Algunos analistas privados, que no esconden el alcance de sus preocupaciones como hacen los funcionarios públicos de cualquier país, han insistido que el empeoramiento de las condiciones crediticias globales, así como la creciente probabilidad de una recesión en Estados Unidos, requiere que los principales bancos centrales disminuyan las tasas de interés tan pronto como sea posible.
Los bancos centrales de los países desarrollados, sin ser tan explícitos, también mostraron con sus acciones en estos días que, a pesar de pronosticar todavía un crecimiento positivo para 2008, temen que aumente la probabilidad de que, en la realidad, se deterioren considerablemente las condiciones de sus economías el próximo año.
El temor proviene de los daños asociados a la crisis hipotecaria estadounidense, que pusieron al descubierto algunas debilidades importantes en otros países, como Inglaterra, que también vive una crisis de bienes raíces y resiente el impacto de las restricciones en los mercados de crédito. Por su parte, la zona del Euro enfrenta complicaciones en sus mercados crediticios.
Fue en este contexto donde los principales bancos centrales tomaron sus decisiones este mes y dieron la pauta para lo que podemos esperar en 2008. El jueves 6, el Banco de Inglaterra (BI) sorprendió hasta cierto punto a los analistas de su país, cuando disminuyó en un cuarto de punto porcentual su tasa de referencia, ya que la mayoría esperaba que la mantuviera sin cambio.
El BI juzgó que el empeoramiento de las condiciones en los mercados financieros y la restricción de la oferta de crédito para empresas y familias han incrementado los riesgos a la baja para el crecimiento.
Por otra parte, reconoció que si bien permanecen los riesgos de un alza de la inflación, el debilitamiento del crecimiento de la demanda debería aliviar las presiones sobre la capacidad instalada y llevar la inflación hacia la meta oficial en el mediano plazo.
Había, eso sí, quienes demandaban recortes mayores, de hasta tres cuartos de punto porcentual, porque consideraban que la crisis hipotecaria que vive Inglaterra es, en términos relativos, más significativa que la que atraviesa la economía estadounidense. Esto, de probarse como cierto, sin duda llevará a disminuciones adicionales de las tasas de interés durante 2008.
El Banco Central Europeo (BCE), a pesar de reconocer que aumentaron las presiones inflacionarias en la zona del Euro, decidió el jueves pasado mantener las tasas de interés, por temor a que un alza de las mismas pudiera causar mayores estragos sobre los ya de por sí debilitados indicadores de confianza económica en los países de la zona.
Aquí no hubo sorpresa, ya que la totalidad de los economistas entrevistados por las agencias de noticias esperaban esa decisión. No obstante, las condiciones crediticias han empeorado tanto que el costo de pedir prestado en euros por tres meses se encuentra en su nivel más alto desde enero de 2001.
El BCE, sin embargo, carece del margen de maniobra para disminuir las tasas de interés que tiene la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, ya que la inflación se aceleró en noviembre en la región del Euro al ritmo más rápido en los últimos seis años. El crecimiento de 3 por ciento anual en los precios al consumidor excedió por tercer mes consecutivo el techo de 2 por ciento que tiene como meta de largo plazo el BCE.
Esto fue suficiente para evitar que las autoridades monetarias europeas disminuyeran las tasas de interés para aliviar los costos crecientes del crédito que abruman a los bancos comerciales y sus clientes.
La expectativa respecto al 2008 está dividida. Unos piensan que el BCE se verá obligado a reducir las tasas, quizá tan pronto como marzo; pero otros insisten que hay importantes riesgos al alza en el terreno de la inflación, por lo que el BCE todavía pudiera elevarlas si las tensiones en los mercados de dinero se suavizan en los meses siguientes.
La última decisión relevante de política monetaria de este año y, sin duda, la de mayor importancia para nosotros, fue la que dio a conocer el día de ayer la Fed. El recorte de la tasa de referencia en un cuarto de punto porcentual, que era ampliamente esperado por el mercado, muestra la preocupación de las autoridades monetarias estadounidenses por el impacto que tendrá sobre su actividad económica el creciente deterioro de sus mercados hipotecarios y de crédito.
La gran mayoría de los economistas estadounidenses espera que, para tratar de evitar una recesión, la tendencia descendente en las tasas de interés continúe durante 2008. Algunos, sin embargo, consideran que la recesión es inevitable aún cuando las tasas descendieran por debajo del 3 por ciento para fines del próximo año.
Banco de México (Banxico), por su parte, se reunió el viernes 7, cuando mantuvo el nivel de las tasas y refrendó los mensajes de su reunión de fines de noviembre. Si bien sus decisiones no tienen repercusiones más allá de nuestras fronteras, enfrenta un dilema similar al del BCE, ya que el crecimiento de los precios y las expectativas inflacionarias no sólo se encuentran por encima de la meta oficial del 3 por ciento, sino que han tendido al alza por varios meses.
Banxico, por tanto, tampoco tiene el margen de maniobra de la Fed, por lo que posiblemente se verá obligado a mantener las tasas en su nivel actual durante gran parte del año próximo. Me parece remota la posibilidad de una disminución, salvo que las condiciones económicas se deterioren considerablemente.
Ello se debe a que, a diferencia de otros países, el gobierno mexicano le complicará la vida a nuestro instituto central, al aplicar una política fiscal contracorriente, en un intento por compensar el impacto negativo del debilitamiento externo sobre la actividad económica interna.