Ya nadie habla de las violetas, por eso yo hablo de ellas.
Las violetas son más pequeñas aún que la palabra "flor". Tan mínimas son, tan escondidas viven, que se han convertido en símbolo de la humildad. Pero la suya es una humildad valiente: en el invierno, cuando todas las flores han desaparecido, ellas, ocultas entre el verde aterido de las hojas, pintan su diminuto azul.
Quisiera para mí la humildad de la violeta, y su valor para enfrentar la soledad y los fríos del invierno. Seamos pequeños como las violetas. Como las violetas, seamos grandes.
¡Hasta mañana!...