El título nos remite a tratar de encontrar la parte medular de lo que hemos llamado los aprendizajes significativos, aquellos que son diferentes a los memorísticos o repetitivos y al realizar este intento, nos queda claro que los aprendizajes cuando tienen significado para el que aprende, normalmente se relacionan de forma muy estrecha con los intereses y las expectativas del alumno o bien se refieren a algún asunto que requiere solución.
Además de que los estudiantes tienen la posibilidad de hacer algo con lo que aprenden.
De aquí surge la necesidad de propiciar una profunda reflexión de lo que se aprende y de revisar el tipo de interacción docente–estudiante (sobre todo la calidad de la misma).
Cuando iniciamos el estudio de este importante enfoque, nos encontramos con más dudas que respuestas y es en este sentido que esperamos hallar los puntos de convergencia entre los diferentes autores y sus respectivos enfoques (Rogers, Vigotsky, Ausubel, Piaget, etc.
Pero al parecer tendemos a apegarnos a alguno de éstos (unos más humanistas, otros más cognitivos, etcétera) y no permitimos generar una forma de aprendizaje correlativo o complementario.
Al iniciar los trabajos de formación de los profesores para que asuman estos valiosos enfoques, nos encontramos con cuestionamientos importantes que los propios maestros se hacen: ¿Cómo significar a los menos significativos; a los profesores en su práctica docente? Y se genera la respuesta en el sentido de que debemos pasar del sustento teórico al aspecto metodológico en los procesos de formación (ir más al cómo enseñar), para lograr hacer más competentes a los profesores y que éstos a su vez potencien los aprendizajes significativos en sus alumnos.
Pero, ¿En qué radica realmente la significancia de los aprendizajes?, parece ser que está en la correlatividad; es decir, en poder apreciar una serie de eventos asociados que ocurren en la facilitación de los aprendizajes: procesos afectivos, de formación de la personalidad, sensoriales, de interacción, de empatía, contextuales, estructurales, etcétera.
Enseñar es esperar, propiciar y lograr aprendizajes de manera intencionada y planeada, mientras que “dar clase”, es tratar un tema sin importar si el estudiante lo asimila o no, de aquí que enseñanza y aprendizaje sean procesos correlativos, pero que no pueden ser confundidos; son correlativos porque son inseparables, son causa y efecto probables y no se pueden confundir, ya que el aprendizaje es subjetivo y la enseñanza es intersubjetiva.
El aprendizaje se da en el interior del sujeto y la enseñanza se da en la interacción, en el vínculo profesor–alumno.
El maestro puede funcionar como líder en el proceso de internalización de los nuevos saberes que propicia con su enseñanza, reconociendo que los alumnos tienen su diversidad y a partir de ella, que los profesores cumplan con su compromiso pedagógico, que consiste en disponer, orientar y facilitar al máximo la participación y el uso de la razón del alumno en la apropiación del saber del maestro.
El aprendizaje cuando es no significativo, se logra de forma repetitiva, memorística, que generalmente suma o yuxtapone unos conocimientos a otros sin tomar en cuenta lo que el alumno ya sabe, es decir sin considerar sus referentes previos, lo que impide la integración entre ideas y conceptos, además el aprendizaje repetitivo fomenta el olvido ya que no deja huella en la estructura conceptual del sujeto y los conocimientos se distribuyen en ella de manera arbitraria.
Diferenciando ambos tipos de aprendizaje, el Aprendizaje Significativo consiste en poder trabajar los distintos contenidos (conceptuales, procedimentales y actitudinales) de manera conjunta, estableciendo entre ellos el mayor vínculo posible, ya que este tipo de aprendizaje es un intento por dar sentido al mundo porque permite apreciar la interrelación, la interconexión y la integración entre las cosas que nos rodean.
Reconozcamos que todas las concepciones del aprendizaje tienen un denominador común: el cambio como resultado de una experiencia y puede decirse que existen tres puntos de apoyo para lograr dichos aprendizajes con significancia: Las ideas previas como base para nuevos conocimientos, los nuevos conocimientos (ideas inclusoras) integrados de manera pertinente dentro de los conocimientos anteriores, de dos formas: lógicamente (en la estructura de la materia) y psicológicamente (en la estructura mental) y por último la motivación del alumno para cumplir con la tarea y para comprender y profundizar en los nuevos conceptos.
Se ha demostrado que el enfoque con el que mejor se trabajan los aprendizajes significativos, es el enfoque perceptual (Doctor R. Moreno López, ITESO 1997) que considera al cuerpo, los afectos y lo sensorial sobre lo cognitivo, incluyendo la congruencia que nos pueda llevar a la integralidad, de tal manera que en lo significativo se va más allá de la percepción; es decir, incluye sensaciones, recuerdos, sentimientos, valores, emociones, creencias, experiencias, etcétera. Algunos de estos aspectos de manera consciente y otros inconscientemente.
Finalmente podemos asegurar que el Aprendizaje Significativo valora las experiencias pasadas, en un proceso espacio-temporal que enfrenta la realidad del individuo y que incluye comunicación, retroalimentación, interacción, reflexión, intercambio de ideas, observaciones inesperadas, redefinición de ideas y conceptos, lo que permite abordar desde diferentes planos la propia significancia.
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