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Los dos tsunamis | Relatos de Andar y Ver

Ernesto Ramos Cobo

En Cabo San Lucas se palpa el ritmo de la transformación que nuestro país esta viviendo. Justo en el borde del Mar de Cortés, entre un dorado atardecer de vientos suaves, es posible tocar con los dedos los efectos causados en el norte mexicano por la coexistencia con la mayor economía del mundo; las riquezas y los vicios que acompañan a don dinero. En la marina de Cabo –por ejemplo y ante un descontrol enorme— es posible ver a chicos de ojos hundidos que a gritos ofrecen cocaína al paseante; por allá detrás de cualquier calle las prostitutas se ofrecen en las esquinas. En este sitio es palpable la fuerza arrebatadora del mercado, la corrupción generalizada y el rezago existente entre realidad, marco legal y su implementación. Problemáticas similares, asociadas al choque de dos culturas y al enorme poder corruptor del dinero, se viven en gran parte de nuestro país.

¿Qué será de esa idiosincrasia ranchera norteña tan sabrosa nuestra, ésa, la imperdible, ante el permear de las presiones culturales y los intereses que vienen del norte?

La simbiosis que ocurre no debe llevarnos a hablar de purezas o de valías culturales distintas. Finalmente el continuo cambiar civilizatorio es irremediable y las influencias tienen todos los matices. El ser humano está acostumbrado a la gradualidad del cambio y éste le es bienvenido, más ahora en particular tenemos a don dinero entronizado en un contexto donde la riqueza última entra en contacto con la necesidad extrema.

Es por ello que se ha formado algo parecido al choque de dos tsunamis: donde sumidos en un laberinto de lluvia y tolvaneras interminables, pareciere que no tenemos otra salida más que escupir con la boca llena de tierra (que sabe a arcilla).

Justo en este epicentro de la historia es donde nos encontramos: el norte de México convertido en la región geográfica donde se lleva a cabo uno de los movimientos más interesantes y brutales del mundo: el fundirse de nuestro ser mexicano con el más poderoso sistema económico que ha creado el hombre.

Los resultados son diversos: desde positivos, ante el hecho que Tijuana sea hoy reconocida como una de las mecas culturales del arte mundial, hasta negativos y acompañados de hechos deplorables, historias de emigrantes muertos en contenedores hirvientes, guatemaltecas anónimas degolladas vivas, solitarios junkies hundidos en los charcos, desaparecidos, arrinconados y balaceras dondequiera, múltiples conductas delictivas potenciadas por la riqueza excesiva entrando en choque con un pueblo hambriento; todo ello en el contexto de un débil marco institucional.

Es en medio de este desbarajuste cuando las dinámicas superan a nuestra autoridad por bien intencionada que ésta sea. Sin embargo, ello no debe servir de excusa. Es ahora cuando la ciudadanía demanda a sus autoridades ejercer el poder del Estado y mostrar capacidad para encauzar este complicado proceso civilizatorio bajo el hilo rector del Estado de Derecho.

No podemos correr el riesgo que los gringos se cansen del cochinero en su patio trasero y decidan invadirnos para poner el orden. Nuestra soberanía se vería entonces seriamente comprometida y cualquier marcha atrás sería por demás complicada. Demandamos a nuestras autoridades regular la tormenta enloquecida que nos tocó vivir privilegiando el fortalecimiento del México del mañana. Demandamos capacidad y ánimo incorruptible. De lo contrario renuncien señores y cedan sus puestos a otros que sí puedan.

ramoscobo@hotmail.com

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