EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

‘Los Derechos del Hombre’| A la ciudadanía

Magdalena Briones Navarro

(continuación)

Listé en el artículo anterior las conclusiones a que llegó la UNESCO de lo que deben ser los derechos humanos. La declaratoria hecha ONU con base en ellos en 1948, es más extensa y detallada. Si a usted le interesa conocerla, lo remito a mi fuente: Editorial L.A.I.A. Barcelona, 1976.

Los derechos declarados consideran, por supuesto, a todo ser humano, sin distinción de género, conocimientos, ideologías, cultos, etcétera, el problema de su aplicación ha sido y es múltiple. Para que se aplique la totalidad es necesario: primero, su aceptación mundial necesaria es también, la solvencia económica de los distintos Estados, la adecuación de sus legislaciones, ordenamientos y sanciones, organización administrativa y profesional, a las necesidades de cumplimiento.

En México y otros países que distan mucho de sus soberanos y aun en los que sí lo son, encontraremos inmediatamente la contraposición de intereses, nacionales e internacionales, privilegiados es extremo, para cuya conveniencia las cosas están muy bien como están.

Cuánto pesan tales intereses y el poder que tienen, se muestra en el hecho de que prácticamente definen a su conveniencia la forma de Gobierno, las representaciones públicas, la legislación y su modus operandi.

Sin la participación económica, política y social de los restantes pobladores, jamás operará el programa, aunque se acepte civil y legalmente.

Yo no inventé la escandalosa corrupción existente en el país, reconocida y en muchas formas aprovechada mundialmente, la que para infortunio patrio, se ha infiltrado vertical y horizontalmente en la población hasta formar casi una cultura. Este escenario desanima y enoja a la gente honesta cuya actuación es generalmente rechazada, porque estorba.

Si la más significativa y real identidad proviene de nuestra especie, de nuestros prójimos y ella no se reconoce y respeta, ¿cómo esperar se respete la vida no humana o la existencia de las cosas?

No se acaba de entender que la posibilidad y sustentabilidad de la vida se basa en los sistemas orgánicos e inorgánicos, operando como un sistema total.

No es necesario ser profesionista para valorar el conocimiento en todas sus formas, pero la conciencia de la aplicación de estos conocimientos es nebulosa entre grandes mayorías de población, receptora y sufragante pecuniaria y socialmente de los resultados buenos o malos de tal aplicación. Dentro de la lectura triunfalista y excluyente de un sistema corrupto y corruptor, -política, económica y socialmente- que estamos lejos de superar, no cabe pensar que una Declaración de Derechos Humanos opere, así provenga de una institución mundial a la que se le reconoce probidad, conocimientos y el ser mediadora de conflictos internacionales.

Por otra parte, la escasez de medios, frecuentemente anunciada por quienes deberían observar y aplicar toda medida de seguridad general –social, jurídica, económica y ecológica-, es un postulado no siempre cierto. El enunciado contrasta, entre otros ejemplos, con las sumas estratosféricas gastadas en propaganda política o civil para vender imágenes no concordantes con la realidad. Hechos son amores y no buenas razones.

Frecuentemente tampoco concuerdan los nombramientos a desempeñar trabajos públicos con la capacidad y honestidad que los trabajos reclaman. Muchos puestos se compran, en dinero o en complicidades.

Conciudadano, ante tal panorama insisto, a riesgo de aburrirle, que no nos queda otro recurso, sí queremos una patria mejor, que poner toda nuestra atención en los problemas que nos aquejan: si nos destruyen o roban nuestros bienes públicos, hay que impedirlo; si deseamos mejores leyes, hay que exigirlas en el papel y en su aplicación; si las conductas públicas son perjudiciales a nuestra nación, manifiéstese en su contra y por su desaparición, y así con todo.

Pero recuerde: el buen juez por su casa empieza. Todo derecho lleva por contraparte el cumplimiento de obligaciones, las mismas no exigibles a otros si somos primeros en quebrantar el derecho ajeno.

Si la corrupción se ha infiltrado de arriba a abajo, con todas sus desastrosas consecuencias, esforcémonos por construir una patria sana para todos, de abajo a arriba.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 271952

elsiglo.mx