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Los modelos pedagógicos con los que los profesores nos desempeñamos

Los modelos de desempeño que privilegiamos los profesores en México y que determinan en gran medida nuestra práctica docente, transitan normalmente del tradicionalismo, a lo que se ha dado por llamar el constructivismo. El grave problema es que no nos quedan claros dichos modelos y peor aún, que al preguntar a los profesores ¿Con que modelo pedagógico se identifica Usted en su trabajo cotidiano? Los maestros no atinan a responder verazmente; por desconocimiento o por negligencia.

Para constatar esta fuerte aseveración, es pertinente revisar dichos modelos pedagógicos con la finalidad de identificar aquellas actividades y enfoques que los profesores ponemos en juego en el aula, además de los fines y objetivos que cada uno de ellos plantea:

El Modelo tradicional. Enfatiza la formación del carácter de los alumnos para moldear a través de la voluntad, la virtud y el rigor de la disciplina, el ideal humanístico y ético de la más pura tradición científica y religiosa. Es el clásico estilo de enseñar con el buen ejemplo propuesto como patrón, cuya encarnación se manifiesta en el maestro. Lo más importante en este modelo es el cultivo del alma a través del entendimiento, la memoria y la voluntad férrea de adquirir el mencionado patrón del Magíster.

El método de aprendizaje en el tradicionalismo es academicista y verbalista; basa sus clases en el dictado, bajo un régimen de disciplina y con estudiantes que son básicamente receptores pasivos de la información y del ejemplo a seguir.

Pareciera que dibujo al modelo tradicional como malo y anacrónico, pero como todo enfoque pedagógico, tiene sus virtudes y ventajas, como la memorización, el refuerzo y la transmisión de habilidades básicas importantes, sobre todo en educación primaria; el modelo no es malo en sí, lo malo es que solamente se utilice éste.

El modelo experiencial–romántico. Este modelo sostiene que el contenido más importante en el desarrollo del niño, es lo que procede de su interior, por lo que él es el centro y el eje de todo proceso educativo. Para lograrlo el ambiente debe ser flexible, con la finalidad de que el alumno despliegue sus cualidades y sus habilidades naturales, tratando de evitar contenidos que inhiban u obstaculicen su espontaneidad.

El profesor debe liberarse de la pesada carga que le representa el alfabeto, las tablas de multiplicar y la rígida disciplina y volverse auxiliar y amigo de la libre expresión, original y espontánea de los alumnos (de aquí la connotación de romántico del modelo). En esto consiste el puerocentrismo, en la no-interferencia de los adultos que normalmente dictan, enseñan, programan, disciplinan, imponen y evalúan.

Los ideólogos de este modelos han sido Rousseau, Illich y Neil (el pedagogo de Summerhill) y en éste enfoque lo que cuenta es el desenvolvimiento del alumno y no tanto el contenido ni el tipo de saber enseñado, ya que lo fundamental es la experiencia natural con el mundo que lo rodea; es por ello que bajo este modelo los aprendizajes no necesitan ponerse a prueba, no se confirman ni se refutan, por lo que no se controlan ni se evalúan convencionalmente.

El maestro debe respetar la sensibilidad, la curiosidad exploratoria, la comunicación natural, la creatividad y la inventiva del niño; como bien señala Piaget “Todo lo que se enseña impide ser inventado”.

El Conductismo. No es una ideología, es más bien un enfoque científico que propugna un tipo de tecnología que tiene características bien definidas en cuanto a su sustento teórico y a su metodología; puntualizando en sus características: estudia sólo los aspectos externos y manifestables de la conducta (relegando los aspectos de la mente, en su afán cientificista). Extrema la observación de la conducta a modificar, considera que toda conducta es fruto del aprendizaje y por tanto determinada por el medio ambiente. Asegura que el aprendizaje y toda adquisición o modificación de la conducta se obtiene por motivación y ésta a su vez es producto del manejo de estímulos y condiciones, que suscitan necesidades (antecedentes de la conducta) y recompensas o castigos (consecuentes de la conducta).

Skinner, considerado como la figura más representativa del conductismo, preconiza el uso de objetivos comportamentales y considera que todos se pueden alcanzar por muy abstractos y complejos que sean, siempre que se operacionalicen adecuadamente, el resto es cuestión de tecnología. El conductismo enfatiza los aprendizajes de contenidos procedimentales, los basados en la acción, en la ejecución y en la manifestación externa.

En consonancia con todo esto surgen los objetivos operativos (programáticos), cuyos requisitos son: utilizar un verbo que exprese la conducta a observar, precisar la situación concreta que ha de expresarse con la conducta, indicar el nivel de ejecución y señalar el criterio evaluador.

La pregunta hasta aquí es ¿con cuál de los tres modelos explicados nos identificamos?, es muy importante respondernos verazmente, al fin y al cabo estaremos solos ante nuestra propia respuesta. En la siguiente entrega platicaremos acerca de los modelos de desempeño restantes.

Agradezco sus comentarios a:

rolexmix@hotmail.com

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