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Los torpederos de la Cumbre Iberoamericana

Julio Faesler

El lamentable choque entre el presidente Chávez de Venezuela y el presidente del Gobierno Español el día de la clausura de la XVII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno la semana pasada, los amantes de lo negativo han estado listos para considerar que esta reunión acabó en un irremediable caos.

De igual manera, los medios resaltaron el choque de intereses entre Uruguay y Argentina sobre el establecimiento de empresas papeleras. El enfrentamiento de las dos posturas por ahora irreconciliables, entre Tabaré Vázquez y Kirschner y que el Rey Juan Carlos no pudo conciliar, ofrecen un amplio campo para restarle méritos a la Cumbre.

Afortunadamente que la realidad hizo que esta Cumbre fuera una de las más ricas en acuerdos trascendentales a que llegaron los Jefes de Estado de América Latina y España y Portugal. En los días previos a la clausura se privilegió el diálogo entre las delegaciones para impulsar el desarrollo de un sistema de cohesión social panamericano, tema que es decisivo para el desarrollo de la región.

Se suscribieron varios acuerdos, entre los que destaca el Comunicado especial sobre desastres naturales a iniciativa del presidente Felipe Calderón, para que se convoque a la brevedad a una reunión de expertos nacionales para evaluar la posibilidad de establecer un dispositivo iberoamericano para la atención de emergencias y contingencias derivadas de desastres naturales, así como la conveniencia de crear un fondo solidario destinado a enfrentar estos desastres.

Los países también suscribieron un convenio multilateral de seguridad social que garantizará los derechos sociales de los trabajadores en cualquier país, lo que le permitirá a los trabajadores migrantes a la hora de jubilarse, recibir “pensiones justas y adecuadas” fuera de sus países de origen. También se acordó un plan de acción para “impulsar el desarrollo de sistemas de protección social integrados, con cobertura universal” para beneficiar a los pueblos de la región “sin barreras ni exclusiones”.

El acuerdo que los jefes de Estado iberoamericanos suscribieron sobre la lucha contra la corrupción que representa “una amenaza para la cohesión social y que, por tanto, es indispensable la cooperación entre los países de la Comunidad Iberoamericana para fortalecer los esfuerzos nacionales, regionales e internacionales dirigidos a prevenirla y combatirla eficazmente a través de un enfoque amplio y multidisciplinario”.

Las Cumbres Iberoamericanas se iniciaron en 1991 por iniciativa de México, con el objeto de crear un foro privilegiado de consulta y concertación política entre los jefes de Estado de habla hispana y portuguesa, a fin de reflexionar sobre los desafíos del entorno internacional, así como impulsar la cooperación, coordinación y la solidaridad regionales

La I Cumbre se celebró en Guadalajara y se significó por ser la primera donde se reunieron todos los jefes de Estado y de Gobierno iberoamericanos. La intención ha sido siempre subrayar la hermandad latinoamericana sin la presencia de Estados Unidos. Las diecisiete reuniones anuales que se han sucedido han dado ocasión a una serie de intercambios de experiencias, además de acuerdos en acciones específicas.

Las impertinencias de Hugo Chávez, presidente de Venezuela, tanto en la víspera como en la sesión de clausura, revelaron que su repentina aparición en Santiago después de haber dicho que no asistiría, no tuvo otra finalidad que la de intentar torpedear la reunión que él quiso calificar de burguesa. Lanzándose contra el ex Presidente Aznar y calificándolo de fascista, acusó al Rey Juan Carlos de haber ordenado el golpe de Estado que en 2002 lo sacó por 48 horas del gobierno.

Hugo Chávez encontró un aliado en su propósito de “tronar” la reunión iberoamericana, en el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, que intempestivamente se lanzó contra el monarca español acusándolo de haber enviado a su embajador para incitar al pueblo a no votar por el Frente Sandinista. Ambos mandatarios exhibieron una sorprendente ignorancia puesto que el Rey de España no maneja la política interna ni externa de su país.

Chávez se presentó en la paralela Cumbre de los Pueblos, bulliciosa reunión que se escenificó en la izquierdista Universidad Arcis de Santiago de Chile. Ahí arremetió contra los gobiernos latinoamericanos que se dicen de izquierda, pero que se entregan a programas y metas capitalistas. En esa Cumbre de los Pueblos, Fidel Castro desde La Habana, conversó con Chávez ante un nutrido auditorio, ponderando los valores revolucionarios anti- imperialistas.

Si de credenciales democráticas se trataba, las de Chávez están seriamente comprometidas, pues justo en los momentos en que le reclamaba al Rey de España, miles de estudiantes venezolanos se manifestaban en Caracas en contra de la reforma constitucional por medio de la cual Chávez se perpetuará en el poder. Esta manifestación, al igual que las demás que se han dado en las últimas semanas, han sido violentamente reprimidas costando ya la vida de dos estudiantes.

México D.F., noviembre de 2007.

juliofelipefaesler@yahoo.com

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