-Escuche -me dice don Abundio.
-No oigo nada -respondo.
-Eso es lo que quiero que escuche: que no se escucha nada.
La gente del Potrero afirma que en medio de la noche el río duerme. Sus aguas se aquietan de tal modo que parecen suspensas en sí mismas y no hacen ruido ya.
Puedo dar testimonio del prodigio. En la vigilia escucho el caminar del río. Su paso es el de un aire que bajara a acariciar la tierra. Pero de pronto cesa ese rumor y ya no se oye ni el silencio. ¿Será que el viento se ha llevado al río? ¿O calla en verdad el agua para que el río duerma?
Siempre se ha dicho que la vida es río. También a veces el río de mi vida deja de sonar, y entonces sueña.
¡Hasta mañana!...