Este espejo piensa que la realidad lo refleja a él.
Algunos han querido hablar con el espejo para decirle que está equivocado. Pero el espejo es cruel -sobre todo con las personas de madura edad-, y nadie se ha atrevido a sacarlo de su error.
El espejo, pues, persiste en la necia vanidad de suponer que la realidad es el espejo, y que él es la realidad. Y es que le falta humildad para reconocer que simplemente es un espejo.
Si fuera humilde este espejo sería un buen espejo. Haría sencillamente lo que un espejo debe hacer: reflejar la realidad. Pero el espejo es necio. Cuando se quiebre pensará que la realidad se ha roto con él. Sin embargo la realidad seguirá existiendo, y el espejo roto ni siquiera será causa de mala suerte para nadie.
¡Hasta nañana!...