Los primeros cien días de una gestión presidencial han sido tradicionalmente tomados como la especie de luna de miel que se tiene entre el nuevo presidente y la sociedad civil, los medios de comunicación social e incluso la clase política de Oposición al partido en el poder.
Ese lapso de cien días es una especie de tregua virtual que le otorgan los habituales críticos, a aquel recién llegado al poder político, para que demuestre su proyección y sus posibilidades de actuación a futuro, por ello en esas reglas no escritas de este y de muchos otros sistemas políticos mundiales, se van creando especies de resúmenes ejecutivos al cabo de ese lapso, en los que se vierten las primeras calificaciones a la labor de los gobiernos que apenas han alcanzado sus primeros cien días de edad.
En el caso de la Presidencia encabezada por el Lic. Felipe Calderón estos primeros cien días de Gobierno comenzaron de la manera más difícil que se recuerde en las últimas décadas, merced a esa actitud cerrada y cerril de un individuo que se niega a ubicarse en la realizad de haber perdido una elección presidencial, aunque fuese por muy escaso margen, y en tal virtud movilizó a los activos políticos que aún le quedan para tratar de deslegitimar de origen la Presidencia calderonista.
Sin embargo en estos primeros cien días, el abogado michoacano no sólo pudo tomar posesión, lo cual en las horas previas al primero de diciembre del año pasado se antojaba como empresa difícil, sino que ha ido concretando acciones por demás interesantes como pudieran serlo el gran esfuerzo en materia de seguridad pública para recuperar espacios sociales que habían sido secuestrados por el crimen organizado. Para tal fin ordenó operativos militares en distintas regiones del país y extraditó a Estados Unidos a varios capos del narcotráfico. La opinión pública al parecer ha recibido muy bien estas medidas que inciden en el tema que desde hace meses planteábamos en estas mismas páginas como el prioritario para el Gobierno mexicano: la restitución de la seguridad pública.
Para muchos críticos de estos inicios sexenales el Gobierno de Calderón sólo ha destacado en este punto, sin embargo creo que es de justicia apuntar otras pequeñas concreciones como pudieran serlo el Programa de Primer Empleo, el seguro universal de salud para todos los infantes que nazcan durante su sexenio, el programa para garantizar la disponibilidad y el precio justo de los fármacos que adquiere el sector público, el fortalecimiento de la ya de por sí exitosa política de vivienda, el relativo a conservación del agua y los bosques y el anunciado para construir nuevas carreteras.
En materia política ha procurado dar una imagen contrastante de la de su antecesor, hablando muy poco y desarrollando una laboriosa labor de negociación con las distintas facciones en el Congreso, antes de enviar alguna iniciativa de Ley sobre todo si contempla que pudiera causar polémica. Para algún crítico esta actitud es timorata, justo lo contrario de lo que le criticaban a Fox.