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Los contrastes de la educación en Coahuila| Periférico

Arturo González González

La educación en Coahuila presenta grandes contrastes. Si bien es cierto que en cuanto a grado de escolaridad el estado ocupa los primeros lugares en la República Mexicana, hay algunos datos menos positivos en este mismo aspecto que no deben soslayarse. Además, el nivel de aprovechamiento también deja mucho a desear y el rezago en la construcción de aulas es evidente.

Según cifras del II Conteo de Población y Vivienda 2005, el grado promedio de escolaridad en la entidad era en ese año de 9.0, lo que le daba para ocupar el tercer lugar a nivel nacional, sólo detrás del Distrito Federal y Nuevo León. En materia de alfabetización, Coahuila ocupaba hace dos años el cuarto lugar con menos porcentaje de población analfabeta, con el 3.3 por ciento.

Aun así, el conteo arrojó que de cada 100 personas de 15 años y más en la entidad “cuatro no tienen ningún grado de escolaridad y 11 tienen la primaria incompleta”, es decir, que el 15 por ciento de la población coahuilense del rango de edad mencionado carecía total o parcialmente del grado mínimo de estudios. Tampoco se debe dejar de lado la cifra de analfabetas, que en 2005 alcanzaba los 55 mil 467.

Pero problemas más preocupantes se encuentran en el nivel de aprovechamiento. El 23 de agosto pasado, la Secretaría de Educación Pública federal dio a conocer los resultados de la prueba de Evaluación Nacional de Logro Académico en Centros Escolares (ENLACE), la cual tiene como objetivo obtener información adicional sobre el funcionamiento de la educación básica en México a través del grado de aprendizaje de Matemáticas y Español de los alumnos.

En dicha prueba, Coahuila mostró resultados mezclados, ya que, por una parte, hubo una ligera mejoría respecto al año anterior, pero por la otra, el nivel de aprovechamiento se mantiene en “insuficiente”, con un 71.7 por ciento de los alumnos de primaria en este nivel en la materia de Español y 75.3 por ciento en Matemáticas. En secundaria, los resultados fueron peores: el 75.2 por ciento de los estudiantes coahuilenses del tercer grado calificó “insuficiente” en Español y el 93.7 por ciento en Matemáticas.

Como era de esperarse, las cifras anteriores fueron minimizadas por las autoridades educativas del estado, quienes, muy lejos de un necesario ejercicio de autocrítica, descalificaron los resultados de la evaluación nacional argumentando que existen deficiencias en la aplicación y contenidos de las pruebas, por lo que “son poco apegados a la realidad”.

Una de las “deficiencias” más mencionadas por los encargados de la Coordinación del Sector Educativo Laguna Uno fue el rebuscamiento de las preguntas y la dificultad para relacionar el cuadernillo de cuestionamientos con la hoja de respuestas, lo que habría motivado que los alumnos cometieran “errores involuntarios”.

Lo cierto es que la experiencia dicta que para los gobiernos las calificaciones de desempeño siempre son incómodas cuando no les favorecen. En lugar de ver en la estadística una herramienta para superar el rezago y ajustar planes y programas, se vuelve una mácula en la imagen pública de los funcionarios que hay que maquillar, minimizar o de plano desaparecer.

Cuando uno observa que en muchas comunidades de Coahuila hay niños que estudian en condiciones deplorables, a la intemperie y sin material suficiente, no resulta difícil averiguar el porqué de los resultados negativos. Como muestra, dos botones. Quinientos alumnos de la escuela Braulio Fernández Aguirre de Torreón asistieron el lunes pasado a su primer día de clases y se llevaron la sorpresa de que los techos de los 18 salones habían sido demolidos con la intención de rehabilitarlos durante las vacaciones, lo cual no sucedió. La empresa encargada de la obra se excusó diciendo que el Gobierno del Estado no le había dado dinero para continuar, lo cual fue negado por el propio gobernador Humberto Moreira. La directora del plantel solicitó a la Secretaría de Educación y Cultura (SEC) 13 aulas móviles para mientras poder acomodar ahí a los estudiantes, quienes tomaban clases a la sombra de los árboles en pleno patio de la escuela; pero de las aulas solicitadas sólo llegaron cuatro.

El otro ejemplo lo da una primaria de nueva creación, cuyos alumnos estudian en locales comerciales que carecen de refrigeración, por lo que a las doce del día tienen que suspender las clases, debido al calor. Y es que, en este caso como en muchos otros, el Ayuntamiento de Torreón no ha facilitado los terrenos para la construcción de los salones.

Hay quienes ven en la puesta en marcha del Seguro Escolar un buen indicio del interés que tiene el titular del Ejecutivo coahuilense en la educación. No obstante, falta ver cómo funciona y observar los resultados en el futuro. Por lo pronto, es necesario que los tres niveles de Gobierno unan esfuerzos y dejen de lado celos y descalificaciones para disminuir positivamente los contrastes que actualmente presenta el panorama de la educación en el estado. Aunque dicen por ahí que entre más educada esté una sociedad, más crítica será con sus gobernantes, por lo que no hay que esperar mucho de ellos en este asunto.

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