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Los ocho Judas

Gilberto Serna

En el partido político, antaño de las mayorías, derrotado en las pasadas elecciones presidenciales, con la humillación de ser enviado al tercer lugar en las preferencias de la ciudadanía, después de que durante décadas campeó su divisa de invencible, se debería hacer una evaluación que lo lleve a encontrar qué fue lo que realmente sucedió. La realidad es que, sin solicitar un recuento de votos, se aceptó como cierta la proporción de boletas que le correspondió al candidato priista asumiendo que había perdido a la buena. Acaba de terminar el proceso para elegir nuevo presidente del cual resultó ganadora la ex gobernadora de Tlaxcala, Beatriz Paredes, estando pendiente la búsqueda de nuevos lineamientos que surgirán de la cuarta asamblea extraordinaria a celebrar en el mes de marzo en que, si no sucede otra cosa, se hará una evaluación que les diga ¿qué ocurrió? ¿porqué perdió su candidato? ¿en dónde se dio la falla? ¿qué se requiere ahora? o si el partido ha estado agonizando desde que se aceptaron afiliación de candidatos sin importar no estuvieran identificados con los programas, plataforma e ideario político que sustenta el partido, aprovechando que no había quien se opusiera, a pesar de que su aproximación a la derecha era evidente. Personas que, por sus antecedentes, nunca hubieran sido recibidos en las filas de un partido si se sabe que lo usarían sólo como trampolín.

Así surgieron gobernadores, senadores y diputados federales a los que les importaba un bledo haber sido postulados por el partidazo. No tenían ningún motivo de agradecimiento, por lo que apenas se sentaron en el sillín de mando y empezaron cada uno por su lado a conspirar. Unos abiertamente, otros con hipocresía dieron inicio a una época de derrumbes en que lo que menos importaba era que les fuera a caer encima los cascotes de lo edificado por muchos hombres desde que Plutarco Elías Calles fundó el partido. Se dedicaron con sin igual denuedo a echar abajo lo construido. Unos por ansia de poder, algunos por que no le debían nada, -su dinero les había costado- y otros por que no comulgaban con la ideología de ?su? partido del que únicamente habían aprovechado su andamiaje. El pasado 2 de julio vino el desastre cuando las ambiciones hicieron su aparición desbordándose el egoísmo de por qué aquellos sí y nosotros no. En vez de sumarse a la campaña hicieron hasta lo imposible por descarrilar la candidatura de quien había sido electo por las mayorías priistas. Lo consiguieron aunque se verán en la necesidad de recurrir a otra agrupación si quieren volver a ocupar un puesto en que cuenten los votos de los afiliados.

Lo anterior lo acabamos de constatar con la derrota de uno de los conjurados al que se le hizo fácil aspirar a dirigir el partido del que se dio el lujo de apostatar. No espere ninguno compasión, pues sus futuros se encargaron de escribirlos cuando le dieron la espalda a lo que deberían ser sus convicciones. Es claro que sus compañeros no se chupan el dedo dándose cuenta de quiénes son leales y quiénes representan lo más podrido de las fuerzas priistas. Los simuladores no tendrán cabida. Eso creo que debe decidir un partido que se respete a sí mismo. No hay de otra o se toma el acuerdo de desplazar a quienes no tuvieron empacho en golpear a su organismo apoyando a los opositores o en su salud lo hallarán, por que los bribones se han quitado la careta dejándose ver como lo que realmente son. El partido necesita deshacerse de estos prevaricadores que son los que han estado descomponiendo su cuerpo social. El PRI esta viviendo una de sus épocas más obscuras desde que estos farsantes se han apoderado de su dirección en entidades federativas.

Estos pensamientos nacen a raíz de las declaraciones que en un ciclo de conferencias acaba de hacer el dirigente del PAN, Manuel Espino, en Bogotá el pasado jueves, en las que se ufanó hubo ocho gobernadores priistas que ayudaron al triunfo de Felipe Calderón en las elecciones presidenciales. Se negó a dar los nombres, lo cual deben exigir los priistas a través de su nueva dirigencia pues, de permanecer esos renegados en el anonimato, se estaría dando paso a que se dudara de cuanto mandatario actual lleve las siglas de ese partido. Lo cual sembraría la cizaña entre aquellos que no fueron seducidos. Aunque puede ser que se hubiera tratado de una baladronada en cuyo caso el también presidente de la Organización Demócrata Cristiana de América, debe retractarse o si insiste, no proporcionando nombres, de acuerdo con la sentencia panista en boga: si lo que sabes no lo dices de inmediato serás un cobarde e irresponsable. Es de importancia vital, para los que militan en el PRI, que se sancione a quienes cometieron la perfidia de pasarse al lado del enemigo con todo y máscara. Los tránsfugas deben ser erradicados de cualquier partido. Esos judas deben quedar expuestos e identificados para que se les ponga en manos de la comisión de honor y justicia o de quien haga esas funciones. No solamente ayudaron a quien no debían si no que le metieron una zancadilla a su candidato para que se cayera. A Jesús de Nazaret lo traicionó uno de sus seguidores por 30 monedas, al candidato priista se le echaron de a montón, pues según dice Manuel Espino fueron ocho los perjuros. Mientras estén adentro del PRI nadie creerá que sea un partido por el que valga la pena votar..

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