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Lula y petrobras| Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Aunque se trate de un Gobierno de izquierda, aunque se trate del presidente Lula, desde aquí le decimos: no vamos a permitir la privatización de Pemex en ninguna de sus modalidades”.

Andrés Manuel López Obrador

Si alguna duda cabía que el ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador se encuentra desfasado de la izquierda moderna, ahí están para comprobarlo sus declaraciones de Tampico de este domingo 5 de agosto.

López Obrador cuestionó que Lula, un presidente de izquierda, haya llegado a México a firmar un acuerdo de colaboración energética entre Petrobras y Pemex. Según el tabasqueño, “han filtrado de que (sic) van a firmar un convenio para llevar a cabo la explotación del petróleo bajo acuerdos de riesgo”. Esto, según el político tabasqueño, sería una violación a la ley y además resultaría innecesario porque “a estas alturas, por las exploraciones que han habido (sic), ya se sabe dónde hay petróleo en nuestro país y no hay ningún riesgo”.

La visión sobre la supuesta facilidad para encontrar yacimientos petrolíferos susceptibles de explotación comercial es sumamente ingenua, pero lo que ya no es ingenuo sino dogmático es pensar que cualquier tipo de colaboración entre Pemex y otra empresa significa una “privatización” que debe ser rechazada con la bandera del nacionalismo en la mano.

Qué lástima que López Obrador, en lugar de criticar por criticar, no haya aprovechado la visita de Lula para entender cómo se maneja una empresa estatal en un Gobierno de izquierda moderna.

Brasil es una nación que, a pesar de su abundancia de recursos naturales, fue durante mucho tiempo deficitaria en petróleo. Petrobras, creada en 1953 por el gobierno de Getúlio Vargas, trató de garantizar las necesidades energéticas del país en estas condiciones. Durante décadas fue un monopolio, pero en 1997 el Gobierno brasileño decidió abrir, cuando menos parcialmente, el mercado petrolero. El resultado ha sido positivo tanto para Petrobras como para Brasil.

El Gobierno Federal brasileño no tiene ya el total de las acciones de Petrobras. De hecho, su participación en la firma es de apenas un 32 por ciento. Los inversionistas privados extranjeros, con un capital de 39 por ciento, poseen más acciones que el Gobierno. Éste, sin embargo, cuenta con el 56 por ciento de las acciones con derecho a voto, lo cual le da el control efectivo de las decisiones sin por ello renunciar a los beneficios de los capitales privados y extranjeros.

Al contrario de Pemex, a la cual se le limitan las coinversiones, Petrobras tiene proyectos conjuntos con decenas de empresas privadas o públicas tanto en territorio brasileño como en el extranjero. Si bien hasta 1997 Petrobras tenía un monopolio sobre la exploración y la explotación petroleras, hoy más de 50 empresas participan en este campo.

La diversificación ha sido muy beneficiosa para Brasil. Lejos de afectar la soberanía nacional, la ha fortalecido. En los años setenta, el país padecía un déficit crónico que lo obligaba a importar grandes cantidades de petróleo crudo con precios crecientes que estaban postrando la economía nacional. La solución que se buscó entonces fue promover el consumo de etanol en lugar de gasolina, pero esto hizo más costoso el combustible y redujo la competitividad del país. Mucho más eficiente ha sido ahora la apertura. Actualmente Brasil es ya el 15to país petrolero del mundo, con una producción de 2 millones de barriles diarios; su consumo, de 1.6 millones, le deja un margen de exportación.

Los brasileños se han hecho particularmente expertos en la exploración y producción de petróleo en aguas profundas. Pese a lo que piensa Andrés Manuel, encontrar yacimientos en alta mar y desarrollarlos rentablemente no es nada fácil. Se requiere de una experiencia y de una tecnología que México simple y sencillamente no tiene.

En el campo de las refinerías de gasolina, en que la participación de la iniciativa privada en Brasil es también muy importante, Petrobras tiene también mucho que aportar a México. Como bien lo dijo el presidente Calderón, “mientras México sigue importando gasolina, a pesar de ser un país petrolero, Petrobras está no sólo produciendo, sino está exportando gasolinas hechas en Brasil”.

López Obrador no debería molestarse tanto con los mandatarios de izquierda, como Bachelet, Zapatero o Lula, que visitan a ese presidente que él dice que no es presidente porque no es legítimo como él. Debería más bien prestarles atención a quienes están venciendo a la pobreza en sus países. Un político realmente de izquierda, debería estar estudiando el caso exitoso de Petrobras, en lugar de pedirle a Lula que no permita que la mayor petrolera de Brasil contamine con su buen ejemplo a nuestro tullido monopolio petrolero.

HUELGA INEXISTENTE

El Artículo 28 de la Constitución le ha dado a los sindicatos una exención a las leyes contra los monopolios que les otorgan a estas organizaciones un poder enorme. Por eso los legisladores han equilibrado tal poder con limitaciones muy claras. El derecho de huelga, por ejemplo, no puede ejercerse porque quiera un sindicato, sino sólo en condiciones específicas. La Junta Federal de Conciliación y Arbitraje decidió ayer que esas condiciones no existen en los paros que el sindicato minero ordenó contra tres minas del Grupo México. El sindicato promoverá un juicio de amparo, pero si éste no prospera los mineros tendrán que regresar a laborar o podrán perder su empleo.

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