El Siglo de Torreón
Torreón, Coah.- La confianza era grande, en las caras de la afición se veía que nunca como antes Santos Laguna tenía la mesa servida para conseguir el triunfo. Ya con los Gallos Blancos desplumados para ponerlos en mole, los Guerreros saltaron a la cancha del Corona con la idea de meter el primero y de ahí hasta que se cansaran de anotar.
Pero siempre pasa algo cuando saltan los albiverdes del vestidor. Al silbatazo parece que se les olvida que están en casa, que todo el público que está saltando y gritando los apoya a morir, y que su sueldo merece por lo menos ser desquitado en 90 minutos de juego.
A diferencia de otras ocasiones la porra de Tigres es pequeña, vienen Libres pero no Lokos. La demanda de boletos hizo que la afición “rayada” (todo tigre es rayado) no llegar en las acostumbradas hordas de fanáticos.
Este juego que en algún momento era un clásico del norte, ahora parece que se contagio de los “clásicos” de la semana pasada. La emoción aparece con llegadas en ambos conjuntos, pero que no se concretan. Mientras en el banca visitante Mario “Capello” Carrillo habla consigo mismo, o mejor dicho con su mano, se cuestiona y se contesta, algo que sólo él puede hacer.
Y de repente en una jugada que sorprende a todos hasta al mismo Javier Restrepo, el jugador colombiano anota su primer tanto con los felinos. Otra vez a remar contra la corriente, una costumbre que parece hasta un mandato: “Hay que ir abajo para que sepa la victoria. Si anotamos primero, empatamos”.
La afición trata de animar, “vaaaamooooos Gueerrreeeerrros”. Hay personas que no son laguneras, que vienen de otros lugares del país para apoyar al Santos, pero parece que eso no afecta en algunos bolsillos.
Ya en la tribunas de sombra sur alguien aventó algo al cancha, la seguridad lo busca, pero como árbitro solo reconviene. Otra vez el equipo local triangula, se acompaña pero falta el último toque. La delantera se ahoga en el muro defensivo, Cirilo Saucedo solo se dedica a hacer tiempo.
Hay un gran ausente en el Corona, el astro rey que calienta las tardes de domingo que hace a la afición se mueva, se anime y exija a su equipo. Ahora de noche todo es diferente. Al final de primer tiempo un tiro sorpresivo tiene arriba al Tigres, mientras que un tiro elaborado de Santos se va por la línea final. Ahora el pánico contagia a los chicos que ponen el túnel, todos tienen cara de primerizos, pero lo hicieron bien.
En el medio tiempo, algunas botargas están tan tristes que les falta aire para levantarse. En el juego los contendientes se parecen al Santos, se enredan en una tela y sólo con sus piernas tienen que llegar a anotar un gol.
Llegan los árbitros a la cancha cuando aún las Guerreritas siguen bailando. Los nazarenos se dan un taco de ojo. El silbatazo inicial no se da hasta que Eugenio Díaz, el conductor de El Remate, le da la señal de que ya estamos al aire.
El Santos se deja ir con todo, Cirilo salva en la línea de la portería. Los felinos parece que no han salido del vestidores. Y todos tienen su oportunidad, “Lorito” Jiménez, Ortiz, Eliomar, Oribe, pero todos se van por un lado. Todo se ahoga en gritos de gol que no se concreta, en las malas decisiones del línea quien ojala que regrese a la escuela, después de marcar fuera de lugar en un saque de línea.
El tiempo pasa y los Guerreros se desdibuja, la afición se desespera. “¡¡¡Me va a dar azúcar!!! Estoy a punto del infarto”, grita un aficionado que se encuentra agobiado por que el equipo es inoperante.
Daniel Guzmán mete a Elgabry, pero deja al intermitente Juan Pablo Rodríguez. Parece que el 58 le está quedando grande. Lo más interesante hasta el final fue que la seguridad sacó a un aficionado tonto que tiro una botella al portero de Tigres, dejando sola a su novia en las tribunas.
Sacan a “Kikín”, quien en medio de abucheo y mentadas el jugador felino aplaude al Corona, como un buen competidor. Poco a poco la afición se va, los minutos se acaban, “Capello” le hace la travesura a Guzmán y el “Hachita” Ludueña cierra con broche de plomo, a lado de la portería.
Se acaba el juego, Guzmán sale arreglándose el cabello, a lo mejor enviando un recordatorio maternal a la tribuna. En el ambiente ya se escuchaba las frases de que el Santos merecía más, que fueron mejores y que solo faltó meterla, pero la realidad es que la Primera A se ve cada vez más cerca.