“El círculo político tiene cada vez menos espectadores; los políticos se alejan cada vez más del pueblo al que deberían servir”.
Catón (Armando Fuentes Aguirre)
Solamente el senador Dante Delgado de Convergencia se atrevió a enfrentar la conspiración del silencio de este primero de septiembre. Frente al acuerdo de silencio de todos los demás coordinadores parlamentarios, el ex gobernador veracruzano tuvo el valor de recordar que la política es diálogo y ofreció los puntos de vista de su partido desde la tribuna del Palacio Legislativo en el inicio del periodo ordinario de sesiones.
Todos los demás partidos se abstuvieron de ejercer este derecho, que es más bien una obligación frente a los ciudadanos que les pagan cientos de millones de pesos cada año. Por otra parte, los partidos se unieron en un acuerdo para impedir que el presidente ofreciera su tradicional mensaje a la nación desde la tribuna con motivo de la entrega del Primer Informe de Gobierno. Una vez más, el agraviado por el silencio no es el presidente sino el pueblo de México, que tiene derecho a escuchar la rendición de cuentas del jefe del Ejecutivo al que entrega cientos de miles de millones de pesos al año.
La presidenta de la Mesa Directiva, la perredista Ruth Zavaleta, trató de ser la única —además de Dante— en ofrecer sus puntos de vista desde la tribuna. Explicó así las razones por las que abandonaba su responsabilidad en su primer día de funciones, las razones por las que ella y los miembros de su partido se retirarían del salón de plenos para no estar ahí cuando llegara el presidente Felipe Calderón.
Pero la diputada fue censurada al cortar Cepropie, un organismo de la Presidencia de la República, la transmisión por televisión abierta.
Desde la tribuna el presidente Calderón ofreció nuevamente hacer de la ceremonia de entrega del Informe una oportunidad de diálogo. Pero aquellos que principalmente deberían participar en el diálogo, los legisladores del PRD, no estaban ahí para escucharlo. “Ni lo vemos ni lo oímos”, parecería ser su posición, aprendida directamente de Carlos Salinas de Gortari.
Más tarde hubo arrepentimiento oficial por la censura y la posición de Zavaleta fue retransmitida por televisión. Pero el daño ya estaba hecho.
Por otra parte, el presidente ordenó una cadena nacional –que enlaza a todas las emisoras de radio y televisión del país—para ofrecer el día 2 por la mañana un largo “informe” tradicional con enumeración de logros y posiciones políticas.
No faltaron los mensajes entre líneas para la clase política, como cuando el presidente dio su respaldo a las negociaciones para una reforma electoral y en ningún momento expresó una defensa de los consejeros del IFE cuyas cabezas exige el PRD. Era un mensaje para enterados.
Hace muchos años que el discurso del presidente no se transmitía en cadena nacional. En los últimos años las empresas privadas de televisión prestaban un canal cada una para el informe mientras que los otros continuaban con su programación normal. La cadena nacional dejó al país como en los tiempos del viejo PRI, con una sola señal en todas las emisoras de radio y televisión del país. Por otra parte, el presidente Calderón perdió la oportunidad de las inéditas circunstancias para ofrecer un discurso más conciso, contundente y constructivo. Ofreció un informe tradicional, con todo y las frecuentes interrupciones de aplausos de un público incondicional. Parecía que estábamos de regreso en los tiempos de Luis Echeverría o José López Portillo.
El intento del grupo radical perredista que encabeza Gerardo Fernández Noroña para bloquear el acceso a Palacio Nacional fue tan patético como todos los de los últimos meses. Apenas un puñado de militantes encabezados por Fernández Noroña participaron en la operación y lógicamente no lograron impedir la ceremonia. Algunos aprovecharon la oportunidad para gritar “pelele” y “espurio” a los invitados que llegaban al acto. Al parecer se sentían muy satisfechos de sí mismos.
Pero ¿para qué toda esta farsa? Para nada. Mucho más sensato habría sido mantener el formato tradicional del informe o aceptar la posición del presidente Calderón de tener un diálogo en el Congreso. A nadie ayuda este diálogo de sordos que estamos viendo. A nadie ayuda la conspiración del silencio. A nadie ayudan los insultos y la censura.
La política es, por naturaleza, diálogo. Los ciudadanos de un país no pueden estar todos de acuerdo, pero el país no puede avanzar en 10 direcciones distintas al mismo tiempo. Por eso necesitamos la política: para dialogar, para llegar a acuerdos. Pero los políticos parecen más interesados en sus batallitas perversas que en construir un mejor país.
EL GRITO
La siguiente batallita tendrá lugar el 15 de septiembre. Si los perredistas ratificaron este primero de septiembre su “triunfo” al no permitir la lectura del mensaje a la nación del presidente en el Palacio Legislativo, es muy probable que ahora busquen repetir el bloqueo que impidió que Vicente Fox pudiera encabezar la ceremonia Del Grito desde el balcón de Palacio Nacional en 2006. Hoy, como hace un año, el intento podría tener el apoyo del Gobierno del Distrito Federal. En la batalla política por los corazones de los mexicanos, el manejo de los símbolos patrios ha demostrado ser crucial.
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