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Los moderados

Jaque mate

Sergio Sarmiento

“Yo soy partidario de lo que decía [Melchor] Ocampo: los moderados no son más que

conservadores más despiertos”.

Andrés Manuel López Obrador

En un país en el que muchos políticos se declaran moderados y tolerantes, hay que agradecerle al “presidente legítimo” su honestidad. No es común que alguien haga gala pública de intransigencia, pero eso es precisamente lo que está haciendo Andrés Manuel López Obrador.

“No va a haber corrimientos o sea que vamos a mantener la misma línea –dijo Andrés Manuel este 18 de diciembre en la reunión en que respaldó la candidatura de Alejandro Encinas a la presidencia nacional del PRD—. No estoy de acuerdo, en circunstancias como ésta, en la moderación”.

El que un político defienda sus principios es siempre de agradecer en un país en el que las ideas toman un papel secundario frente a los intereses de los partidos. Sin embargo, no deja de ser preocupante que uno de los políticos más importantes de nuestro país, el que terminó por muy escaso margen en segundo lugar en las elecciones presidenciales de 2006 y que por lo pronto se ha colocado como un muy probable candidato para los comicios de 2012, descarte de antemano la posibilidad de la moderación, del diálogo o del acuerdo.

La política es por naturaleza el arte de la negociación. Cada ciudadano tiene sus propias ideas políticas y convicciones. Las comunidades, sin embargo, necesitan hacer a un lado sus diferencias para tomar decisiones de común acuerdo. La política permite, precisamente, realizar negociaciones y buscar esos acuerdos. Por eso es indispensable en las sociedades, por muy despreciables que a la gente común y corriente le parezcan los políticos.

López Obrador, sin embargo, ve la política desde un punto de vista radicalmente distinto. Para él representa un simple instrumento para imponer su voluntad y sus ideas al resto de la sociedad. Sus propuestas o principios son dogmas de los cuales no puede haber “corrimiento”, no puede haber desviación. La única solución realmente viable a los problemas del país es la que él representa. Por eso durante la campaña de 2006 afirmó que “un triunfo de la derecha es moralmente inaceptable”. La derecha, en su perspectiva, era cualquier candidato a la Presidencia de la República que no fuera él.

El ataque de López Obrador a los “moderados” de este 18 de diciembre, sin embargo, no estaba dirigido contra el presidente Felipe Calderón, el PAN o el PRI. Para el tabasqueño, éstos no son moderados. Representan la extrema derecha o la corrupción más abyecta. “El PRI se hundió por la inmoralidad –dijo en su discurso de respaldo a Encinas— y lo mismo le está pasando al PAN”.

Los moderados que está cuestionando López Obrador son miembros de su propio partido. El más importante entre ellos es Jesús Ortega, el mayor opositor a la candidatura de Encinas en la contienda por la presidencia nacional del PRD. Lo que está buscando el “presidente legítimo” es evitar que el partido pueda ser contaminado por los “moderados”.

Este discurso del 18 de diciembre permite poner en contexto el cambio de actitud de López Obrador sobre la reforma electoral. El ex candidato presidencial no la cuestionó cuando se negociaron las enmiendas a la Constitución. Tampoco la criticó en el tiempo en que se discutió el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales el Cofipe. Fue apenas dos días antes de que éste se votara en el Senado cuando decidió que la reforma no era la que él quería y había por lo tanto que desecharla.

Ya los senadores perredistas no se pudieron echar para atrás, porque con ello habrían reconocido abiertamente que reciben línea de Andrés Manuel. Los diputados del PRD, en cambio, sí se dividieron: por un lado los radicales, los lopezobradoristas, votaron en contra del Cofipe, mientras que los moderados siguieron respaldando la iniciativa.

Todo intento de lograr acuerdos se volvió imposible, empero, cuando llegó el momento de escoger a los nuevos consejeros del IFE. Incluso los moderados dentro del PRD, que no quieren distanciarse demasiado de López Obrador, han considerado importante cerrar las puertas al diálogo. Por eso hoy insisten que el único presidente que puede tener el IFE es Genaro Góngora Pimentel. Ninguno más de los otros 39 aspirantes aceptados por la Comisión de Gobernación de la Cámara de Diputados —con el voto de los perredistas— sería aceptable para el PRD.

Reitero que es saludable que López Obrador busque hacer virtud de la intransigencia y cuestione abiertamente el diálogo, el “corrimiento” y la moderación: por lo menos no está siendo hipócrita como tantos otros políticos. Pero eso no significa que el camino de la política en México deba pasar por el rechazo a los moderados. Al contrario, la única manera de resolver los problemas de fondo de nuestro país radica en la adopción de políticas moderadas.

¿VETO PRESIDENCIAL?

El Ejecutivo está analizando el nuevo Cofipe para determinar si lo publica tal y como está o si pide modificaciones al Congreso. Habrá que ver si realmente el presidente se atreve a hacer algunos de los cambios urgentes que requiere la legislación. Esto lo pondría en conflicto con los tres partidos políticos grandes. Sin embargo, el Cofipe está tan lleno de medidas cuestionables que un veto presidencial es absolutamente indispensable.

Página de Internet:

www.sergiosarmiento.com

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