Este collar se llama ?zoaltín?. No es un collar cualquiera: esta hecho para propósitos de amor.
Sus cuentas son bolitas hechas con masa de maíz a la que se añade chocolate, miel y una pizquita de canela. En el antepasado siglo y los principios del pasado los muchachos de Guadalajara compraban esos collares y los regalaban a las hermosas tapatías en los bailes y serenatas públicas. Si la doncella no aceptaba el regalo el obsequiante sabía que el corazón de la que amaba tenía dueño ya. Si ella recibía en sus manos el zoaltín, y comía de él, eso significaba que el galán podía albergar una esperanza. Si la muchacha se ponía el collar quería decir que amaba ya a quien se lo había dado.
El amor es infinito, y los modos que tiene para manifestarse son infinitos también. El lenguaje amoroso puede consistir lo mismo en un poema del Dante o una sonata de Beethoven que en un collar de bolitas de masa de maíz con chocolate, miel y una pizquita de canela llamado zoaltín.
¡Hasta mañana!...