La periodista mexicana Lydia Cacho afirmó hoy que se sentía muy satisfecha con el reconocimiento que recibía de la Fundación Internacional de Mujeres en Medios de Comunicación. (Archivo)
La periodista mexicana Lydia Cacho afirmó hoy que se sentía muy satisfecha con el reconocimiento que recibía de la Fundación Internacional de Mujeres en Medios de Comunicación, que le otorgó uno de sus premios anuales al Coraje en Periodismo.
"Principalmente por que son colegas periodistas, el premio lo originaron sabiendo lo que significa hacer este tipo de trabajo, así que resulta muy simbólico", declaró durante una entrevista poco antes de participar en el acto de entrega de premios en el hotel Waldorf Astoria de Nueva York.
Cacho, columnista en la agencia especializada Comunicación e Información de la Mujer (CIMAC), señaló que también era "muy importante" para ella estar al lado de seis periodistas iraquíes, "que están dando la vida todos los días, corriendo entre las balas, para poder contar el otro lado de la historia en la guerra de Irak".
Las periodistas iraquíes Huda Ahmed, Shatha al Away, Sahar Issa, Alaa Majeed, Zaineb Obeid y Ban Adil Sarhan trabajan en Bagdad para el grupo de comunicación McCalatchy, que publica más de una treintena de diarios en EU., y también han recibido un premio al coraje periodístico de esta fundación creada en 1990.
La entidad creó ese año los galardones con el fin de reconocer la labor periodística que realizan algunas mujeres en el mundo "y que han mostrado extraordinaria firmeza de carácter e integridad cuando informan bajo peligrosas o difíciles circunstancias".
La fundación recordó al anunciar en mayo que Lydia Cacho estaba entre las premiadas pues "durante mas de dos décadas ha soportado numerosas amenazas de muerte por su trabajo informativo relacionado con la violencia doméstica, el crimen organizado y la corrupción política".
Cacho señaló que en un país como México, donde han muerto más de una treintena de periodistas desde el año 2000, "en una aparente democracia como la que vivimos", la profesión periodística implica "un compromiso más allá del de escribir."
Recordó que muchos colegas han muerto y han sido secuestrados por realizar su trabajo de forma digna y que ella ha sobrevivido en gran medida por la movilización pública mientras estuvo secuestrada.
Lydia Cacho escribió el libro "Los demonios del Edén" (2004), en el que ponía al descubierto una red de pederastia que implica al empresario Jean Succar Kuri, quien fue detenido y encarcelado.
Un año después de salir la obra al mercado, la periodista fue acusada de difamación y calumnia por el empresario Kamel Nacif, amigo de Kuri, detenida y llevada por agentes policiales a Puebla.
A comienzos de 2006, la prensa difundió grabaciones en las que se escuchaba a Nacif, al gobernador de ese estado, Mario Marin, y a otros individuos planear la detención de Cacho con fines de amedrentarla y violarla.
Preguntada si se sentía algo más optimista ante la situación del México de hoy respecto a décadas pasadas, señaló que "no, por el momento"
"Ha habido cambios sustanciales en términos de la implicación que ha tenido la sociedad en estos casos, para fomentar movilización, que es muy importante".
"Pero en términos de justicia y de rendición de cuentas del gobierno, me parece que se ha evidenciado de una manera mucho peor, mucho más grave que antes", afirmó.
Esta periodista denunció el pasado 8 de mayo ante la Fiscalía federal mexicana que había sido víctima de un intento de homicidio después de que durante un trayecto en automóvil su vehículo perdiera el control al desinflarse de modo repentino un neumático.
Agentes federales comprobaron después que los tornillos que sujetan la rueda habían sido "cercenados".
A los jóvenes y a las mujeres que se incorporan al periodismo en México y en otros países latinoamericanos, Cacho les anima a que nunca olviden su condición humana y "a estar comprometidos con ir un poco más allá de simplemente contar la historia".
La etíope Serkalem Fasil, antigua editora de los semanarios Asqual, Menelik y Satenaw, y la periodista Peta Thornycroft, de Zimababue, por su dilatada y arriesgada labor periodística en ese país, también han recibido este año el homenaje de esta fundación.