Decir que algo está en chino significa reconocer que es indescifrable, misterioso, enigmático, secreto e inescrutable laberíntico y totalmente embrollado para la cosmovisión occidental.
“Cuidado con los chinos, son más sabios por viejos que por chinos, son organizados e industriosos como las hormigas y sobre todo son muchos millones; si un día deciden expandirse hacia occidente nos van a poner a temblar” -advertía mi padre cuando todavía los chinos aislados del mundo, atrapados en su propia muralla, morían por un plato de “aloz”.
El algunas cosas papá tenía razón, los tiempos han cambiado y ahora desde los muebles de jardín que adquirimos recientemente, los finísimos cuchillos de filo perenne que compré para sentirme realizada como chef, las lámparas, las coladeras, los accesorios de baño, los cuadernos las mochilas, los lápices de los niños y hasta mi ropa interior son Made in China.
China es hoy una máquina productiva cuyo imparable poderío tiene preocupados hasta a los países más industrializados y post modernos del planeta. Pero estaba en que los chinos son impenetrables y aquí tenemos a Zenhli Ye Gon, que no es otra cosa que un Chino Chin Gon. Un hombre capaz de expresarse perfectamente mal en español, en inglés y seguramente hasta en chino. Debe quedar por ahí alguien que recuerde a aquel mago que deslumbró a los niños antiguos con aquello de “Nada por aquí, nada por allá” para sorprendernos –inocentes que éramos entonces- con una paloma o un ramo de flores de papel que aparecían de la nada que él “nos mostraba”.
Pero como antes decía, los chinos se han vuelto productivos y nada por aquí, nada por allá y Chin Gon nos sorprendió con una habitación llenecita de dólares que ni los más audaces extorsionadores del equipo de López Obrador se hubieran atrevido a soñar. Una habitación llenecita de dólares que nadie sabe y nadie supo cómo es que aparecieron ahí y el único que puede decir algo guarda el secreto tan secreto, que ya ni él mismo sabe de qué se trata.
Chin Gon asegura que alguien le dijo “Tú gualdas dola, si no, matan” y él guardó. “Todo aclalal en confelencia desde Nu Yol” -ofreció- y ante un nutrido grupo de periodistas internacionales Chin Gon, realizó un acto insólito de malabarismo verbal. Habló desde Nueva York durante varias horas en los tres idiomas que desconoce y sin decir nada.
Debo reconocer que deslumbró a su público como lo hacía en su momento Fu Man Chu, aunque no es el único. En México es frecuente encontrar malabaristas como la Chinameca Gordillo quien sin la sabiduría ancestral de los chinos y hasta sin ortografía ni sintaxis; no ha dejado de sorprendernos desde el momento en que en sólo tres meses como auxiliar de maestra en una escuelita de Ciudad Neza, con el solo impulso de su juventud saltó para conquistar y lo más difícil, retener desde entonces, el poderoso liderazgo magisterial, recientemente prolongado hasta el 2012 “que para efectos prácticos puede considerarse vitalicio” considera el politólogo Granados Chapa. Eso y el juego de los millones que desaparece con absoluta destreza nuestra Chinameca, además de los sorprendentes actos de magia con que se ha hecho presente en los mandatos presidenciales de Vicente Fox y de Felipe Calderón; sin que ellos se atrevan a encararla con el crimen de lesa patria que ha cometido contra la niñez mexicana al condenarla a una educación de bajísima calidad impartida por maestros sometidos y humillados, con la mano siempre mendicante mientras su líder inmoral vive principescamente en San Diego -ese pequeño paraíso de los mexicanos que quieren ser gringos- y desde donde prepara sus sorprendentes actos malabares como el más reciente en el que acusó a nuestra Secretaria de Educación; de “desconocer el tema” Está muy claro que a la “maistra” no la supera ni el chino Chin Gon.
adelace2@prodigy.net.mx