien o para mal los problemas más cercanos como el agua potable, seguridad pública, pavimento, drenaje o paseos públicos. En fin, lo que los ciudadanos ven y palpan día con día. Un Gobierno Estatal tiene implicaciones de mayor trascendencia, pero no le toca atender cara a cara al ciudadano como lo hace un edil. Las funciones de la Federación son muchas, pero difícilmente algún ciudadano común tendría acceso a hablar dos minutos con el presidente de la República. A los gobernadores sí se les ve, pero poco, en cambio a los presidentes municipales, hasta se sabe dónde viven.
Esto resulta importante para calibrar la nueva reculada en que el Gobierno Municipal de José Ángel Pérez cae; empero, en esta ocasión hay que pensarlo dos veces antes de calificarla como un descuido más a los que a los torreonenses nos tiene ya acostumbrados.
Respecto al cambio en las rutas en que los Torreón-Gómez-Lerdo estaban afectando presuntamente en las ventas, vaya, el Municipio tomó una acción en la que además de modificar las meras costumbres de las personas que viven y frecuentan la Alianza y sus alrededores y que por razones sociológicas en La Laguna a cada cambio, de entrada la gente dice ‘no’; en esta ocasión el problema tenía mayores aristas por el hecho de apelar a la afectación del comercio, mismo que crea fuentes de empleo directos e indirectos de muchas personas y cuyo trabajo debe ser resguardado a muerte por ser la fuente de sostén de la gran mayoría de las familias.
La medida anunciada por el secretario del Ayuntamiento Rodolfo Walss Aurioles, a quien por cierto le habían bajado la exposición a los medios, luego de haber enredado al alcalde Pérez con la infructuosa controversia constitucional, debe ser bien recibida.
Que se va a poner vigilancia especial, constreñir a los choferes a que utilicen sólo el carril permitido y que la ruta nueva volverá a entrar en vigor dentro de tres meses cuando se concluya la remodelación de la Múzquiz, está bien; pero suena algo así como cuando de muchachos alguien perdía un pleito, al perdedor le quedaba de consuelo decir “pero no se fue limpio”: las palabras de Walss pueden sonar así.
El Ayuntamiento 2006-2010 que está próximo a cruzar la mitad de su mandato, ya nos ha mostrado sus capacidades y debilidades; en el caso específico del transporte se ve un cambio, en las calles están circulando unidades más decorosas, el fideicomiso funciona en su gran mayoría y quizá la acción específica de las rutas de los Torreón-Gómez-Lerdo sea sólo un componente del todo; la actitud de la ciudadanía ante este asunto global será importante, porque el transporte debe ser mucho más digno a lo que los pulpos camioneros nos acostumbraron, pero se requiere pantalones, inteligencia y sensibilidad del Ayuntamiento para lograr el cambio, ojalá la opinión pública no se dedique a obstaculizar posibles soluciones a uno de los problemas más añejos de Torreón.
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